El comunicado conclusivo de la séptima edición

El EncuentroMadrid 2010 ha sido una ocasión para comprobar que la caridad en la verdad, como asegura Benedicto XVI en su última encíclica, es efectivamente el elemento decisivo del desarrollo humano. No estamos ante una piadosa exageración. Esta séptima edición se ha celebrado cuando en España sufrimos una crisis descrita en su gravedad por Mikel Buesa en su intervención. Es urgente responder al lema que nos ha presidido: "Si los hombres no construyen, ¿cómo vivirán?"

Los encuentros de estos días han puesto de manifiesto que esta cuestión puede responderse a partir de la experiencia. Como decía Víctor Pérez Díaz en la inauguración, es necesario ejercer la libertad, partir del yo. Así es posible descubrir que, más allá de las ideologías que absolutizan el mercado y el Estado, estamos definidos por la gratuidad, somos hechos gratuitamente, nos realizamos en el don. La gratuidad es la que permite la educación, transmisión de una tradición, como nos ha recordado Jon Juaristi. La gratuidad es una categoría histórica que sostiene la vida económica, como ha afirmado Alejandro Llano. Explica la historia y el presente de Europa. Hace posible una creatividad social que el Estado debe respetar y en la que debe apoyarse.

El principio de subsidiariedad es más actual que nunca, concreta la capacidad de construir y de relación de quien  vive a la altura de sus deseos. Como nos dijo el cardenal arzobispo de Madrid, al que agradecemos su paternal guía, "si el hombre se abre a sí mismo y es  verdadero consigo mismo, se abre a Dios". La compañía del Misterio hecho carne es la que permite que el deseo crezca hasta el Infinito, sea creativo y socialmente fecundo. Más allá de los frentes en los que por desgracia nuestro país parece dividirse, este deseo permite un diálogo. De ello hemos tenido experiencia este fin de semana, en el que nos hemos encontrado con no creyentes, personas de otras religiones, representantes del PSOE y del PP.

Los voluntarios que hacen posible el EncuentroMadrid son la prueba fehaciente del valor social de la gratuidad. Agradecemos a Benedicto XVI, tan injustamente descalificado en las últimas semanas, que nos haya ayudado a hacer experiencia del significado que tiene, en la ciudad de los hombres,  la caridad en la verdad.