Huellas n.8 Septiembre 2019

La excepción

Es fácil a veces darlo por supuesto. Sobre todo si uno lleva años yendo, si ha pasado a ser una cita fija durante unos días en el mes de agosto, en la belleza intensa y caótica del Meeting de Rímini. El evento acaba de cumplir cuarenta años, permaneciendo fiel a su fórmula eficaz, hecha de encuentros, diálogos, exposiciones y espectáculos, protagonizado por un pueblo vivo. Y el riesgo de acostumbrarse, de pasar por alto su carácter excepcional, de reducirlo a un acontecimiento social, es grande.
En cambio, el Meeting es realmente algo fuera de lo común. Por lo que allí sucede, o sea, por cómo sigue permitiendo que se encuentren y hablen entre ellos mundos a los que en otros ámbitos les cuesta incluso mirarse a la cara, cosa que resulta cada vez más urgente en una sociedad lacerada como la nuestra («en el Meeting se da el encuentro entre personas distintas, que cuentan su propia experiencia vital y, cuanto más distintas son, más sincero es el interés que suscitan», ha escrito agudamente Antonio Polito, subdirector del Corriere, en Sette, el semanal del viernes ajunto al Corriere della sera). Y por cómo sucede, un aspecto que llama mucho la atención a los que vienen de “fuera”: los voluntarios, la gratuidad, la presencia multitudinaria, la familiaridad entre generaciones distintas, los jóvenes… «Jamás había visto un cristianismo como este», comentó un invitado durante una cena. Había captado la matriz que, desde el comienzo –mientras todo alrededor cambia de fisonomía o desaparece–, sigue generando belleza y una vida que es imposible atribuir simplemente a la habilidad de los organizadores.
Julián Carrón nos recordaba cómo en el Meeting emerge con claridad la preocupación de fondo de don Giussani: «la generación del sujeto, de un adulto apasionado por la vida. Todo lo demás es consecuencia de esto». Por eso, si se quiere entender de verdad un evento tan fuera de lo común y su sorprendente «presencia cargada de propuesta» para todos, hay que remontarse a la fe. «Solo el acontecimiento cristiano, vivido como fuente de un ideal, es capaz de crear amistad, es decir, un espacio donde encontrar a “personas que llevan en sí un mensaje”». En el origen de esta belleza hay un nombre, el de Jesucristo. Y el Meeting es una ocasión para toparse con él, tenga uno la procedencia que tenga.

Para no perder esta ocasión os ofrecemos una pequeña antología de lo que ha pasado en Rimini. Hechos, episodios, encuentros: la vida que en el Meeting tiene el gusto inconfundible de una intensidad alegre. Los contenidos de algunas conferencias tienen un espesor y una riqueza que merece la pena retomar. Os los ofrecemos publicando algunos extractos, además del texto íntegro de la intervención principal. Es una selección, obviamente, debido a los espacios y los tiempos, y por naturaleza es arbitraria. Debe dejar fuera cosas igualmente significativas (que podéis consultar en la web www.clonline.org o en la web del Meeting) y algunos hilos que retomaremos más adelante (por ejemplo, los preciosos diálogos sobre los derechos y deberes y sobre la inteligencia artificial).
La misma riqueza, con el mismo origen, encontráis en el resto de la revista: desde las cartas a los testimonios que nos llegan de los Balcanes, el foco sobre la Amazonía, protagonista del próximo Sínodo, y el recuerdo de Carmina Salgado, fallecida prematuramente en agosto. Historias de carácter distinto, pero con una única fuente, ese «acontecimiento cristiano» que, cuando es vivido, genera hombres distintos. Y mujeres que no podemos olvidar. Y amistad.