Enrico Ruggeri (Foto: Andrea Raffin/Shutterstock)

Enrico Ruggeri. «El mundo no es solo papel de fumar»

Durante un viaje en coche, un popular cantante italiano escucha en la radio el encuentro con Javier Prades sobre el lema del Meeting 2021. «Lo escuché hasta el final». Y lo tuitea. Le preguntamos por qué
Paolo Perego

En el coche, en dirección a Venecia por un concierto, oyendo esas canciones «vacías, digamos que poco comprometidas» que sobre todo en verano suenan en la radio continuamente. «Deprimente. Iba cambiando de emisora», dice Enrico Ruggeri. Hasta que se topó con la voz de Bernhard Scholz, presidente del Meeting, en directo desde Rímini. «Estaba presentando un encuentro y al final, antes de que tomara la palabra el invitado en cuestión, sonó un gran aplauso, como en un concierto. Y pensé: “Así que hay gente que no se pasa el verano oyendo estas canciones”». La radio pasó a emitir la reflexión del teólogo Javier Prades sobre el lema del Meeting, “El coraje de decir yo”. «Lo escuché entero, hasta el final». Sorprendido e impactado, explica el cantautor italiano nacido en 1957. Tanto que lo tuiteó en Twitter: «De Kierkegaard a Pirandello pasando por Queen, con preguntas existenciales, filosofía y actualidad. El mundo no es solo papel de fumar».

«Tuve muchos like y comentarios, no me lo esperaba. Pero al leerlos me di cuenta de que a ellos también les interesaba», cuenta. No es que se tratara de una perspectiva diferente a lo habitual. «Es que había una perspectiva. La palabra perspectiva ya implica que alguien mire algo en relación con otra cosa. Y eso ya es mucho, en un momento en que no se mira nada... No digo la luna, ni siquiera el dedo que la señala». Sin embargo, aquel aplauso estaba ahí. «Por el “tono” pensé que mucha gente de aquella sala eran jóvenes». Sorprendente, añade, porque además el que allí iba a hablar era un sacerdote. «Cuando era pequeño, el cura era un elemento importante en nuestra formación. Recuerdo las iglesias llenas y muchas veces lo que él decía marcaba la diferencia. Y había algunos impresionantes. Don Giussani por ejemplo era uno de ellos. Hoy muchos parece que viven fuera del tiempo. Pero luego oyes a uno como Prades, que habla de manera dinámica, interesante, profunda».



No es cuestión de una sintonía especial. «No es que sea un fanático de Kierkegaard. Pero la idea de una filosofía vinculada a la vida y que no sea solo una serie de "sofismas y frases con efecto” me entusiasmó». Desde que empezó la pandemia, Ruggeri insiste en que los filósofos son más necesarios que los virólogos para afrontar lo que estaba pasando. «La cuestión era más profunda que una mera epidemia, pues afectaba a la estructura humana. Encerrados en casa, por miedo a no contagiarse, a no morir. Como insectos, con la única preocupación de no quedar aplastados. El miedo a morir es una obsesión que nos impide vivir». Pero el Covid solo ha sacado a la luz algo que ya había antes. «Muchas veces usamos la palabra muerte en sentido figurado: vía muerta, mano muerta, punto muerto... pero luego cuando alguien muere decimos que “se ha apagado, ha desaparecido”. La muerte es un tabú». ¿Entonces? «Para los que, como yo, piensan que la muerte no es el fin sino un inicio, saber que existe no impide vivir».



Su pensamiento acude a la antigüedad, a las biografías de Herodoto, donde cada página sobre la vida de un personaje se completaba con otra sobre su muerte. «El juicio que emitía sobre ellos pasaba también por cómo afrontaban la muerte». ¿Y qué te dice hoy la frase de Kierkegaard que ha sido el lema del Meeting, "El coraje de decir yo”? «Si me encontrara con Kierkegaard le informaría de que el yo vive contaminado por muchos factores "externos" Para él, la defensa del yo tenía nobles objetivos. Ahora, en el mundo en que vivimos, es más bien la afirmación del ego. Más que crecimiento interior, es el ímpetu social por la ambición y el éxito. Si de pequeño quiero cantar porque creo que puedo escribir canciones interesantes y quiero dedicar mi vida a esto, seré incapaz de trazar una línea de separación entre mis ganas de expresar un sentimiento puro y mi deseo de destacar y tener éxito. La sociedad te empuja hacia la competición y el yo puede ocultar momentos de egoísmo y sometimiento al éxito, una quimera…».

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Lo dice alguien que nunca ha evitado ser él mismo, sin miedo a las críticas. «He batallado pero ya tengo una edad en la que me puedo sentir libre para decir lo que me parezca. Siempre he defendido un yo que piensa, que narra en mi caso. En una sociedad donde el rebaño parece importar más que el individuo, esto ya es una batalla edificante». Habla de una sociedad de la infelicidad y la insatisfacción. «No es algo que haya dicho yo pero me gusta. A menudo el hombre compra cosas que no se puede permitir y que incluso ni siquiera le gustan, solo por golpear a personas que tampoco estima. Muchos razonan así. Es inquietante que una sociedad se estructure sobre esta infelicidad constante, sin la cual ni siquiera se podría sostener». De hecho, es como si el yo quedara reducido a la búsqueda de un consenso. «Yo no creo que sea así, al menos no tanto, hoy es un bien escaso, sobre todo para un personaje público». Cantantes, actores, políticos, siempre ligados a la respuesta del público y a una cierta imagen. ¿Y tú? «Yo no puedo pedir a la vida más de lo que me ha dado. Claro que si en un concierto hay más gente de la que esperaba, me alegro, pero no siento una necesidad espasmódica de apoyo. Cuento cosas de la vida y la vida es espectacular. No creo que nunca logre amar al prójimo como a mí mismo, pero sin duda me interesa tanto como yo mismo. La gente es interesante, la vida de cualquier ser humano del mundo lo es. De cada uno podría hacerse una película o una canción. Eso es lo que yo cuento y en eso consiste, para mí, la defensa más desesperada del yo. Tal vez le gustara a Kierkegaard…».