Voluntarios en Rímini (©Archivo Meeting)

Meeting. «Lo que yo he visto»

Limpieza, comida rápida, servicio de orden, exposiciones… Más de tres mil voluntarios han trabajado en Rímini. Estos son algunos de ellos según el relato y las imágenes de un joven fotógrafo
Giovanni Dinatolo

Dentro de la guerra
Desde hace ya tres años, Georgi vive la experiencia del Meeting como voluntario. Conoció CL en la facultad de Ingeniería de Brescia, y aceptó por amistad la invitación de sus amigos a pasar una semana en Rímini sirviendo mesas en un restaurante de comida rápida. Su sencillez es conmovedora. Mirándole, no puedes dejar de pensar en la situación que vive actualmente su país, Ucrania. Y eso es lo más sorprendente. Georgi vuelve al Meeting porque aquí ha encontrado un lugar que él define como «un milagro». Un lugar donde puede descubrir lo más bello de la vida, donde encuentra un impulso que le permite afrontar todas las dificultades del año. Si es posible vivir una semana plena, auténtica, llena de encuentros con personas desconocidas que te cambian, es que también es posible revivir todo eso en la rutina universitaria, con todas las dificultades de la vida. Incluso delante de una guerra.

Georgij (©Giovanni Dinatolo)


Más allá del miedo
Sí porque, gracias al Meeting, Lucía, de 22 años, se dio cuenta de que si aceptas vivir los desafíos cotidianos, estos te llevan hacia la plenitud. Uno de sus primeros días como voluntaria en la exposición “In oculis facta”, tuvo que afrontar un problema familiar que la alejó del Meeting. Cuando volvió, le costó recuperar el motivo adecuado para retomar su trabajo. Hablando con amigos y buscando ayuda para volver a empezar, no era capaz de librarse del miedo que la atenazaba. Solo una mirada llena de preguntas y curiosidad en dos niñas que se le acercaron para que les explicara la muestra pudo abrir una brecha en ella. Aquella sencillez le remitía al motivo esencial por el que ella estaba allí. Un sí pequeño, personal, limitado, que le hacía formar parte de una historia más grande. Diciendo sí a esas niñas, se dio cuenta de que estaba construyendo una casa para miles de personas. Así se construye el Meeting.

Lucia (©Giovanni Dinatolo)


La humanidad todos los días
Luca, 20 años, es estudiante de filosofía y guía en la exposición “Family car trouble”. La mañana del segundo día vio a una madre conmoverse ante las fotos de Gus Powell. Le llamó la atención cómo esta madre se relacionaba con su hija pequeña, que le preguntó por el motivo de sus lágrimas. La madre la tomó en brazos y le explicó el recorrido de la exposición. Esta sencillez, esta enorme humanidad, es algo que Luca ha visto todos los días en las personas con las que se encontraba mientras explicaba esas fotografías. Una humanidad que él no es capaz de explicar, pero que ha incorporado a todo lo que Powell ha creado con sus fotografías. Se dio cuenta viendo a un hombre que, llorando, daba las gracias a los voluntarios porque, a través de su disponibilidad totalmente gratuita, había vuelto a descubrir el Meeting y, gracias a esas imágenes, había revivido la enfermedad de su padre. La implicación de la gente que suscitaban las fotografías de Gus también era algo que Luca veía todos los días en sí mismo. «Sin haberlo pedido, la exposición estaba hecha para mí».

Luca (©Giovanni Dinatolo)


En juego, sin pedir nada a cambio
Tras pasar el año entero con sus alumnos, Elena, de 26 años, se ofreció como voluntaria para la zona infantil del Meeting, que este año se ha transformado. Un grupo de diez madres de Rímini se ha encargado de este cambio para hacer que los niños también fueran protagonistas del Meeting. Elena se sorprendió al ver cómo esas madres, de manera totalmente gratuita, habían organizado algo tan grande y tan bonito, que sorprendía a todo el que pasara por allí. Talleres de carpintería, juegos de matemáticas, cursos de fotografía, aulas de lectura continuada… Todo hacía protagonistas a los niños. Una de las preguntas que planteaba el Meeting era “¿qué hace la política?”. Esto hace política, un grupo de madres que educan en la belleza. La política nace desde abajo, de niños que se juntan para aprender y crecer, nace de personas que se ponen en juego, en primera persona, para educar a los más pequeños, sin pedir nada a cambio. ¿Qué hace posible todo esto?

Elena (©Giovanni Dinatolo)


Un hilo conductor
Emanuele, 62 años, ha vuelto a trabajar este año en el Meeting. Otros años acompañaba a los jóvenes del stand de Bérgamo, que se ha transformado en restaurante, lo que requería un compromiso mayor por parte de todos. Esto provocó muchas preguntas y problemas que afrontar. ¿Cómo se gestionan los pedidos de un restaurante? ¿Cómo se organiza todo, de dónde sacar el material? ¿Qué hay que enseñar a los más jóvenes? Al toparse con la primera y larga fila de clientes, enseguida pensó que podía afrontar ese trabajo de dos maneras: dejándose vencer por el miedo y las dudas, o preguntarse cuál era la raíz de todo aquello. Así que miró su experiencia en el Meeting de años pasados y se dio cuenta de que el gran hilo conductor que unía todo lo que había vivido siempre había sido algo más grande, que no estaba en sus manos. Resonaron en su cabeza las palabras del padre Lepori a propósito del pasaje evangélico de Marta. ¿Por qué afanarse tanto si “una sola cosa es necesaria”? Vivió toda la semana del Meeting con una tranquilidad que no era suya, mirando sus miedos y dificultades de manera distinta. Lo que me ha llamado la atención de Emanuele es su fidelidad a su experiencia.

Emanuele (©Giovanni Dinatolo)