Al encuentro del Apóstol

José Miguel Oriol

Con motivo del Año Santo, Comunión y Liberación ha celebrado la clausura del curso en España con una peregrinación a Santiago de Compostela. Allí han acudido mil peregrinos que, siguiendo la indicación de Julián Carrón en los Ejercicios de la Fraternidad, han pedido al Apóstol la fidelidad al carisma. También han rezado por las intenciones del Santo Padre, en especial, por su próxima visita a España, el próximo mes de noviembre, durante la cual también visitará al Apóstol Santiago.
Al finalizar la peregrinación, José Miguel Oriol hizo lectura en la Misa del Peregrino de una invocación al Apóstol que reproducimos a continuación.

Texto leído por José Miguel Oriol durante la Misa del Peregrino en Santiago de Compostela
(4 de julio de 2010)

Señor Santiago:
Recordando aquella primera peregrinación en el verano de 1982, nos presentamos de nuevo aquí, ante tus restos mortales y ante Ti, que estás en el cielo, y conoces por eso a muchos de nuestros familiares y amigos del movimiento de Comunión y Liberación que comparten contigo ya esa experiencia misteriosa más allá de la muerte. Los aquí presentes somos una muestra pequeña de la pequeña agrupación de seguidores de Cristo que caminan con Él y hacia Él por la senda que traza el carisma de don Luigi Giussani, nuestro fundador, y que continúa indicándonos hoy don Julián Carrón. Somos gente que se ha ido juntando en la vida, atraída por la figura de Jesucristo y su presencia personal y misteriosa entre nosotros, como fruto de un encuentro que nos produjo a cada uno curiosidad y deseo de conocerle mejor y seguirle, tal como te ocurrió a Ti una mañana de hace dos mil años a orillas del lago de Genesaret. No tenemos otras credenciales. Nuestra experiencia es una simple amistad laboriosa y operativa que se cultiva en una compañía guiada hacia el Destino grande que Tú ya has alcanzado.
Tú sabes cómo está España. La España en la que tú y Pablo sembrasteis, regasteis y cultivasteis las primeras plantas de la fe cristiana. La España de la que te convertiste en santo y seña, en patrono de su rehacerse a partir del 800 y de su expansión mundial, llevando a cuestas el anuncio de Cristo y la fe hasta el siglo XVII. Pero ahí todo empezó a quebrarse, como sabes, para la Europa cristiana y para España. Y hemos llegado, ya en el siglo XX, a nuevos tiempos de abdicación, marginación e incluso de odio activo al cristianismo.
Por caminos curiosos, y no fáciles, algunos de nosotros dimos con una luz nueva, con una energía en la que resonaba otra vez con fuerza existencial, aun maltrecha por trescientos años de crisis, la tradición cristiana recibida de nuestros mayores. Una luz que brillaba y venía de Milán. Que nos permitía superar la reducción del cristianismo a moralismo estrecho y sentimentalismo. Que abría de nuevo el camino de la razón hacia la fe. Que nos la proponía de forma existencialmente persuasiva y atrayente. Y a ella nos agarramos con decisión para vivirla y transmitirla aquí en España y en cada una de sus tierras. En eso estamos, sin prisa pero sin pausa, viendo renacer y crecer un pueblo que ya está extendido por casi todas las Españas.
Te pedimos que bendigas al sucesor de Pedro nuestro Papa Benedicto XVI, cuya guía tratamos de seguir fielmente, y al arzobispo compostelano don Julián Barrio, que nos acoge y le acogerá a Él como peregrino próximamente. Y que bendigas también nuestras vidas y nos ayudes a comprender mejor, Tú que has presidido los mejores siglos de la historia de España, cómo hacer más fecundo para Cristo y para su Iglesia nuestro peregrinar por esta tierra dolorida y confusa, fieles al carisma de don Giussani, que estará compartiendo contigo, gozoso, esta jornada.