Huellas N.2, Febrero 2014

Un amor inquebrantable

Es una simple línea que puede pasar inadvertida. En el parágrafo 3 de la Evangelii Gaudium, el Papa Francisco escribe: «Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable». Una línea. Trece palabras que se pueden interpretar como una premisa obvia, de alguna manera necesaria para desarrollar el discurso siguiente en el que habla de la Iglesia, la sociedad, la economía… En fin, de las cosas “concretas”. Pero también se pueden tomar en serio, al pie de la letra. ¿En qué consiste nuestra dignidad, nuestro valor? ¿En lo que conseguimos hacer, en los resultados que alcanzamos? ¿O en el hecho de ser amados por Dios «con un amor infinito e inquebrantable»? Si esto es verdad, ¿cambia algo en nuestro modo de concebirnos a nosotros mismos o de vivir el día a día?
Responder es decisivo, no sólo porque todo lo que el Papa escribe a continuación se apoya en esta certeza, sino porque es lo que nos da consistencia personal y alegría.

«El verdadero protagonista de la historia es el mendigo», nos recordaba don Giussani, de cuya muerte se cumple en este mes el noveno aniversario. «Cristo mendigo del corazón del hombre y el corazón del hombre mendigo de Cristo». Antes de cualquier capacidad nuestra, más allá de cualquier logro o fracaso personal, hay un dato que no se altera, una roca firme en la que apoyarnos, una fuente inagotable: somos hechos por Otro, somos queridos, somos fruto «de un amor inquebrantable». Nuestra dignidad reside en ser amados. En darnos cuenta de ello.

Cuando se cumple un año de la renuncia de Benedicto XVI, su decisión sigue sorprendiéndonos y mostrando toda su fecundidad. Parecía un paso atrás y ha tenido la fuerza de cambiar a la Iglesia entera, porque se apoyaba en una consistencia cierta y serena. Como escribe el Papa Francisco, «inquebrantable». Cuanto más vuelve la Iglesia a lo esencial, al misterio de la misericordia, más se vuelve capaz de llegar a cada hombre y a todo el hombre, con todas sus heridas y con todo su deseo.
Esto es lo que pretende mostrar EncuentroMadrid al elegir como lema de su edición de 2014 «Buenas razones para la vida común». La dignidad de la persona tiene su fundamento en buenas razones que se pueden experimentar en primera persona, compartir con todos y narrar en la plaza pública con auténtica dignidad cultural. Así contribuimos a recrear una amistad cívica que hoy, más que nunca, es necesaria para nuestra convivencia en España.