Huellas n.11 Diciembre 2019

El último en llegar

En Huellas de noviembre habíamos profundizado en un punto decisivo de la Jornada de apertura de curso de CL, el encuentro que abre el año social, con una propuesta educativa para los miembros del movimiento. Tras la descripción del contexto en el que vivimos, caracterizado por un “nihilismo pasivo” que envuelve a la sociedad y nuestras vidas anestesiando energías, gusto y deseos, indicábamos lo que puede arrancarnos de la nada: el testimonio de una vida distinta. Hechos y personas que animados por un significado del vivir se convierten en autoridad para otros. Esto es, padres, en cuanto que generan y hacen crecer a otros.

Es un tema crucial que retomamos en este número, yendo al fondo de esta autoridad, ajena a toda forma de poder –como subrayaba don Giussani en su intervención propuesta de nuevo en aquella jornada– y, más bien, sinónimo de paternidad. Una autoridad con características inconfundibles: «Es el lugar donde la vida nueva es más límpida y clara, y por ello, un lugar de consuelo, donde se comprueba que Cristo vence». Lo cual quiere decir donde se advierte la posibilidad de que las circunstancias, la fatiga y el dolor no nos encierren como en una jaula, sino que se puedan vivir con un sentido, incluso con serena alegría. Es lo que buscamos todos. ¿A quién no le gustaría verse más libre y sereno en el trance de la vida? ¿Quién no desea que su vida sea útil, capaz de abrir «nuevos caminos» en un mundo que parece impermeable a la fe, mientras que, en cambio, se presenta como «una gran ocasión» (como afirma Charles Taylor, uno de los mayores filósofos vivos, en la entrevista que encontráis en estas páginas)?

El reportaje en Primer Plano es un pequeño viaje por esta paternidad, como siempre a través de testimonios e historias, además de una reflexión que puede ayudar a comprender. El criterio de fondo sigue siendo la experiencia de esa «autoridad paterna» que no depende de roles (ni siquiera de los canónicos: padres, profesores, curas, líderes varios…), sino que acontece donde y como quiere. «Por eso puede ser más autoridad la mujer que echa una moneda en el arca del templo que el jefe de los fariseos», recordaba don Giussani. No se impone por cuestiones de poder, simplemente se ofrece a nuestro reconocimiento.

Lo mismo que les pasó a los pastores pintados en la Adoración de Caravaggio, propuesta como Cartel de Navidad de CL. Miraban a la criatura menos poderosa del mundo, al último en llegar, miraban literalmente a un Niño recién nacido. Y con sencillez de corazón intuían en aquel Hijo, que llegaba acompañado de indicios tan prometedores, la presencia del Misterio, sintiéndose generados por ese evento bueno. Un evento que también nos genera a nosotros, día tras día. ¡Feliz Navidad!