Huellas N.4, Abril 2008

La esperanza que permite construir

Publicamos como editorial el texto del juicio difundido por Comunión y Liberación en España después del 9-M.

«Si no podemos esperar más de lo que es efectivamente posible en cada momento y de lo que las autoridades políticas y económicas nos ofrecen, nuestra vida se ve abocada muy pronto a quedar sin esperanza. Sin embargo es importante saber que yo puedo esperar siempre, aunque aparentemente en mi vida o en el momento histórico que estoy viviendo ya no tenga nada más que esperar. Sólo la gran esperanza-certeza de que, a pesar de todas las frustraciones, mi vida personal y la historia en su conjunto están custodiadas en el poder indestructible del Amor y que, gracias a ello, tienen sentido e importancia, sólo una esperanza así puede en ese caso dar de nuevo el valor para actuar y para continuar».

Esta propuesta de Benedicto XVI en la Spe Salvi indica la oportunidad que tenemos tras las elecciones del 9 de marzo. Y también la tarea.
Ante la etapa que ahora comienza, como en cualquier ocasión en la que nos vemos urgidos por la seriedad de la vida, se pone de manifiesto lo que realmente se ama. En este momento es donde se ve “si la fe está en primer plano, si lo esperamos todo del hecho de Cristo o si del hecho de Cristo esperamos lo que decidimos esperar, convirtiéndolo, en el fondo, en excusa y apoyo para nuestros proyectos y programas”.

¿Cómo se puede esperar todo de este hecho, de modo que sea la forma y el criterio último de nuestros empeños y de lo que construimos? Hace 2.000 años Juan y Andrés se quedaron fascinados escuchando hablar a Jesús. El encuentro con esa persona respondió de tal modo a las exigencias de su corazón que su vida cambió totalmente. Este hecho ha atravesado la historia y ha llegado hasta nosotros, haciendo posible aquella misma experiencia dentro del gran pueblo que es la Iglesia. Y nos ha alcanzado dentro de una historia concreta.

Proponer a todos esta experiencia cristiana, tal como la hemos encontrado en el carisma de don Giussani, es la forma más real de extender la esperanza en nuestros ambientes y en la sociedad en su conjunto. Se trata de una experiencia que no quiere dejar nada fuera de ella y quiere, por tanto, valorar toda circunstancia personal, social, cultural o política. Por ello no hay nada tan importante como la educación, que exige tiempo y paciencia, pero es la única posibilidad de un cambio verdadero.

En este momento histórico sentimos como principal urgencia la necesidad de reconstruir una unidad verdadera en nuestro pueblo. Una experiencia de unidad que sólo puede nacer si recuperamos “la sensibilidad por la verdad”, de la que habla Benedicto XVI, antes que de cualquier pacto o estrategia. Por eso estamos interesados en un diálogo con las personas y las realidades sociales, religiosas, culturales y políticas en nuestro país. Unidad que nace entre personas y llega hasta el deseo de una construcción común de una sociedad.
Como afirmó McIntyre, “no estamos esperando a Godot, sino a un moderno san Benito”. Es necesario construir, con paciencia, realidades sociales y comunidades de todo tipo, empresas, obras, en definitiva, que sean expresión del gusto por la vida, de la caridad que nace cuando se vive la experiencia de la Iglesia.