Don Luigi Giussani

Don Giussani y yo. Confesiones de un director

Hans van Mourik Broekman ha dedicado toda su vida a la educación. Sin embargo, cuando el año pasado “conoció” a don Luigi Giussani se cuestionó su manera de vivir su trabajo y de vivir su fe. De Huellas de febrero
Luca Fiore

«Habían pasado casi veinte años y todavía recordaba su nombre. Era difícil olvidar la impresión que me dejaron sus palabras, escuchadas en la CNN, comentando el 11 de septiembre. El día de los atentados, mi familia y yo estábamos volando a los Estados Unidos y nos habían desviado a Canadá, donde pasamos unos días como refugiados, viendo la televisión. Y a ese sacerdote tan especial... Luego, por alguna razón, no lo busqué. Pero en medio del confinamiento sentí la necesidad de saber qué tenía que decir hoy ese sacerdote sobre la pandemia. Y busqué su nombre en Google: “Lorenzo Albacete”».

Hans van Mourik Broekman nació hace 54 años en Syracuse, Nueva York, de padres holandeses. Fue a la escuela secundaria en los Estados Unidos y se graduó en Filología Clásica en la Universidad de St. Andrews, Escocia. A partir de ahí, empezó su carrera docente, primero como profesor y director de algunos colegios católicos en Estados Unidos y después en Liverpool, donde dirige actualmente el Liverpool College, uno de los institutos más antiguos de la ciudad. En 2015, se las arregló para modificar el estatuto del College para pasar de “escuela independiente” a “academia” financiada por el Estado. ¿Resultado? Consiguió que fuera gratuito el acceso a una formación de excelencia, que en el Reino Unido solo es posible para hijos de las clases altas. Una operación que el parlamentario laborista Andrew Adonis, ministro en los gobiernos Blair y Brown, calificó como «quizás la mayor brecha en el Muro de Berlín, dividiendo los sectores educativos privado y estatal, de la que hemos sido testigos en las últimas décadas».

El Liverpool College, como las demás escuelas del Reino, también se cerró el año pasado debido a la emergencia Covid y las clases pasaron a ser online. Hans, atrapado en su casa, frente a la pantalla de su ordenador, descubrió que no, que no podía saber lo que piensa Lorenzo Albacete sobre el drama de la pandemia mundial porque el sacerdote portorriqueño murió en octubre de 2014. Pero en su búsqueda por internet se encuentra con una larga entrevista que Albacete había concedido a un canal de televisión con un título un tanto extravagante: El significado de la vida. «Era un diálogo sobre Dios en el Ritz, su libro. Y hablaba de manera tan fascinante y convincente... Tenía un aspecto un poco desaliñado, pero su teología era profunda. En un momento dado, hizo referencia a don Luigi Giussani y al movimiento de Comunión y Liberación. Sin explicar quién era el primero ni qué era lo segundo».

Hoy, Hans intenta mirar lo que le pasó aquellos meses. El mundo que le rodeaba estaba alterado por el virus, pero en el microcosmos de su hogar las cosas parecían tranquilas. Sin embargo, lejos del trabajo y de los alumnos, sentía una extraña necesidad. «Era el deseo de sentirse vivo, un deseo de esperanza, de poder confiar en la fe y en Jesús. Una necesidad casi desesperada de que la fe recobrara todo su sentido. Estaba buscando una fuente para reactivarme dentro de una situación que parecía inexorablemente plana. No había perdido la fe. Siempre he sido católico. Pero en ese momento buscaba algo que pudiera reavivarla».

Hans van Mourik Broekman

El director vuelve a Google. Luigi Giussani. Comunión y Liberación. Primero compra en Amazon God At The Ritz, luego The Risk of Education. Se lo lee todo de principio a fin. Causan en él, que enseña Introducción al cristianismo (está incluido en el plan de estudios estatal de las escuelas británicas), un efecto perturbador. «Como mucho, lo que los chicos logran captar es un interés histórico-cultural. Pero luego, de hecho, del cristianismo no les importa nada». Enseguida tiene la impresión de que Giussani es «un genio de la educación, un campeón de la pedagogía». Dice que hay conceptos que literalmente le han abierto la mente: realidad, experiencia, verificación, deseo. «Que la realidad sea algo más grande que lo que se puede demostrar es una idea absolutamente ajena a la cultura pedagógica anglosajona, que pretende enseñar solo lo que se puede medir y demostrar. Giussani en cambio dice algo que suena revolucionario a mis oídos: “La realidad se hace transparente en la experiencia”. Y luego el deseo: nuestro sistema educativo parece hecho para negar deseos a los estudiantes. Y, de nuevo, la verificación: lo que se enseña debe tomarse como hipótesis de trabajo que cada uno debe comprobar en la experiencia. No son ideas inventadas por Giussani, pero es como si en él asumieran un valor metodológico que dota de herramientas a la enseñanza y al aprendizaje de cualquier cosa».

