«¿Qué hace aquí uno como yo?»

Intervención de Joseph Weiler, profesor de la Universidad de Nueva York, en la presentación del Meeting de Rímini en Roma.
Cuando me invitaron por primera vez al Meeting, en el año 2003, muchos de mis amigos italianos se sorprendieron mucho: “¿Qué hace uno como tú en un evento organizado por ellos?”. Me di cuenta de que era algo interesante cuando estos amigos me preguntaron: “¿Cómo has hecho para que te inviten?”.
Siete años después, sorprendentemente, el Meeting me sigue invitando y yo no dudo en aceptar. El éxito del Meeting de Rímini, según los índices de clasificación de este tipo de eventos–por ejemplo, el número de visitantes- no sólo es indiscutible, sino que parece que crece año tras año.
Voy a intentar esbozar algunas hipótesis sobre las razones de este éxito.
1. Unicidad. He dado varias veces la vuelta al mundo y no conozco nada parecido: una organización que alquila el espacio de una feria comercial y lo transforma en una fiesta para la mente, para el intelecto y para el alma. ¡He presentado un libro a una audiencia de 5.000 personas! De acuerdo, lo confieso, era un libro de don Giussani... Pues bien, las únicas realidades que consiguen algo así se encuentran en el universo de los grandes eventos comerciales. Las ferias que tienen más de medio millón de visitas en una semana están al nivel del Salón del Automóvil de Detroit o Zurich, o el ComDex de Las Vegas. Mientras que aquí vienen miles de personas para escuchar una lección sobre Beethoven, visitar una exposición sobre la naturaleza de la luz o asistir a la conferencia de un filósofo.
2. Apertura intelectual. Éste es el mayor evento católico, y el más católico de todos. He compartido mesa de conferencias con Bersani, Barbera, pero también con Frattini o Pisanu. Yo, religioso ortodoxo, he compartido mesa con otros ortodoxos laicos. Yo, judío, he compartido mesa con musulmanes, protestantes y otros. Esto es Comunión y Liberación pero, en contra de lo que esperaba, siempre puedes esperar que suceda algo inesperado. No conozco ninguna organización política, religiosa o espiritual tan segura e implicada en la búsqueda de la verdad, que no sienta la necesidad de proteger a sus miembros de posiciones contrarias a las suyas, de la crítica o del escepticismo. La profundidad que encuentro aquí es admirable. Es un evento en el que domina la Razón. No quieren una adhesión basada en una fe ciega, prefieren optar por una convicción razonada. Pero esto es algo que no se puede obtener si uno se cierra. La apertura del Meeting no se puede confundir con una actitud relativista o escéptica respecto al conocimiento. Aquí salen al encuentro del oponente con cortesía y respeto, y el encuentro tiene lugar en el ámbito de la razón y de la discusión. Se formulan juicios morales, se experimenta la intensidad apasionante que nace de tomar en serio la búsqueda de la verdad.
3. Vida, juventud, familia. Beethoven, Fassino, Finkielkraut –instintivamente piensas: qué pesadez. Pero si lo piensas mejor, hay una atmósfera contagiosa en el Meeting que procede de un síndrome que podríamos llamar del “fragmento de vida”. Abuelos y nietos, solteros, parejas, familias, gran cantidad de mujeres embarazadas, masas de niños. Es el auténtico “pro-life”, una ayuda a la vida, que genera la vida y que se alegra en ella. Pero al final siempre estamos vosotros y yo, el mismo revuelo de gente que podría encontrar en la estación de Roma, con los mismos sueños de amor, éxito y felicidad, con las mismas desilusiones y tristezas que forman parte de la vida. El Meeting es a la vez especial e íntimamente familiar.
4. Gravedad. Hay siempre una seriedad subyacente que forma parte de la identidad del Meeting. Dentro de esta forma abierta, eléctrica, vibrante, encontramos al mismo tiempo una interesante indagación y articulación no tanto de las raíces cristianas europeas sino de sus ramas vivas, de sus hojas y sus frutos –la tradición viviente de una civilización cristiana, fundamento de la identidad europea y de la civilización occidental. Hay una indagación y una articulación de lo que significa ser cristiano practicante –humilde, pero no avergonzado- en este mundo. Los participantes no se limitan a divertirse –y se divierten mucho. Saben también que el Meeting representa algo más importante, más grave, más serio, un ejemplo de lo que significa vivir una existencia llena de significado.
5. Gratuidad. Vivimos una época en que la simple celebración del hombre como ser creado a imagen de Dios se confunde con una celebración del ego y del “yo” como origen de todo. Es sorprendente, y sorprendentemente edificante, asistir al gran éxito de cada edición del Meeting, si pensamos que gran parte de ese éxito se debe a los miles de voluntarios que se ofrecen desinteresadamente para desarollar cualquier tipo de servicio, desde la gestión de la cocina a la acogida de los invitados, servicio de mesa... en general, hacer que el Meeting funcione de forma impecable, como si se celebrara en Ginebra en vez de en Rímini.
6. El ingrediente secreto. El ingrediente secreto, para terminar, es el espíritu de don Giussani, que sigue flotando en todo el Meeting reanimado por su sucesor, Julián Carrón. Esto no lo puede captar la prensa, que en el fondo se interesa sólo por todo aquello que pueda ser noticia y que genere polémica. Giussani, en la segunda etapa de su enseñanza, no sólo insitía en el hecho de que la política no podía ocupar el primer lugar, sino que siempre decía que la vida espiritual del hombre de fe no sólo hunde sus raíces en la razón, sino en una conciencia real de la Presencia de Dios. La fe no es sólo un hecho cognitivo, sino también, y sobre todo, experimentable. Y así sucede también en el Meeting: hace experiencia y vive para acoger esta completa y extraordinaria combinación de vitalidad y gravedad.