La travesía de la vida

Brasil
Isabella Alberto

"Parsifal, no te detengas y deja que sea siempre la voz única del Ideal la que te muestre el camino”. Parsifal es el caballero de la leyenda del Santo Grial, un joven audaz y creativo que da la vida por un Ideal. Es el protagonista de la canción de Claudio Chieffo que se ha convertido en el himno de la peregrinación a Aparecida de este año. Un recorrido de 60 kilómetros desde los Campos de Jordão hasta la Basílica de Aparecida. Con la mirada puesta en ese joven caballero, en ese “fuego que no muere”, en busca del “punto firme entre las olas del mar”.
Durante cuatro días, del 15 al 18 de julio, han recorrido un camino pedregoso, frío y escurridizo, pues la lluvia y la niebla fueron compañeros constantes. Pero al entrar en la Basílica el domingo por la mañana, entonando cantos de alabanza a Nuestra Señora, lo único que se veía eran rostros alegres, conmovidos, que llevaban sus peticiones y las de sus amigos, y también las de aquellos que no conocen y han colaborado económicamente para que los jóvenes que no podían pagar su viaje pudieran participar en la peregrinación.
El camino empezó con la organización de los equipajes en un camión, y luego a caminar detrás de la cruz. Para facilitar el recorrido se hicieron dos grupos de lo más variado: además de brasileños procedentes de todo el país –los de Aracaju y Manaus eran los que venían de más lejos-, había también un grupo de 36 jóvenes paraguayos acompañados por el padre Paolino más otros diez adultos que trabajan con el padre Aldo Trento en Asunción. Tres argentinos y un mexicano completaban la caravana.
Durante todo el trayecto, unos ayudaban a otros y si alguien empezaba a perder el ritmo pronto era sorprendido por una mano amiga que se ofrecía a llevar su mochila o le daba un poco de agua, o le acompañaba. Todo el camino era una oración. Primero recitando las horas y el rosario con la lectura de los comentarios de Don Giussani. Luego el silencio y después la conversación entre nosotros sobre el texto de referencia del camino, “La voz única del Ideal”, la asamblea de Julián Carrón con los jóvenes que han acabado el instituto en Italia. Al empezar, el padre Julián de la Morena nos lanzó una provocación que se convirtió en pregunta para cada uno de nosotros: ¿para qué sirve mi vida?
El último trecho lo recorremos de noche y más de doscientos adultos se unen al grupo. Antes de salir, el padre Julián nos llama la atención: “nuestra amistad sigue una luz. La compañía no basta. La vocación es encontrar un camino que nos muestre esta luz, es tener a Cristo como lo más querido”.
Ahora formamos cuatro grupos. Si no estamos rezando, vamos en silencio. De noche, todos en tensión hacia el Ideal. Cuando parece que domina el cansancio, el amigo de al lado te ayuda a seguir la cruz, a mantener la petición. Pasan la lluvia y el frío, y por fin amanece. A lo largo de la carretera, la Basílica se ve cada vez más cerca.
En una plaza enorme, muy cerca ya de Aparecida, se paran todos. Allí se unen más amigos, que vienen de todo Brasil para participar en el gesto final. Volvemos a cantar Parsifal. Ahora caminamos en un solo grupo hasta la iglesia. Todos hacen un último esfuerzo siguiendo a Bracco, responsable nacional del movimiento en Brasil, que carga la cruz en la última parte del camino. Hemos llegado. Nuestra Señora nos abraza.