Huellas n.8 Septiembre 2022

Puro interés

El Meeting de Rímini te sumerge en una belleza imponente. Con un cuidado por mil detalles, como las líneas dibujadas a mano por los jóvenes que vemos en portada. Nunca pensarías que alguien las ha pintado una a una, y menos alguien tan joven. Aquí, en agosto, jóvenes y adultos dedican sus vacaciones a construir espacios para esta semana, turnándose con voluntarios de todas las edades y procedencias. Son una presencia imposible de encasillar. El Meeting dice algo tan sencillo como extraño: en medio del desinterés general, hay alguien que vive con pasión, por sí mismo y por los demás. Resulta extremadamente significativo oír hablar en el escenario de Rímini a Al-Issa, una de las principales autoridades islámicas. Para él, la «sabiduría» de don Giussani consiste en haber visto que «nuestra mayor privación en el contexto actual es la pérdida del sentido de lo humano». Palabras en las que resuena lo que para el fundador de CL –durante su intervención en el Meeting de 1985, de la que se tomaba el lema de este año– era el mayor peligro para la humanidad: «la pérdida del gusto de vivir».
El Meeting, hablando de todo, dialoga también con este problema, plasmado por el hecho de que la pasión por el hombre –por el destino del hombre– es algo que se encuentra.

Entonces «lo esencial es saber ver». Estas palabras acampaban entre los vertiginosos versos de Fernando Pessoa, protagonista de una de las exposiciones, un autor sobrecogedor que fragmenta y multiplica su yo en otros, y nunca es suficiente, y ansía un amigo que le comprenda, y sigue buscando. «Tuve todo en mi mano en una búsqueda ansiosa que llenaba mis noches y mis días. Pero nunca mi corazón». Percibía de tal manera su humanidad que llegó a decir que «todo es poco para lo que yo quiero», y al mismo tiempo que «todo vale la pena si el alma no es pequeña». Los signos de esta humanidad insaciable e infinita poblaban el Meeting por todas partes: en las historias más silenciosas y en las más llamativas, en la persistencia de la vida incluso en un gulag o en el estudio de las galaxias, en la caridad cotidiana o en el arte, en la justicia o en la música.
En el Meeting no encontramos la solución a las catástrofes del mundo pero sí el interés por la persona detrás de una cámara fotográfica, de una obra o de un trabajo. Sin sujeto, no existiría nada, esa es la única construcción que vale.
Tanto los ponentes como los guías de las exposiciones, las figuras de primer nivel como los voluntarios, se asombraban por lo mismo: la atención de la gente con la que se encontraban. «Ves que están buscando algo por la apertura y necesidad que muestran», decía Susana, guía en una exposición. «No solo se interesan por lo que explico, sino por mí». Puro interés, por la propia vida y por la del otro. Así de potente puede ser la gratuidad de una mirada. Parece nada, pero es capaz de despertar la conciencia.
En aquella intervención de 1985, Giussani mostraba cómo nació históricamente el interés por Cristo: con una pregunta. «¿Por qué este hombre dice estas cosas?». Y con una respuesta que afloraba en los corazones, casi «sin que la gente fuera consciente. Inmediatamente, si uno hubiera formulado esa pregunta, le habrían respondido: “Porque ama al hombre, ¡porque tiene pasión por el hombre!”».