El diario online del liceo Da Vigo-Nicoloso de Rapallo

¿Todo normal o todo especial?

Sharing.school es un blog con 30.000 usuarios que nace de las preguntas de unos alumnos en la clase de religión. Federico Pichetto narra la experiencia de estos chavales y de un periódico escolar que empieza a convertirse en una “casa”
Davide Grammatica

«En Sharing quiero el mundo entero». Lo dice una joven alumna del Liceo Da Vigo-Nicoloso de Rapallo que, junto a otro centenar de chavales, colabora en el periódico escolar. Aunque en realidad Sharing.school (con el subtítulo: “Cuando los jóvenes son noticia”) es un blog que llega a 30.000 personas y que cuenta con una redacción de jóvenes apasionados entre 14 y 19 años. Hablan de política y actualidad, pero sin desdeñar otros temas. En definitiva, hablan de lo que quieren o, mejor dicho, de «pedazos de vida», como dice Federico Pichetto, creador y director de la publicación: «No existe ningún “pedazo de vida” que no sea útil para otros».

Esta experiencia nace de la clase de religión. Y de dos alumnos que, en vez de verla como un momento para relajarse, han querido ir hasta el fondo de una pregunta: «¿Qué quiere decir concretamente que la mirada de Cristo te cambia la vida?». Un interrogante que surge «de una provocación a la totalidad», cuenta Federico, que invitado por la directora se ha hecho cargo de este proyecto, desafiando continuamente a los chavales sobre los temas que se proponen cada semana. Se ha convertido en un instrumento para abordar sus preguntas cara a cara, para que no escapen. Para abrirles hacia el futuro, dando crédito al presente.



Los primeros alumnos empezaron a implicar en el proyecto a otros amigos, empujados por las ganas de vivir la escuela no como un sitio en el que dejar pasar cinco años de su vida sino como una casa. Para dejar de sentir la sensación de estar solos cuando están todos juntos. «En la hora de religión sucede algo grande», apunta Federico, «porque te toca a ti, no puedes descuidar ningún pedazo de ti. No se trata de algo privado o sentimental, porque de esta condición nace la esperanza de que exista algo interesante. Y si admites esto, la realidad entera puede ser interesante, la actualidad, la política, la música… Es como si el alumno despertase porque redescubre una necesidad que tiene».

Así ha nacido también una compañía. Una de las primeras fue Marta, 16 años, la primera de la clase, campeona de gimnasia artística. Todos la consideran la mejor. Entró en la redacción porque era la única capaz de escribir artículos sobre deporte olímpico. Pero no quería publicar, no se sentía a la altura. Hasta que Marco, uno de los responsables de la publicación, le confesó que gracias a sus artículos había empezado a interesarse por el deporte y ver las olimpiadas en televisión. El ansia de perfección se convirtió en su motor para volver a escribir. «Lo que me faltaba era llegar a ver qué había de especial en lo que vivía. No soy especial yo, sino lo que vivo», cuenta Marta. El blog parece casi un pretexto porque lo que parece tener valor realmente es haber encontrado un modo nuevo de estar juntos.

María, por ejemplo, nunca quería volver a casa después de clase. Demasiadas peleas domésticas, tantas que se quedaba en el parque a estudiar por las tardes. La invitaron a participar en el proyecto, que exige que la escuela siga abierta hasta tarde, para poder estar allí y acompañarla mientras estudiaba. Esto ha dado lugar al proyecto “Casa estudiante”, que ha traído notas mejores para casi todos e historias parecidas a la de María.

También está Mateo, el chico más popular del centro. Deportista y músico, cada vez con una chica distinta. Entró en la redacción para completar la alternancia escuela-trabajo. Le asignaron un artículo sobre “el bien y el mal”, y le provocó una frase de la Biblia citada por el profesor, Federico: «Su mente y su corazón son un abismo». Mateo quedó impactado y se puso a escribir, pero no lo dejó ahí sino que empezó a interesarse por sí mismo, por su sensación de agotamiento, por el amor, por su pasión y su energía sin un criterio real. Y cambió de perspectiva, organizó un torneo de fútbol, un evento musical y comenzó a tomar en serio su afecto.



Igual que otros muchos. En tres años no han dejado de nacer y madurar relaciones, han pasado de ser dos estudiantes a un centenar, repartidos en dos sedes distintas, de un simple folio de papel impreso a una cabecera online, con contenidos traducidos en inglés, alemán, francés y español, para poder llegar a otros puntos del mundo. Con el tiempo, los que se van graduando siguen colaborando, y también los que salen al extranjero. Han buscado financiación, se ha abierto la posibilidad de ofrecer becas de estudio en Ciencias de la Comunicación, y de que muchas otras escuelas puedan aprovecharse de esta plataforma.

El crecimiento de Sharing no ha pasado desapercibido y Federico ganó el pasado 14 de enero el Italian Teacher Award, elegido entre otros setecientos profesores. En febrero, junto a otros cinco colegas premiados, ha visitado una escuela de Manhattan para realizar unas prácticas de didácticas innovadoras. Para una mejora técnica que «seguramente estará muy bien», dice, «pero que nunca podrá sustituir el verdadero motor de esta experiencia, es decir, una mirada que te pone en movimiento, que en las dificultades te hace reconocer la oportunidad de hacerte mayor. Y que se convierte en método».

Un método que se convierte en escuela. Puesto que Sharing camina a paso veloz, el año que viene está prevista la puesta en marcha de Gimec (Periodismo, Medios y Comunicación). Una ocasión para vivir aún más intensamente esta experiencia, para chavales que «apuestan por el presente, más aún que yo», concluye Federico, mientras recuerda una anécdota: «Estaba en la máquina del café, cuando un alumno se me acerca y me pregunta cómo he empezado el día. “Todo normal”, respondo. Entonces él vuelve a preguntar: “¿Todo normal o todo especial?”».