China. «Estamos contentas porque tú existes»

Al comenzar el “octubre misionero” convocado por el papa Francisco, Begoña relata qué significa para ella la misión después de pasar diez años en China. «Solo puedes comunicar lo que tú vives»
Begoña Ramírez

De las primeras cosas que he aprendido es que la misión sobre todo es vivir tu relación personal el Señor. Esto es lo más fundamental, porque solo puedes comunicar lo que tú vives, y esto se hace más evidente todavía cuando las personas con las que te encuentras no son creyentes, no entienden nada de tu historia, no saben nada del cristianismo y sobre todo, a veces, no sabes ni siquiera la lengua. No puedes mostrar "nada" según tu imagen de lo que sería ser misionera, lo único que puedes hacer es vivir con la conciencia de que Él está presente y esperarle. Y es fascinante esperarle y empezar a ver cómo Él actúa. Esto es para mí la misión: ver lo que Él hace. En el fondo esto debería ser lo mismo en un país cristiano o no cristiano, esto es lo que debería dominar nuestra conciencia. Y la gente se da cuenta de que la miras de otra manera. Perciben un respeto, una dignidad que hace que se pregunten quién eres.



Una de las cosas más bonitas que nos han pasado es que un día los porteros del edificio nos invitaron a cenar. Esto es algo totalmente inusual. Son como una mezcla de guardias jurado con porteros de la urbanización, y hablan chino cerrado, o sea, que la relación de estos cinco años con ellos consiste todos los días en un "buenos días", y ya está. Cuando voy a hacer la compra, a veces les llevo un paquete de galletas, un poco de fruta, porque siempre me ayudan a cargar la batería de la moto, que pesa 20 kilos, o a llevar la compra a casa; siempre que viene algún amigo les dicen que como es amigo nuestro pueden pasar sin problemas... en fin, hay muy buena relación. Pero ellos saben que todos los días a las 6.45 de la mañana vamos a misa y nada más. Pues bien, nos dicen que nos quieren llevar a cenar. Nosotras, sorprendidas, fuimos para allá. Llegamos y ya habían pedido... una cantidad de comida para 10 y éramos cinco. Empezamos a cenar y nos pasamos una hora brindando, una y otra vez, es lo que hacen aquí, quieren honrarte y es su manera de expresarlo. Justo al inicio de la cena nos dijeron: «Bueno, ¿tendréis que bendecir, ¿no?». Y yo dije: «Pues sí, damos gracias a Dios por estos amigos que nos ha dado y por compartir esta cena». Luego nos preguntaron por qué no nos casábamos y les contamos nuestra vocación como como pudimos. Ellos decían que eso en China no podía ser, porque si uno no se casa, no tiene dignidad. Después de un buen rato les dije que a lo mejor deberíamos empezar a recoger porque ellos se levantan a las cinco, así que uno se levantó inmediatamente y fue a pagar. Luego nos dijeron: «Queríamos agradeceros cómo nos habéis tratado, nunca nadie nos ha tratado así. La gente normalmente nos trata con desprecio pero vosotras lo habéis hecho como amigos, nos habéis hecho regalos, nos habéis presentado a vuestros amigos… ¿entendéis qué es esto? Para nosotros es todo, nos habéis respetado, nos habéis dado dignidad. Y eso es porque para Jesucristo todos son iguales y nosotros sabemos que vosotras nos habéis tratado así porque sois cristianas». Nos quedamos todas en silencio, pero luego les dije: «A vosotros nadie os da la dignidad, nosotras tampoco, porque ya tenéis dignidad por vosotros mismos. Para nosotras, Jesús os ha hecho, y eso basta». Estaban felices, nos dijeron que estaban tan contentos que no tenían que beber más... y no habíamos hablando nada con ellos sobre el cristianismo... nunca, solo les saludábamos y, bueno, yo les iba diciendo que era Navidad, que nace el niño Jesús, que es Pascua, que resucita y que por eso estábamos contentas, pero nada más. Parece que no es nada, pero ellos lo asociaron. Es increíble.



Un amigo siempre nos dice que basta con vivir de la relación con el Señor, que eso ya es todo, es lo que nos da paz y certeza, y todas estas cosas que pasan podríamos no verlas, pero si además las ves te llenas de alegría, no porque hayamos hecho nada nosotras –que en este caso está claro– sino por lo que hace el Señor. Eso sí que da un gusto indescriptible, una certeza eterna.

Otro episodio increíble fue cuando mi hermana y yo nos íbamos de vacaciones a Vietnam y en el aeropuerto me senté en la puerta de embarque al lado de una joven china. A los cinco minutos me pregunta que si yo voy a misa a San Peters, la iglesia internacional de Shanghai. Le digo que sí y me dice que nos conoce, a mi hermana y a mí, porque durante tres años nos ha visto ir a misa los sábados a las seis de la tarde en chino y siempre que nos veía se alegraba y nos tenía simpatía por ir a una misa en chino en lugar de a la de cinco, en inglés. Ella pensó: «Estas chicas deben estimar a los chinos para venir a una misa en chino». Hablo con ella y me cuenta que es católica y me expresa su gratitud por haber encontrado al Señor y su deseo de que toda China lo conozca. Nos intercambiamos el teléfono y a la vuelta de nuestro viaje la invitamos a cenar a nuestra casa. Empezamos a hablar y expresó, aunque no claramente, que le faltaba una comunidad, un lugar donde poder vivir la fe. La invitamos a escuela de comunidad y ahora es una de las que la llevan. Igualmente, te das cuenta de que es Él quien va dando a cada uno lo que necesita y lo hace sea cual sea el ambiente o circunstancia.

Hemos conocido a muchísima gente durante estos años, y más o menos hemos contado cuál era nuestra vocación y qué era el movimiento de Comunión y Liberación. Sinceramente, no creo que ni un 10% haya entendido algo, pero lo que sí saben es que somos gente que está contenta, que tiene la casa limpia y ordenada (grandísimo signo del cristianismo para ellos), que nos gusta estar juntos y compartir la vida. Esta gente sabe que estamos, que estamos ahí siempre para ellos, pase lo que pase, que siempre pueden venir y compartir su vida con nosotros, que no pretendemos ni les pedimos nada sino que solamente estamos contentos porque existen. Esto siempre nos ha sido muy claro por una sugerencia que nos dio un amigo: «Vosotras no estáis allí para crear ninguna estructura del movimiento sino para vivir vuestra relación con Cristo y la gente sabrá que estáis ahí, sin pedirles nada».

Es fundamental estar bien acompañados, seguir a alguien concreto. Es muy común y frecuente, al menos a mí me ha pasado mucho, medirme, hacer cuentas y ver que pasan los años y “no das fruto” como tú imaginabas. Es fundamental ser ayudado constantemente a recordar que tu medida no es Su medida y que Jesús podría hacer un milagro y convertir a todos pero que lo que Él está buscando es que se convierta tu corazón. Me ha sido especialmente útil el mensaje que Don Giussani envió a los primeros del movimiento que se fueron a Brasil de misión en el que decía que lo importante es lo que se es, no lo que se hace. Eso ha sido una auténtica liberación, algo a lo que volver todos los días.