Enzo en el Monte Cusna, Appenino Reggiano (Foto Fondazione Enzo Piccinini)

Argentina. «Mi encuentro con Enzo»

Ante la celebración del 25° aniversario de la muerte del cirujano italiano, el testimonio de quien se encontró con él a miles de kilómetros
Carlos Aníbal Bonino

La historia de mi encuentro con Enzo es la documentación del cristianismo como encuentro misterioso (misterioso porque no podemos explicar el “cómo”), con una presencia que remite a Otra presencia. No se trata de seguir un “buen ejemplo”, “valores” importantes encarnados en una persona, sino del arrastre que genera el encuentro con una persona en la que toda su humanidad transparenta que tanto en el bien como en el mal es de Cristo.

El primer momento sucedió topándome de casualidad (como dice Enzo: «la casualidad es signo del Misterio») con el testimonio que dio en los Ejercicios del CLU de 1998 (disponible en Youtube). Para alguien como yo que venía de una familia esencialmente agnóstica y con grandes prejuicios hacia el asociacionismo católico y la vida de la Iglesia, este personaje me parecía del todo inverosímil, pero a su vez imprevisiblemente correspondiente: un laico, padre de familia, profesional de la salud, comprometido con el mundo y las cosas bellas de la vida, que disfrutaba de la amistad y la compañía, además de unas energías y una intensidad fascinantes. Pero lo más desconcertante era cómo vivía todas esas cosas cada vez más en plenitud a medida que crecía su conciencia y su relación con Cristo resucitado (como un globo aerostático, diría el).

El segundo momento vino tiempo después. Comencé a trabajar como fisioterapeuta especialista en neuro-rehabilitación, formé una familia, las responsabilidades dentro del movimiento y la vida civil crecieron. Entre otras cosas, con mi esposa, habíamos comenzado a gestionar una clínica de especialidades médicas y rehabilitación que habíamos decidido llamar “Dr. Enzo Piccinini” como horizonte de la impronta que queríamos darle al lugar y para dar razón de la diferencia humana con que se atendía a los pacientes. En el transcurso de los años había podido encontrarme con gente que conoció a Enzo y leer más transcripciones de los encuentros que había tenido en Italia y el mundo, y no podía dejar de desear vivir la intensidad de vida que él vivía.

ANIVERSARIO – Información sobre las celebraciones, eventos e iniciativas con motivo del 25 aniversario de la muerte de Enzo Piccinini el 26 de mayo

Pero tal como había sido en su vida terrena con sus amigos, Enzo ahora me desafiaba y me obligaba a dar un paso de madurez, ya que al poquito tiempo me topé con todo mi límite y con la amarga constatación de que no tenía ni por asomo su temperamento ni sus fuerzas y más que la herida a mi orgullo, era también el pesar por pensar: «cuánto nos haría falta en el mundo de hoy, en nuestras vidas, un testimonio potente como el de Enzo». Pero frente a estas cosas es necesario juzgar, porque la intensidad de vida no está tanto en hacer muchas cosas sino en la conciencia del Misterio, del destino presente en cada cosa por pequeña que sea, y por otra parte el atractivo que genera la vida de Enzo radica en que era uno conquistado por Cristo. Como diría Giussani, «su adhesión a Cristo fue tan totalizante que no ha habido día en que no buscara de todas las formas posibles la gloria humana de Cristo», porque solo esto corresponde verdaderamente al corazón, lo demás es vanagloria.