Jóvenes universitarios de Bloomington

Los siete de Bloomington

Un joven investigador pasa unos meses en la Universidad de Indiana, donde se encuentra con una pequeña comunidad de estudiantes de CL
Luca Farè

Volví hace poco de Estados Unidos, donde estuve trabajando unos meses. Conocí a mucha gente, pero hay algo que me ha ayudado especialmente a vivir este tiempo. Llegué a Bloomington, a la Universidad de Indiana, justo en el momento en que estaba naciendo una preciosa comunidad de siete jóvenes. Me fascinó su entusiasmo y su sencillez. La mayoría llevaba poco tiempo en el movimiento y se notaba que deseaban participar de una vida más bella. Se buscaban como si el otro fuera lo más preciado. Los acompañé porque realmente necesitaba estar con ellos. La comunión con ellos me ha hecho vivir una experiencia de liberación, sobre todo en los momentos más duros. El ámbito universitario y social americano es muy desafiante. El ideal dominante es el del hombre independiente que se hace a sí mismo. Aquí, la dimensión comunitaria no es algo natural. De hecho, pedir ayuda y compartir el sufrimiento se ve como una debilidad. Tal vez por eso, cuando te encuentras con una manera distinta de vivir, el deseo de comunión se hace aún más fuerte. Me impresionaba el ímpetu de estos jóvenes por hacer llegar a todos la novedad que han encontrado. Me contaba un amigo de Chicago que don Giussani, respondiendo a una persona que estaba de misión en América que le preguntó qué podía hacer por la gente que conocía, le dijo: «Lo que necesitan vivir es un amor incondicional». Y eso es lo que estos chicos me han dado.
En esta carta Chevy, una de los siete del CLU de Bloomington, testimonia lo que yo he visto.



Hasta hace unos meses, en el CLU de Bloomington solo quedábamos Sponge y yo. Muchos de nuestros amigos se graduaron y durante la pandemia ha sido difícil establecer nuevas relaciones. Empezamos el curso preguntándonos cómo continuar la vida del movimiento y la Escuela de comunidad durante lo que se presentaba como un periodo de inactividad. Pero estos meses ha sucedido algo. Nuestra comunidad cobró vida inesperadamente. Conocimos a una amiga en el Centro Newman que se unió a nosotros dos en la Escuela de comunidad. A su vez, ella nos presentó a un amigo que también empezó a participar. Otra persona llegó de la nada, tras descubrir el movimiento en un artículo que leyó. Luego apareció un amigo del que no sabíamos nada desde 2018, que también volvió a venir. Por último se unió a nosotros Luca, un amigo del movimiento de Italia que vino a trabajar con un profesor. Al final, de un modo que no llego a entender y en un tiempo brevísimo, pasamos de ser dos a ser siete. Afrontamos esta aventura preciosa y apasionante de compartir el carisma de don Giussani con personas de “nueva cepa”. Es imposible “explicar” con palabras lo que hemos encontrado. Pero ahora, de una manera muy concreta, ha empezado una vida juntos, llena de conversaciones, cenas, discusiones, preguntas.

Cuando llegó la cita anual de las vacaciones del CLU en Colorado, invitamos también a estos nuevos amigos. Algunos no podían afrontar solos ese gasto, así que pedimos ayuda a las comunidades vecinas para compartir esta experiencia. Decir que la respuesta fue sorprendente es poco. Un montón de familias donaron dinero, unos cinco dólares, otros doscientos… Fue impresionante. Me recordó que somos dependientes y amados gratuitamente. Constantemente somos generados por Otro que se hace cargo de nosotros.
Así fue como tres de nuestros nuevos amigos pudieron ir a las vacaciones. Con el dinero alquilamos un coche para ir hasta Colorado. Ya es increíble que después de 17 horas interminables de viaje no quisiéramos matarnos. Las vacaciones estuvieron llenas de amistades nuevas, excursiones, juegos, almuerzos, testimonios, cantos. Como decía Sponge al terminar, es un don maravilloso volver siempre al origen de este encuentro gracias a la experiencia de los nuevos amigos que Dios nos regala.
Los últimos meses han sido preciosos y ahora que uno de nosotros pronto volverá a Bélgica para terminar el doctorado y otro cruzará el océano, no veo la hora de seguir viviendo la vida juntos (aunque estemos lejos físicamente), con una apertura constante, allí donde nuestra comunidad de Bloomington llegue.
Chevy