Huellas N.9, Octubre 2014

Los peldaños del Berchet y nuestro camino hoy

Octubre de 1954. Un joven sacerdote renuncia a una prometedora carrera de teólogo en el Seminario de Venegono y sube por primera vez la escalera de acceso al Liceo Berchet, en Milán. Entra en la escuela «con el corazón henchido por el pensamiento de que Cristo lo es todo para la vida del hombre, es el corazón mismo de la vida de cada hombre», con el deseo de «ayudar a los jóvenes a redescubrir los términos de una fe real».
Ese sacerdote era don Luigi Giussani. Y los suyos fueron los primeros pasos de un movimiento que nacerá precisamente en aquellas aulas, entre chicos atraídos por un reto lanzado desde la primera hora de clase: «No estoy aquí para que vosotros consideréis como vuestras las ideas que yo os doy, sino para enseñaros un método verdadero para juzgar las cosas que os voy a decir. Y las cosas que os voy a decir son una experiencia que es el resultado de un largo camino de dos mil años». Un método, esto es, un camino. Un recorrido para descubrir «la pertinencia de la fe a las exigencias de la vida», porque de lo contrario la fe resultaría inútil.

Han pasado sesenta años. En febrero se cumplirán diez desde la muerte de don Giussani. Este doble aniversario ha sido la ocasión para preparar el vídeo que recibís con este número de Huellas. El objetivo, sin embargo, de este documental no es celebrar una historia y mucho menos nuestros logros. Es reflejar el asombro agradecido por lo que existe hoy y que no es nuestro. Es de Dios. Tanto es así que los primeros sorprendidos al ver las imágenes en la pantalla, los rostros y las situaciones tan distintas que en parte conocemos, somos nosotros.

¿Qué es CL? Muchos de nuestros lectores, sobre todo los que pertenecen al movimiento desde hace tiempo, tienen su imagen; es inevitable. Otros, que leen nuestra revista por primera vez, quizás no. Este vídeo muestra muy bien qué es CL. Reflejando situaciones muy distintas, en lugares lejanos, desde la estepa de Kazajistán a los rascacielos de Nueva York, desde los barrios pobres de Uganda a las autopistas de Taiwán, ayuda a entender qué quería decir don Giussani cuando escribía: «En una sociedad como esta no se puede crear algo nuevo si no es con la vida». Muestra cómo el movimiento no se limita a las obras, la organización, las iniciativas, sino que es una vida. Un camino realmente hermoso porque está acompañado por la presencia de Cristo, como podéis leer en el “Página Uno” de este número.
Esta es la contribución que, con todos nuestros límites y pobreza, podemos ofrecer a todos, con el deseo de recorrer juntos un tramo de camino.