El astrofísico Stephen Hawking.

“¿El universo sin Dios? Es una opinión, nada más”

Paolo Perego

¿El Universo necesitó un creador? No. Palabra de Stephen Hawking, astrofísico de fama mundial, obligado a ir en silla de ruedas por una enfermedad muscular que le atrofia los músculos progresivamente. Da un no seco, indiscutible, en su último libro, del que la revista Times ha publicado un adelanto en exclusiva. “Hay una ley llamada gravedad” que lleva a la formación continua del universo, “que puede seguir creándose desde sí mismo, de la nada. La creación espontánea es la razón por la que todo existe, por la que el universo existe, por la que nosotros existimos”.
“No es nada nuevo”, explica Massimo Robberto, astrofísico del Space Telescope Science Institute de Baltimore, donde estudia el origen del universo. “En los últimos tiempos están surgiendo, sobre todo en el ámbito de una cierta física teórica que va más allá de lo que se puede probar en un laboratorio, una serie de estudios que plantean la concepción de los multiversos, es decir, que existen infinitos universos y que nosotros vivimos en uno de ellos, con sus leyes y sus constantes, pero no es más que una burbuja de las infinitas posibles que se crean. Esto acabaría con el problema de la creación”.

¿Son teorías científicas serias?
Para los que nos dedicamos a la astrofísica experimental, son curiosas, cosas que comentamos durante el café pero que no tienen ningún impacto en nuestro trabajo de investigación. Además, hablar otra vez de infinitud va en contra de los descubrimientos que la física ya ha establecido. Con Hubble, el proyecto en el que yo trabajo, hemos conseguido identificar la imagen más profunda del universo hasta el momento. Es del tamaño de un sello de correos en el cielo. Si empezamos a multiplicar las 10.000 galaxias que hay en este sello hasta conseguir el tamaño del cielo, podemos llegar a contar 400.000 millones de galaxias, llegaría un momento en que ya no les daría tiempo a formarse. Por lo tanto, no son infinitas. El espacio que nos rodea ha demostrado tener un punto de origen en el tiempo y un número finito de cuerpos en su interior. De modo que el sentido de la finitud en astrofísica es una evidencia.

¿Y qué le ha parecido el texto de Hawking?
Mi primera reacción fue decir: “Ya estamos otra vez”. Hay físicos (Hawking es uno de los más importantes pero no el único) que al entrar en este terreno hacen mala física, porque sus afirmaciones no se pueden probar, y al mismo tiempo hacen mala metafísica y mala filosofía porque van contra la razón. Que el “ser” nace de sí mismo, o de la nada... ¿Pero cómo es posible que la nada pueda producir algo? La consecuencia es que la opinión pública ofrezca la imagen de una ciencia radical, cientificista, y eso no es bueno para la ciencia. Basta echar un vistazo a los comentarios de los blog sobre esta noticia. Muchos son críticos. Se ha generado una reacción negativa porque el hombre sencillo nota que esta afirmación no corresponde. Es cierto que existen culturas e historias diferentes, pero la pregunta sobre el sentido la tenemos todos. El desafecto hacia la ciencia, el escepticismo, nacen de este tipo de cosas.

Muchos acusan a Hawking de hacer estas afirmaciones como si estuviera exponiendo una teoría indiscutible y universal. En el fondo, el hombre no necesita sólo una teoría que le explique el origen del universo sino también su significado.
Puedes tener en cuenta innumerables factores, pero siempre hay uno, el factor X, que no terminas de situar. El concepto del límite extremo, de Dios, está a este nivel. El modo en que lo concibes va unido a cómo tienes en cuenta el resto innumerable de factores. Si eres un troglodita, el factor X puede ser un volcán; si eres egipcio, el sol; si griego, será un concepto filosófico... Siempre es una realidad más grande, algo que está más allá. Pero Hawking, por el contrario, corta esta dinámina de forma brusca porque no contempla la cuestión del significado, del logos.

¿Qué le respondería?
Que lo que dice no es probable. Y además de no ser probable ni demostrable, no pertenece a la física. Es una afirmación que nace de una visión cultural, de una historia personal, pero el hecho de que provenga de un prestigioso científico le da una autoridad que no tiene. Este tipo de afirmaciones son especulaciones, ideas, que no forman parte del ámbito científico. El Physical Journal nunca publicaría algo así, pues no significa nada. Es una opinión respetable, nada más.

Podría decirse que no se hace ciencia si se deja fuera el Misterio...
Como científico y como católico, respondo con una frase de san Pablo en los Hechos de los Apóstoles: “Dios fijó los tiempos determinados y los límites del lugar donde habían de habitar, con el fin de que le buscasen a Él, para ver si a tientas Lo buscaban y lo hallaban, por más que no se encuentra lejos de cada uno de nosotros”. Toda la realidad nos es dada como si el Misterio continuamente nos dijese: “Mírame. Estoy aquí”. Y tú miras alrededor y no lo ves, pero sientes esta llamada, aunque no se desvela. Para que se desvele es necesario el encuentro con un Hombre. No sé si la física puede demostrar o no la existencia del Misterio, pero la realidad lleva dentro un reclamo objetivo que solicita a cada uno. Nosotros lo buscamos, no está lejos, pero no sabemos cómo encontrarlo: hace falta que Alguien lo anuncie.

Entonces, una afirmación como la de Hawking es anticientífica porque en el fondo es como si decidiera detenerse y dejar de buscar este Misterio.
Si alguien me dijera: “Ya lo entiendo todo”, estaría triste. El modo en que el Misterio actúa en la realidad es una relación de amor hacia nosotros. Tu mujer cada día te conoce mejor, pero si te dijera: “Ya lo entiendo todo de ti”, sería el fin. Una relación amorosa es fuente continua de novedad, y la realidad sigue esta misma dinámica, es fuente continua de provocaciones inexorables y de belleza. Cuanto más la conocemos, más curiosidad tenemos. Poner el punto final a esta dinámica nos llenaría de melancolía, de desesperación. Si yo me dedico a esto, es precisamente porque así respondo a esta fascinación. Y hay muchos como yo. Hawking me llena de curiosidad. He conocido a pocos físicos que hayan adquirido una visión general del mundo a partir de su trabajo. En muchos casos, se trata de investigaciones que confirman un juicio que ya tenían antes, un background cultural o una experiencia personal. También me pasa a mí. Un ejemplo son los científicos judíos; después del Holocausto la mayoría dejaron de ocuparse de Dios. Al fin y al cabo, la ciencia es un corazón que mira, en este caso ecuaciones. Y para Hawking es lo mismo.