Cocinas de CESAL en Villaverde (Madrid)

Una oportunidad interesante para construir juntos

El coronavirus ha causado una «revolución» en el trabajo que CESAL realiza en su ámbito más cercano. Un sinfín de necesidades que se multiplican y ciertas relaciones que vislumbran una «senda para construir el bien común»
Pablo Llano

Parto de una nota quizá más personal pero que para mí ha sido muy importante a la hora de afrontar cómo vivir esta circunstancia del confinamiento, y es que la primera provocación que nos lanzó Julián Carrón a «vivir intensamente lo real» fue clave para mí. Y también me ha acompañado mucho luego, en la acción, para entender que se trataba fundamentalmente de vivir intensamente lo real del confinamiento, no intentar buscar una válvula de escape para poder sentirme vivo, más activo, más fecundo o más en relación con la gente.

Al inicio se me hacía evidente la gran tentación de pensar que para vivir intensamente tienes que conectarte con el mundo entero, tomar la iniciativa, ser creativo; y me ayudó mucho tomar una cierta distancia y caer en la cuenta de que vivir intensamente lo real es vivir esta circunstancia como una vocación personal. De hecho, esto ha sido lo más bonito de este período como camino personal, recuperar una mirada sobre mí mismo, sobre la vocación y sobre el mundo. Y también ha sido clave cuando luego las circunstancias, que son las que todos conocemos, nos han impulsado, como CESAL, a movernos y a ponernos en acción.

Este punto de partida me ha dado mucha libertad para moverme sin pretensión y sin cálculo porque para la ONG CESAL esto ha sido toda una revolución. No voy a pararme a contar lo que ha significado en cada uno de los países en los que trabajamos porque sería un relato infinito, solo describir el trabajo en España ya sería larguísimo y supone un vértigo, no sabemos qué va a pasar, nos desborda, pero a la vez se ha ido poniendo de manifiesto que había una necesidad a la que había que responder, nos veíamos llamados a ello, no se trataba de cálculo ni de que lo tuviéramos que hacer por ser una ONG.

Pablo Llano en el reparto de alimentos

Era muy concreto, no teníamos que inventarnos qué hacer. Sencillamente empezamos respondiendo a las personas, a las familias, a todos aquellos con los que ya teníamos relación, bien por nuestros programas formativos, de apoyo escolar, de ayuda a las familias, etc. Se trataba de seguir acompañándoles trabajando a distancia porque en cierto modo ahora tienen más necesidad que nunca, sobre todo de una compañía, de sentir que alguien está con ellos en esta circunstancia. La soledad, tal como la está viviendo muchísima gente, está siendo tremenda, durísima. Y esta compañía está siendo lo que más agradecen, desde el principio, mucho más cuando son familias vulnerables, por la necesidad que tienen de alguien que esté con ellos. Por eso hemos puesto ahí todo nuestro empeño, en estar cerca de ellos.

Pero al estar cerca de ellos empezamos a darnos cuenta de las necesidades concretas que tenían, llegando incluso a no tener nada que dar de comer a sus hijos. Hay gente en situaciones realmente duras, así que empezamos a identificar a las familias que tenían esa necesidad de carácter urgente y solo de las familias con las que ya veníamos trabajando alcanzamos más de 200. A partir de ahí, la necesidad empezó a generalizarse e incluso la Administración, que nos tiene localizados, empezó a pedirnos apoyo. De ahí que en el barrio madrileño de Tetuán ya estemos hablando de cuatrocientas familias a las que llevamos cestas de alimentos y bienes de primera necesidad, a través de voluntarios y los propios trabajadores de CESAL, algo que también ha sido bonito como provocación, es decir, más allá de la función que tenemos cada uno empezamos a participar en esto y a pensar juntos cómo responder a esta necesidad.

Hay un aspecto que hay quien lo valora en negativo, pero sinceramente yo lo veo muy positivo e interesante en este período y es que, en realidad, la sociedad, la gente, ha ido por delante de la administración y me parece que este dato, más allá de servir para acusar a la administración o no, ha puesto de manifiesto que hay un sujeto real y vivo. Hay mucha gente moviéndose, algunos más en lo pequeño o más torpemente, otros más a lo grande, pero hay mucha gente moviéndose y la administración ha ido detrás, ha buscado nuestro apoyo, no solo porque no llegan, cosa que es normal, sino porque reconocen lo que se está moviendo y lo están secundando. Yo eso lo he visto en este periodo y está siendo además ocasión de diálogo con mucha gente, con la administración y con las empresas.



Por ejemplo, nosotros tenemos buena relación con el cocinero José Andrés, que vive en Estados Unidos pero ha desembarcado aquí con su fundación y también trabajamos con ellos en otros países; y de alguna manera también les hemos ayudado con lo poquito que nosotros somos en comparación con él, pero lógicamente aquí teníamos relaciones a nivel local y eso ha permitido poner en marcha junto a ellos unas cocinas de producción centrales y enormes en el barrio de Santa Eugenia, en Vallecas, donde se están produciendo 10.000 menús diarios, con comida preparada y envasada que se distribuye a través de miles de organizaciones, sobre todo con el Banco de Alimentos, con los Servicios Sociales, etc. Es una cadena de producción brutal y precisamente porque también tiene sus sombras, ha sido motivo de diálogo y discusión con el propio José Andrés y con el Ayuntamiento. A partir de ahí, la concejala del distrito de Villaverde, conociendo esta experiencia en Vallecas, nos llamó para ofrecernos unas instalaciones en Villaverde porque quería hacer lo mismo. Nos decía: «la necesidad la tenemos identificada, es grandísima, y necesitamos organizaciones como vosotros, que estén allí». Y se ha puesto en marcha, nos ha cedido las instalaciones, ha buscado apoyos, moviéndose día y noche, a cualquier hora. Realmente me conmueve porque ves que surgen relaciones personales con algunos políticos como no las hemos tenido nunca, lo habitual es que vengan para hacerse la foto, cosa que también sucede ahora, pero no me refiero a eso, me refiero de ciertas relaciones con algunos que realmente se mueven por un interés, porque les apremia la responsabilidad que tienen de responder a esta situación y porque han visto el interés de hacerlo juntos, el interés de sumar con gente que se está moviendo y que tiene disponibilidad y ganas porque realmente es tremendo lo que está sucediendo en Madrid, con miles y miles de familias que lo están pasando muy mal, y esto seguirá creciendo. Así, las cocinas de Villaverde son ya una realidad que da de comer todos los días a mil personas y también ha sido posible por el paso adelante que han dado personas de nuestro equipo que han involucrado además como voluntarios a decenas de chicos en riesgo de exclusión que se han formado con CESAL en los últimos años. Y las relaciones en este barrio, en el que no habíamos trabajado hasta ahora, no paran de crecer.

La necesidad es enorme y la administración ha empezado a tomar conciencia de que esto no va a ser una situación puntual de emergencia. Están dándose cuenta de que el problema va a ser largo, que va a haber cosas que habrá que cambiar y puede plantearse así una oportunidad interesante de construir juntos. Y esto también lo he visto en algunas empresas. Es conmovedor ver empresas que lo están pasando muy mal y que se están volcando para ayudar, que donan, que envían voluntarios. Es realmente sorprendente.

La clave estará, como dice Carrón, en lo que estamos aprendiendo durante esta situación, tanto a nivel personal como a nivel de construcción social. Si realmente entendemos que esta forma de poner por delante a las personas y de favorecer la respuesta que se está dando desde la sociedad misma es la senda para construir el bien común, no habrá sido en vano todo esto.