Liara Lima

BRASIL. «LO ESPERABA DESDE SIEMPRE»

Trabajadora social en Manaos, en el corazón de la Amazonia, Liara cuenta su encuentro con don Giussani en 2010, viendo un DVD que le prestaron sus amigos. Y que le abrió «un camino»
Davide Perillo

«È isso! È isso que busco!». Eso era lo que buscaba Liara. Y lo encontró de casualidad, mientras salían en la tele imágenes de un cura italiano con voz ronca y mirada penetrante que llega hasta corazón. «Me quedé sin palabras. Lloré de principio a fin. Era como si siempre lo hubiera estado esperando. Mientras lo miraba, pensaba: quiero entender por qué este hombre es así. Quiero poder hablar con la misma certeza que él». “Él” era don Giussani. El video se titulaba Vidas extraordinarias, un DVD sobre el fundador de CL que le había prestado un amigo. Liara quería entender mejor de dónde salía ese grupo de cristianos que había conocido hacía unos meses. Y se encontró con un rostro que le cambió la perspectiva para siempre. Hasta el punto de animarla a decidir, al poco tiempo, que podía entregar su vida entera a Cristo.

Liara Lima tiene 32 años, lleva un vestido de flores y sus ojos brillan en un rostro de niña sonriente. Es trabajadora social en un hospital de Manaos, en la Amazonia. Es Memor Domini. Ese mismo Jesús cuyo nombre oía nombrar en casa de pequeña, porque «los míos son cristianos y yo iba a la parroquia, participaba en los sacramentos y todo», pero Jesús «no era un amigo cercano, presente. No estaba dentro de la realidad».

Empezó a entrar en su vida a finales de 2010. Todavía vivía en Parintins, donde nació y estudió en el instituto. «Un amigo me invitó a un encuentro un domingo por la noche en casa de don Giuliano Frigeni, el obispo. Hacían Escuela de comunidad. Yo entonces no sabía lo que era, pero los oí hablar de la caritativa, de El sentido religioso… y empecé a ir». ¿Por qué? «Curiosidad. Y sorpresa. Era algo nuevo para mí. En la parroquia estudiábamos un poco de historia de la Iglesia y yo pensaba que era algo parecido, un momento de estudio. Pero me encontré con gente que hablaba de cómo vivía, cómo estaba en la realidad. Hablaban de cómo es posible tener presentes ciertas cosas en la vida cotidiana. Me quedé impactada y empecé a preguntarme: entonces, ¿hay gente que vive así? ¿Y por qué?».

Ahí es donde entra el DVD prestado. «Fue la primera vez que vi a Giussani. Me fascinó: “¡Eso es lo que busco!”. Me preguntaba cómo era posible vivir una familiaridad así con Jesús. Hablaba de él como alguien presente. Como yo hablo de mis padres o amigos...». Cuando llega el momento de ir a la universidad, va con una idea clara: «No quería perder lo que había encontrado. Tenía que conocerlos más: a aquella gente y a don Giussani. Las cosas que decía eran muy grandes: la belleza se ha hecho carne, la verdad, la justicia, se han hecho carne…». Liara busca a los universitarios del CLU y se hacen amigos. Profundiza en una experiencia que, poco a poco, lo va invadiendo todo. Al año siguiente comienza el camino de verificación de la vocación. «Había oído hablar de los Memores, pero no los conocía. Me puse a buscar en internet y luego pregunté a algunas personas que me ayudaron poco a poco. Sobre todo el padre Julián y otros amigos. Así empezó».

Es un camino que enseguida empieza a tocarlo todo. «Era siempre una novedad continua. A medida que iba caminando, descubría que todo me interesaba: la Escuela de comunidad; Passos, la revista Huellas en portugués; los libros… Pero a medida que avanzo, sigue siendo así. Cuando leo una página de Giussani o de Julián Carrón hay algo que habla de mí, de mi humanidad. Eso me hace amar el camino».

El camino ahora pasa por trabajar en un hospital en la zona este de esta ciudad de algo más de dos millones de habitantes, situada en un punto donde el río Negro se encuentra con el Amazonas. «El hospital es grande, pero la necesidad también lo es. Atendemos a una zona enorme. Atiendo a pacientes de todas las edades, desde los quince años hasta la ancianidad». En general es gente sencilla que suele ser pobre. Una jornada normal está hecha de situaciones muy variadas. «Cosas tranquilas, como conversaciones con familiares de los pacientes para hacerte una idea de la situación; o más complicadas, como ver la manera de ayudar a un anciano que vive solo, o incluso a los refugiados que llegan de Venezuela… En definitiva, no solo atendemos enfermedades».

Liara siempre había pensado en trabajar ayudando a la gente. «Pero el encuentro con el movimiento ha sido una gracia también en este sentido, porque he vivido este deseo de manera distinta. Quería hacer Psicología, pero decidí estudiar Trabajo social porque vi que necesitaba estar más cerca de la gente. Siempre me ha impactado una frase del padre Pío: “En el enfermo pobre está Jesús dos veces”. Para mí, siempre ha sido así».

Dice que es otra perspectiva, «una manera distinta de mirar las cosas y las personas. Hay algo misteriosamente distinto en la realidad que tienes delante, y eso te abre». Cuenta un hecho que le pasó hace unos días. «Había una madre con un hijo con problemas neurológicos. Estaba agitado, no podía estar quieto. Pensé cómo podrían vivir así, me identifiqué con ella. Pero mirando cómo se movía, lo que hacía, empecé a pensar: “Eso no es todo. Hay algo más que sufrimiento. Hay una presencia que lo cambia todo”. Estaba claro que ella estaba abrazando esa presencia cuando abrazaba a su hijo. La realidad estaba habitada. Incluso dentro de la fatiga, en el dolor por cosas que a veces parecen inhóspitas, hay un huésped. Mientras la miraba comprendí que esto es necesario para vivir».

El pasado mes de diciembre, el camino de Liara vivió un paso decisivo: la profesión, junto a otros novicios de los Memores. «Fue un día precioso. Una amiga que había hecho la profesión unos años antes me dijo: mira, será uno de los momentos más bonitos de tu vida. Ahora puedo decir lo mismo. Es verdad que había un montón de problemas: la pandemia, las dificultades para viajar… Llegar a Milán fue toda una aventura. Al pasar el último control, me eché a llorar». Igual que viendo aquel DVD... «Para mí, la profesión ha sido la ocasión de mirar aún más el inicio y toda mi historia. Ha sido como un acento de cumplimiento, de manera muy misteriosa». ¿Qué quieres decir con “cumplimiento”? «Yo quiero ser feliz ahora. No es una promesa de futuro sin más. Es algo que ya se cumple ahora. Lo he experimentado. Y lo experimento ahora».

Liara habla de la carta del Papa a los profesos, «una sorpresa, un regalo grandísimo que me conmovió». Y de los cantos, «los mismos que me acompañan desde el inicio. Cantábamos y toda mi historia pasaba ante mis ojos. Tenía presente a todos los que estos años me han acompañado. Rezaba para que mi “sí” a Cristo también les ayudara a ellos». Dice que en ese momento pensaba también en otra cosa que vuelve a su mente de continuo. «Don Giussani, hablando de Juan y Andrés. Eran los mismos, pero eran distintos, porque después del encuentro todo era completamente diferente. A mí me ha pasado lo mismo. Sigo siendo la misma, pero soy otra. Algo de otro mundo. Pero en este mundo».