Ver y conmoverse en Humocaro

VENEZUELA
Padre Leonardo Marius

Una Semana Santa distinta: algunos universitarios han ido de misión a Humocaro. El relato de estos días y las fotos de algunas Via Crucis que CL promueve en distintos países del mundo

“Ver y conmoverse, porque hacer cansa”. Estas palabras de Rose nos animaron este año a proponer a la comunidad de Caracas a irnos de misión en Semana Santa. Así surgió la idea de ir a Humocaro, donde existe una comunidad de CL y el Monasterio de las Hermanas Trapenses. Es una zona rural, donde vive gente muy humilde, que son un tesoro por su sencillez, su fe, su sentido del trabajo y hospitalidad, entre muchas otras virtudes.
El primer día tuvimos un encuentro con Madre Cristiana, “la más vieja y tonta de la comunidad”, como dice ella, pero seguramente una persona llena de sencillez y profundidad. Como personalidad, ella es lo más parecido a Don Giussani que he visto, en versión religiosa. No habían pasado cuatro palabras y ya me había impactado, porque comenzó diciendo: “yo no sé bien por qué estoy acá con ustedes, pero vine por obediencia al Padre Leonardo”. Ya con eso me dejó frío. Luego le conté lo del video de Rose, lo del “ver y conmoverse”, y ella respondió: “en el capítulo 72 de la regla de San Benito, él dice que el monje debe honrar al otro monje, es decir, admirarse por el otro, vivir esa conmoción por el otro. ¿Cómo no conmoverse frente a la preferencia y la vocación que se nos da por medio de otro?”. Se lanzó así un diálogo riquísimo con los muchachos, donde para mí lo más evidente fue cómo en ella se sintetizaba lo más genuino de San Benito y de Giussani. Nos dejó con la boca abierta. El impacto fue tal que todos los días alguien hacía referencia a la conversación con ella.
Durante los días santos nos dedicamos a ir al encuentro de la gente en el sector de La Mesa simplemente para ver y conmovernos, nada más, sin grandes planes ni pretensiones, con un mínimo de propuestas y celebraciones. Fue realmente impresionante, desde poder ver a uno de los amigos que había invitado de la Pastoral Universitaria, un poco descolocado porque no tenía un plan establecido para evangelizar, hasta uno de mis alumnos, que no es muy creyente, diciendo: “yo he venido aquí precisamente porque me dijeron que no me iban a dar un discurso religioso, ni a mí ni a la gente, que veníamos a ver y conmovernos, y me pareció adecuado. Y hoy, al encontrarme con un campesino que me contó todo lo que ha vivido, desde las técnicas agrícolas que me ha enseñado hasta cómo ha pasado hambre, al final me dijo que quería dar el diezmo a la Iglesia. Me he quedado conmovido, por tanto el objetivo se ha cumplido”.
También nos contaba Lewiss (uno de los universitarios): “Estando en el Via Crucis pude admirar cómo las personas que nos acompañaban se tomaron realmente en serio el seguir este gesto con silencio y mirando fijamente a la Cruz como había indicado el Padre Leonardo. Por ejemplo, vi a un niño que le decía a su mamá que no quería irse a su casa porque quería seguir la cruz, o a una anciana que estaba sentada en su casa y al ver pasar el Via Crucis se levantó de su silla, caminó con mucha dificultad un buen tramo hasta llegar a la entrada de su casa, abrió la puerta de la cerca y se quedó mirando la cruz fijamente, impresionada. ¿Qué ven en este gesto para que lo vivan así? ¿Qué hubo tan grande en este gesto que los conmovió así? Quizá no logro ver lo que ellos ven, pero sí puedo afirmar con seguridad que donar mi tiempo al Señor estos días me permitió ser partícipe de algo grande, como este Via Crucis, que me llena de estupor al mirar cómo la gente lo vivió, tanto que hace que yo mismo me pregunte por lo que miraban en la cruz”.
También ha sido impresionante para mí, por ejemplo, al visitar un anciano enfermo que me decía: “Padre, yo estoy seguro de que Dios siempre quiere lo mejor para mí, por eso, esta enfermedad la asumo como algo bueno para mi vida”. Estos días me han confirmado lo que venimos trabajando en la Escuela de Comunidad sobre la caridad como don conmovido de sí. Ha sido evidente que el Señor me ha mirado con ternura y se ha vuelto a donar por amor a mí, ¿cómo no donarme yo también por él? Por eso, viví el Via Crucis con esa conciencia: seguirte, Señor, es donarme a ti, es abandonarme a ti por medio de esta compañía que en tu nombre me sostiene.