Muhammad Bin Abdul Karim Al-Issa, secretario general de la Liga del Mundo Islámico, con el presidente del Meeting, Bernhard Scholz (©Archivo Meeting)

En la fuente de lo humano

Flashes de un encuentro histórico con Muhammad Bin Abdul Karim Al-Issa, secretario general de la Liga del Mundo Islámico, que se ha medido en el Meeting con El sentido religioso de don Giussani (publicado en la revista Huellas de septiem

Wael Farouq. En 1990 tenía dieciséis años y, como cualquier joven árabe, egipcio y musulmán, leía a Al-Mutanabbi, un gran poeta árabe, y a William Shakespeare. Crecí, como la mayor parte de mis coetáneos, con las dos culturas: árabe islámica y occidental. La pregunta más frecuente en esa época era: los europeos no dejan de huir de su pasado, mientras los musulmanes no dejan de huir hacia su pasado, ¿en qué presente van a encontrarse entonces? Esa era la pregunta de la mayor parte de mi generación, al abrir los ojos y ver el desmoronamiento de nuestro mundo. Tras la caída del muro de Berlín y del comunismo, vimos todo el mal que había, pero no solo eso. Iraq invadió Kuwait, con la caída de otro gran relato: el nacionalismo árabe. Y con las guerras del Golfo, cayó la gran narración del liberalismo, al transformar la luz de la libertad en la negrura del petróleo. (…) Las religiones también cayeron en los años 90 y llegó la oleada del terrorismo, con atentados en los que murieron muchas personas inocentes. El llamado islamismo, el islam político que utiliza la violencia para alcanzar sus objetivos, también hizo caer ante nuestros ojos la respuesta religiosa. (…) En aquellos años, cuando los amos de la ideología me pedían que los siguiera con los ojos cerrados porque eran dueños de la verdad absoluta, leí El sentido religioso, donde Giussani me pedía que abriera los ojos porque para seguir la verdad absoluta hay que tener los ojos abiertos. Era una pregunta viva, como una herida que no cicatriza. Ya no tenía que elegir entre huir del pasado o hacia el pasado. Solo debía abrir los ojos al aquí y ahora. Es el método del “ven y verás", el mismo de la tradición islámica porque toda invitación a la fe islámica parte de una llamada para ver y toda aceptación de la fe islámica se llama shahada: testimonio. Viene del verbo shahida, que significa ver. Cuando alguien abraza una fe dice: «He visto». Por eso, con cada encuentro con personas que venían de la experiencia de Giussani, iba tomando forma un nuevo gran relato, una gran narración de la esperanza fundada en la racionalidad, el realismo y la experiencia elemental. En cada encuentro que tengo con personas que viven la experiencia que nace de don Giussani, crece dentro de mí esta esperanza. La esperanza que buscaba en mi juventud la encontré en El sentido religioso y en mi encuentro con vosotros.

Stefano Alberto, Muhammad Bin Abdul Karim Al-Issa y Wael Farouq en el Meeting (©Archivo Meeting)

Al-Issa. Para superar los problemas del pensamiento y del alma que todos debemos intentar sanar –para construir un mundo más armónico consigo mismo y con los demás, un mundo más seguro y pacífico, formado por sociedades que se comprenden mutuamente y viven en paz–, el primer paso comienza por la percepción del sentido religioso, que representa el valor de la fe en cada ser humano. De esto habla el innovador creativo, investigador, gran filósofo y religioso de gran humanidad y abierto a los demás Luigi Giussani, que respetaba la razón y respetaba a todos. (…)
Un pensador, un creativo que posee una sabiduría que le lleva a decir que nuestra mayor privación es la pérdida del sentido de lo humano. Según la lógica de Giussani, debemos percibir la importancia y el valor de nuestra existencia, debemos preguntarnos cuál es el significado de la vida, el significado profundo de la existencia, por qué somos diferentes, cuál es el secreto de esa diferencia. ¿Existe una verdad? ¿Hay muchas verdades? ¿Podemos dejar que la especulación filosófica y una discusión infinita acaben haciendo que la verdad se desvanezca? Estas cuestiones despiertan la razón y la llevan a pensar con una sana lógica para afrontar la interpretación nihilista de la existencia, que quiere borrar cualquier otra interpretación lógica de la vida. Por ejemplo, el filósofo o el científico reconducen la vida a la célula y no se preguntan quién ha creado esa célula, cómo ha podido estructurarse de manera tan original, hasta llegar a encerrar un alma, un espíritu. (…)
Los valores morales que comparten todas las personas, creyentes o no, son en realidad ese sentido religioso que habita en cada uno de nosotros, son la experiencia elemental de la fe en toda alma humana. (…) El hombre, como hombre, tiene necesariamente unos valores morales que representan sus valores más altos, supremos, algo sagrado para él. Si nos privamos de estos valores morales o sagrados, incluyendo la fe, perderemos esta fuente que representa nuestra verdadera energía. Y si ignoramos este impulso hacia la fe interior que nos transmite valores morales y nos distingue de las demás criaturas... cuando ignoramos esta fe o huimos de esta fe, interpretamos de manera incierta que el hombre ha creado esos valores con su propia razón, lo que comporta su ausencia. (…)
El sentido religioso de Giussani no es un libro teológico, no es solo religioso, aunque hable de valores firmes para todos los creyentes. Habla del hombre que debe descubrirse a sí mismo y busca sus secretos más profundos, solo o con la ayuda de otros. Giussani realiza este papel, iluminando a las mentes perdidas que han desnaturalizado los valores humanos compartidos. No reflexiona en términos teológicos sino intelectuales y filosóficos, que se dirigen a todos, creyentes y no creyentes, les habla con la lógica de la sabiduría, esa sabiduría que lleva al hombre a vivir la experiencia elemental de la fe en el Creador, que le ha dado la vida y ha plantado en su interior esos valores, esa experiencia elemental. A pesar de que era teólogo, en sus discursos encontramos frecuentemente textos de Dostoievski, Kafka, Eliot, Goethe, Shakespeare… Este libro nos ayuda a descubrirnos a nosotros mismos, así como el significado espiritual de cada persona. Giussani no separa el espíritu de la mente, sino que remite a la mente y la liga al espíritu. No sostiene esa teoría que dice: haz callar a la razón para que hable tu espíritu. Giussani cree que la razón es lo que nos hace propiamente humanos si aprendemos a no ser esclavos suyos. (…)
Queda una pregunta: ¿podemos privar al creyente del sentido de la fe del que acabamos de hablar? ¿Podemos privarle de su experiencia elemental? La respuesta es: sí, podemos, pero el sentido de la fe pervive dentro de la persona, aunque quede inactivo. Las leyes divinas, sobre todo las de las religiones celestes, llegan hasta nosotros para despertar ese sentido de la fe, para despertar nuestra natural predisposición a la fe. Este sentido religioso, que comprende todos los valores morales y muchos valores humanos compartidos, puede darse de dos maneras: en una quietud profunda, de la que necesita despertar, o en un estado de vigilia y actividad, que necesita encontrar el camino de la fe para no desviarse del sendero adecuado.