De izquierda a derecha: Pablo Portabella, <br>de la A.C. Charles Peguy, Guzmán Carriquiry, <br>Mossen Ramon Corts, párroco de la Basílica <br>de Nostra Senyora de la Concepció, y Josep Miró, <br>de E-cristians.

A la espera de Benedicto XVI

BARCELONA
Pablo Portabella

El pasado viernes 15 de octubre en la basílica de Nuestra Señora de la Concepció, en pleno centro de Barcelona, tuvo lugar una conferencia de Guzmán Carriquiry, subsecretario del Consejo Pontificio para los Laicos, con motivo de la visita del Papa a Barcelona el 7 de noviembre.
La presentación corrió a cargo de la Asociación Cultural Charles Peguy, que junto a otras numerosas realidades laicas de Barcelona habían organizado el acto. La mayoría de las entidades convocantes están integradas de la asociación e-Cristians, plataforma de presencia y aportación cristiana a la vida pública catalana dirigida por el ex consejero de la Generalitat Josep Miró i Ardèvol.
La bella iglesia gótica de llenó de gente de muy variada procedencia. Guzmán Carriquiry nos retó a tomarnos en serio la visita de Benedicto XVI. ¿Qué significa para cada uno de nosotros esta visita? La respuesta es inequívoca: el Papa viene para testimoniar que Cristo es la verdad de nuestra vida. También nos invitó a pedir la gracia de la conversión, ya que el mal que más daño hace a nuestra vida no es el que viene de fuera, sino el pecado. El Papa viene para invitar a todo aquel que quiera escucharle con atención, sin el prejuicio que caracteriza al europeo escéptico, a sostener el deseo de la felicidad que tiene cualquier hombre y a testimoniar que Cristo es la respuesta más correspondiente a las exigencias humanas más profundas, ya que nuestro corazón no puede contentarse con nada menos que el Infinito.
Carriquiry afirmó que este es un tiempo privilegiado para proponer el cristianismo como una experiencia que da sentido a la vida y sostiene la esperanza. La belleza de la vida cristiana, a pesar del prejuicio que fomentan muchas veces los medios, es capaz de perforar la costra de nuestra distracción y atraer el corazón de las personas hacia la Iglesia.
La belleza del Templo expiatorio de la Sagrada Familia es un símbolo de la belleza de Cristo, que nos lleva a reconocer lo Infinito en lo finito y nos atrae, como decía Gaudí, hacia la verdad.
Terminó la conferencia recordándonos lo importante que es seguir con humildad en la familia cristiana porque no es nuestra capacidad ni nuestra coherencia la que hace atractiva la Iglesia sino el Espíritu, del que sólo somos instrumentos.