«Dime algo, chica, ¿eres feliz en este mundo moderno? ¿O necesitas algo más? ¿Estás buscando algo más?».
La desgarradora sinceridad de Lady Gaga resonó en el Meeting de Rímini, llegando a la raíz de todas las demás cuestiones que surgían en los encuentros y exposiciones. De diversas maneras, esa semana ha sido como un ventanal al momento histórico que estamos viviendo, que no silencia sino que hace estallar las preguntas más incómodas y auténticas.
En las exposiciones era evidente. Justo cuando el yo parece envuelto por la amargura del mundo, emerge con toda su potencia. Con la sed de un amor oculto que impregna ciertas series televisivas, con la fuerza de la nostalgia de Pasolini o con la nobleza de las mujeres ugandesas, que durante años se han sentido como basura y ahora se presentan con unas preguntas conmovedoras: «Pero la vida, ¿quién puede darte la vida? ¿Quién puede hacerte vivir en este momento?». Son más que preguntas. Es el grito de la humanidad necesitada que somos y que vemos a nuestro alrededor.

«Dime algo, chaval, ¿no estás cansado de intentar llenar este vacío?».
¿Pero qué «puede desafiar el deseo de plenitud que reside en esa espera que todos llevamos dentro?», decía Julián Carrón entrando en “diálogo” con Lady Gaga en la exposición “Vivir sin miedo en la edad de la incerteza”. «Solo si el cristianismo es un acontecimiento capaz de dar a la vida una intensidad que ningún éxito, ningún trabajo, ningún afecto pueden ofrecerle, podrá ser realmente interesante para la vida». La fe estaría fuera de la historia, no podría seguir fascinándonos, si no tuviera que ver con nuestra necesidad más verdadera.
«¿Pero seguimos creyendo que basta ese atractivo?», concluía Carrón. En este número intentamos mostrar cómo el hecho cristiano dialoga con lo más profundo de nuestra humanidad. Con Timothy Radcliffe, con testimonios de todo el mundo, con un recorrido por algunos autores contemporáneos españoles, que con ánimo asombrado y doliente nos acercan hasta tocar el misterio del deseo que llevamos dentro. «Hay una grieta en cada cosa. Así es como entra la luz». Esta cita de Leonard Cohen ofrece una mirada llena de asombro, que sigue queriendo conocer algo que no sabe.
Lo que llena de luz esa grieta nunca será un pensamiento nuestro, sino alguien por quien dejarse mirar, alguien que mira con ternura su humanidad y por tanto también la nuestra, delante del cual nuestro corazón salta de un modo que nosotros somos incapaces de generar con todos nuestros intentos.