Hacen falta maestros

Giuseppe di Fazio

Publicamos el editorial del periódico La Sicilia sobre la Escuela de Alta Formación promovida por Nova Universitas. Seguir a otro puede ser la ocasión de un nuevo inicio.
Imaginaos una tierra árida, como la vasta extensión interior de Sicilia, y un conducto hidráulico que, a causa de una avería, empieza a perder agua en miles de arroyos mientras que los grifos de las casas cercanas permanecen en sequía. Sería imperdonable.
Lo mismo sucede con la inteligencia. Muchos licenciados y estudiantes universitarios de Sicilia se ven obligados a emigrar o a trabajar como camareros en pizzerías, o como teleoperadores en call centers, a cambio de salarios que apenas les llegan para pagar el alquiler.
Si, como decía Saint-Exupéry, los jóvenes son como las flores de un jardín cuidado por un atento “maestro jardinero”, tenemos que decir que hoy muchas rosas están en peligro de extinción porque al jardinero ya no le queda agua (vemos recortes masivos y devastadores en los sistemas educativos y de investigación) o porque ha dejado de ser maestro. “¿Cuál es la tarea de los maestros?”, se preguntaba Paolo Foschini en el Corriere della Sera del pasado 20 de junio. Y apuntaba una aguda respuesta del director Ermanno Olmi: “me parece que se está perdiendo el sentido de la transmisión, transmisión que tiene lugar con el testimonio, de generación en generación, del saber, de la experiencia, del sentido de la vida”.
No podríamos explicar de otra forma –si no fuera por la presencia sorprendente e iluminadora de los maestros- un hecho que en estos días ha sucedido en Catania: cincuenta jóvenes estudiosos, llegados desde toda Italia y de otros países, han participado en un curso de alta formación sin créditos académicos. ¿Por qué un químico que estudia los efectos del cobre en el cuerpo humano podría interesarse por lo que dice el filósofo Cacciari, o por qué un investigador de derecho comercial presta atención a las investigaciones sobre el origen del universo del astrofísico Bersanelli? ¿Y qué interés puede tener para un joven doctor en Economía el poeta Davide Rondoni o una lección sobre la “materia nuclear en condiciones extremas” para un estudiante de Pedagogía?
Sin duda, la Escuela de Alta Formación promovida por Pietro Barcellona aborda un tema –la relación entre el futuro de la especie y la investigación científica- transversal a todas las disciplinas, pero no es éste su secreto, sino la presencia de ciertos maestros. Cuando esto sucede, se invierten los estereotipos de los jóvenes de hoy, a los que normalmente definimos como perezosos, infantiles, incapaces de sacrificio. Delante de una propuesta, ponen en marcha su libertad y su inteligencia. Es un hecho.
Queda la amargura del “maestro jardinero”, que cultiva las rosas (los alumnos) pero se da cuenta de que alguno ha roto (o cerrado) el conducto del agua. “El problema –ha dicho en Catania el presidente de la Fondazione per la Sussidiaretà, Giorgio Vittadini- no es que un estudiante siciliano tenga que irse a estudiar a ateneos italianos o extranjeros. El problema es si puede regresar”. Y es que el viaje de muchos de nuestros jóvenes parece tener sólo billete de ida, pero cuando tenemos noticias de maestros que viajan gratuitamente por toda Italia para facilitar las opciones de los estudiantes, se abre una esperanza. Quién sabe si algún político, empresario o banquero se dará cuenta de que cuidar el jardín de la inteligencia del Sur de Italia es un bien para todos.
(Publicado en La Sicilia, 22 de junio de 2010)