Huellas N.8, Septiembre 2013

Su amistad

«La violencia produce violencia. Es un círculo vicioso». Lo sufre junto a su pueblo Nawaras Sammour, director del Servicio Jesuita de Refugiados, que trabaja para aliviar las terribles consecuencias de una guerra fratricida (entrevista en pp. 20-24). Pero hacía falta un gesto imponente del Papa para que todos cayésemos en la cuenta de esta dolorosa verdad y para gritar que el corazón del hombre – también el de Caín – reclama de Dios y del otro la paz.
Al reanudar el curso después de los meses de verano, vuelve uno a sus circunstancias cotidianas, sin duda menos dramáticas que las de Siria, pero no menos sofocantes: una crisis que sigue mordiendo, el trabajo que falta, unas señales de recuperación en Europa que tardan en llegar, una incertidumbre que paraliza. ¿Qué podemos hacer nosotros ante estos problemas? ¿Qué puedo hacer yo para hacer frente a esta situación?

Lo mismo se preguntaba don Giussani. Así lo refleja ya en sus primeras páginas la biografía que Alberto Savorana (entrevista en pp. 10-18) le ha dedicado: «Yo no quiero vivir inútilmente: es mi obsesión», escribía en una carta de 1945 el recién ordenado sacerdote. Se trata de uno de los centenares de testimonios, documentos y hechos que muestran una vida ciertamente fuera de lo común – bendecida por un carisma – y, sin embargo, cercana a nosotros porque «vivió nuestras mismas circunstancias y desafíos». Nos lo recordaba Julián Carrón hace poco. Nuestras mismas exigencias, dificultades y preguntas. Al vivirlas en primera persona, nos ofreció un camino para todos, cambiando la vida de miles de personas.
Basta con leer las páginas sobre el Meeting de Rímini, hijo de aquel carisma, para tener un ejemplo significativo de lo que puede nacer de una vida así. O mirar a nuestro alrededor para ver unas vidas sanadas, unas amistades imprevisibles, una humanidad que florece cuando parecía imposible, gracias al camino que señaló don Giussani.
«No quiero vivir inútilmente». Su «obsesión» encontró una respuesta sobreabundante. Su vida, escribe Savorana, «es una existencia rica y plena, vivida incansablemente a partir del descubrimiento del Amigo que le revolucionó la vida entera»: Cristo, «el infinito, único Amor personal», como lo llama en una carta.
En virtud de ese amor de Cristo, recibido y vivido apasionadamente, don Giussani ha generado y genera vida en quienes encuentran su carisma. Todo nació de ahí y renace de ahí, por pura gracia. La organización es un mero instrumento; la incidencia social y política una consecuencia gratuita. La amistad con Cristo que nació en él desde niño, floreció en aquel «bello día» (la expresión es suya) en que, en el primer curso del Liceo, escuchando el Prólogo de san Juan, comprendió que ese Amigo era una presencia real porque el Verbo se hizo carne. «Desde entonces, el instante dejó de ser banal para mí».

La biografía de don Giussani estará disponible en español en verano de 2015. Si os invitamos calurosamente a leerla no es para rendir homenaje a una persona querida, sino para caer en la cuenta cada vez más de quién es Cristo y de cómo responde a nuestra humanidad, y así comprender mejor qué puede aportar al mundo nuestra vida cuando acoge Su amistad. Cada instante puede ser el descubrimiento de Su presencia y cada hombre nuestro compañero en este descubrimiento. «Un hermano que custodiar», decía el Papa. Hablaba de Siria, pero también de nosotros.