Huellas n.6, junio 2018

Brotes

¿Qué novedad aporta la fe al mundo, a este mundo de hoy? Puede que consideremos la respuesta como obvia, acostumbrada: aporta otros valores, opciones de vida distintas, una concepción del hombre radicalmente diferente de otras, incluso alternativa, con respecto a tantas ideas que vemos prosperar a nuestro alrededor. Se trata de cosas verdaderas, entendámonos, pero que necesitan tomar carne para no quedarse en simples fórmulas. Luego pasan cosas que son todo menos obvias. Por ejemplo, que el líder de una nación donde impera la laicidad absoluta, el presidente francés Emmanuel Macron, reconozca en un discurso oficial que la sociedad necesita a los cristianos porque aportan «una contribución a la comprensión de nuestro tiempo que se sitúa a otro nivel» y les anime a llevar en dote a su país «tres dones: vuestra sabiduría, vuestro compromiso y vuestra libertad». Y también hay otros casos, grandes y pequeños (algunos recogidos en el cuaderno de los Ejercicios de la Fraternidad anexo a este número de la revista), casos de no creyentes que se dejan tocar por el encuentro con ciertos cristianos, hasta el punto de reconocer la utilidad de su presencia para todos. Y pedir a los cristianos que sean hasta el fondo ellos mismos porque el mundo los necesita.

Es preciso que tomemos conciencia de ello para poder ofrecer una contribución efectiva. Al cristianismo no se le pide “un suplemento de alma”, de valores, de resistencia ética mientras todo el andamiaje cultural y social se desmorona, sino hechos que muestren que otro mundo concreto es posible. Lugares donde brota ya algo nuevo, testigos que con su vida señalen una perspectiva distinta para todos, abran la razón y ensanchen el respiro. En este sentido, la ayuda mayor que podemos aportar al mundo es vivir nuestra fe y alegrarnos por una continua conversión. «Si no experimentamos en primera persona que Cristo es la respuesta a la espera infinita de nuestro corazón, no podremos comunicárselo a los demás como un bien para ellos», observa Julián Carrón en el texto de los Ejercicios de la Fraternidad que adjuntamos a este número y que llevan un título sintomático: «Mirad que realizo algo nuevo, ¿no os dais cuenta?».

El Primer Plano está dedicado a esto, así como el resto de la revista, desde las cartas hasta las Rutas, donde encontráis la intervención histórica del cardenal Jean-Louis Tauran en Riad (Arabia Saudita), ejemplo luminoso de un diálogo que parece imposible cuando se reduce a las ideas, pero que se hace real entre personas. O en el testimonio de Michiel Peters, en misión en su tierra natal, Holanda, totalmente pos-cristiana: era la tierra que más sacerdotes enviaba por el mundo y hoy es tierra reseca. Sin embargo, también allí, brota ya un renuevo de la fe…