Pero después de leer los libros, Hans todavía parece tener sed. Y vuelve a utilizar la única herramienta de la que dispone, internet. «Las páginas oficiales de CL no han hecho más que aumentar mi curiosidad. Sin embargo, no encontré el contacto de alguien aquí, en Liverpool». Pregunta entonces a unos amigos sacerdotes. Alguien había oído hablar de un grupo de CL en Cambridge. Pero no logra contactar con nadie. «En la decimosexta página de Google, encuentro un artículo sobre un grupo que está en mi ciudad. Cita el nombre de un sacerdote que conozco. Le llamo, me dice que sí, los conoce y que de vez en cuando celebra la misa con ellos». Al escuchar esa conversación telefónica, Eleanor, la esposa de Hans, se da cuenta de que en realidad conoce a Loredana, una italiana que ocasionalmente envía por el chat de WhatsApp algún que otro enlace a la web de CL. Lo que buscaba estaba más cerca de lo que creía. Se pone en contacto con Peter, el responsable local del movimiento. Empieza a asistir al grupo de Escuela de comunidad por Zoom. «Llevo unos meses participando todas las semanas en estas reuniones. Y solo recientemente he conocido en vivo a estas personas que, inesperadamente, ya sentía como amigos. ¿Cómo puedes ser amigo de alguien si no lo has visto nunca en persona? Es similar a la pregunta que nos plantea Giussani: ¿cómo puedo seguir a Jesús si no puedo estar con Él físicamente?».

Eleanor también empieza a participar en las reuniones. Un par de amigos, intrigados, también les piden conectarse. A principios de enero, Hans participa en el encuentro de las comunidades anglófonas del norte de Europa con Julián Carrón. «Me pareció todo tan sencillo, claro, ninguna referencia a extrañas teorías filosóficas o psicológicas. La cuestión era: ¿Nos interesa vivir con Dios o sin Dios? ¿Queremos ser hijos o nos conformamos siendo huérfanos? Luego escuché testimonios realmente poderosos. Tantos recordatorios de lo que es esencial en la vida». En los últimos meses, aprovechando el tiempo que el confinamiento deja libre y siguiendo la estela del choque gnoseológico producido por el pensamiento de Giussani, Hans se pone a escribir. No uno, sino tres libros. «El primero se titula Confession of a Headteacher (Confesión de un director, ndt.) y es la relectura crítica de mi carrera profesional a la luz de Educar es un riesgo. Es un trabajo que me obligó a volver a las razones por las que empecé a dar clase y a reflexionar sobre los desafíos que hoy tengo que afrontar como gerente de una escuela no católica, donde hay que tomar en consideración todas las visiones de la vida». El segundo libro es Full Life – Letters of My Students (Vida llena – Cartas de mis alumnos, ndt.). «Recoge todos los consejos que a lo largo de los años he dado a padres y alumnos antes de toparme con el pensamiento de Giussani y explica cuándo y por qué me equivoqué, y dónde, en cambio, sin darme cuenta, acerté con lo que les decía». El tercero, todavía en fase de escritura, es The Experience of Christianity (La experiencia del cristianismo, ndt.) y, en las intenciones de Hans, es un intento de explicar el cristianismo a aquellos que no lo han experimentado. «Me parece que Giussani tenía delante a jóvenes que conocían todas las formas cristianas, pero cuya fe ya no tenía relevancia para la vida ni nexo con sus deseos. Yo tengo delante a chicos que no tienen ni idea de lo que es el cristianismo y me gustaría explicarles qué es, describiendo lo que se siente siendo cristiano, qué tipo de experiencia se tiene viviendo la fe».

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Una de las afirmaciones de Albacete que más le impresionó, entre las que escuchó en la CNN en los días posteriores al 11 de septiembre, suena así en su memoria: «Cuando vi las imágenes del avión chocando contra la primera torre, reconocí en mí una antigua llama. Sabía que la religión podía hacer algo así, porque sabía lo que era capaz de hacer en mí». Hans dice que le traspasó la sinceridad de aquellas palabras. Y su radicalidad. «Es la misma impresión que me produce leer a don Giussani. Piensas: “Es verdad y tiene sentido. Es muy razonable para mí”. Lo que leo en las páginas de este sacerdote italiano que murió en 2005 es una descripción educativa analítica de mi experiencia de Jesucristo. Cristo me permite dar un sentido a mi existencia. Pero el método indicado por Giussani te muestra un camino para que esto suceda. Cada espiritualidad tiene una dimensión educativa».

Hans piensa en los últimos meses y en su experiencia en contacto, aunque no físicamente, con sus nuevos amigos de CL. Y vuelve a su experiencia en los Estados Unidos y a los años pasados en la Iglesia británica. «Antes de recibirme en la Escuela de Comunidad, no han comprobado quién era yo. Nunca tuve que rellenar ningún formulario, ni dar la dirección de mi casa. Nadie me pidió que comprara nada. También hablamos de política, pero después de tantos meses no consigo encasillar a estas personas. Es un grupo que se sale de todos mis estereotipos de grupos eclesiásticos. Nunca nos atascamos en debates sobre hechos relacionados con controversias internas a la Iglesia. Nadie compite para ser más piadoso que los demás o para mostrarse como el mejor católico o el más serio. Todo eso me pareció un verdadero consuelo. Todo descansa en el ejercicio de la libertad personal: una libre asociación de personas libres».