La recogida de alimentos en Brasil

Brasil. La recogida de alimentos y una vida que “vale la pena”

Cincuenta y cinco ciudades brasileñas han participado ya en la Jornada de recogida de alimentos. Publicamos los testimonios de algunos voluntarios que se han implicado personalmente

Este año, por primera vez, no he hecho la Recogida de alimentos en Londrina, en “mi supermercado”. Ha sido sorprendente ver cómo, independientemente del lugar en que estuviera, la Recogida seguía siendo algo “mío”, algo que tenía un gran significado, que iba más allá del género alimentario para entregar a una institución que conozco. Iba más allá. Su significado, en realidad, consistía en llevar esta invitación a todos, en compartirlo porque “la vida vale la pena”. Por primera vez, me acerqué a mucha gente llevando la propuesta de reflexión que supone esta jornada, algo que nunca había hecho, y me sorprendió la reacción de la gente: muchos se interesaban, y otros mostraban su fastidio. Pero uno de estos volvió con una donación y me dijo: «Realmente, creo que la vida vale la pena».
Este año, la Recogida me ha ayudado a entender de verdad la frase que pone en el folleto de agradecimiento: «Compartir las necesidades quiere decir compartir el sentido de la vida». Vivir esta experiencia junto a todos los de São José do Rio Preto ha sido fundamental en este sentido. He encontrado una compañía que me reclamaba el valor que tenía esta jornada para mí y para cada uno de los que estaban allí conmigo. Han sido quince horas de trabajo que me han dejado el cuerpo cansado, pero han llenado de vida mi alma.
Maria Teresa, Londrina



Para mí, la experiencia de la Recogida de este año ha sido la ocasión de aprender a ver la belleza de lo que Cristo hace suceder en mi vida y en la vida de mis amigos, haciéndome libre y llena de gratitud. Antes, frente a los imprevistos, me agobiaba, y agobiaba a los demás. Tras el gesto de la esquenta (unos días de convivencia para ayudar a prepararse antes de la Recogida), me sorprendió ver a tantas personas nuevas y tan pocas de la comunidad. En otro momento, habría sido un motivo de recriminación. Pero este año estaba en paz y daba gracias por los que estaban allí. Fue una jornada preciosa, con cantos, juegos y conversaciones fascinantes.
Aunque este año hemos recogido menos, he podido ver concretamente lo que describían las “diez líneas” de invitación a la Recogida, que la vida vale la pena y que la alegría y la belleza de participar en la jornada ya es el inicio de una novedad. Tres familias jóvenes con niños pequeños, de entre once años y dos meses, cubrieron ellos solos un punto de venta. Los maridos llegaron temprano, al comenzar el gesto, y las mujeres se sumaron más tarde, llevando a los pequeños. Me quedé con ellos un rato y el corazón me ardía mirando a una de las niñas acercarse a la gente con sus padres, feliz e incansable, incluso al terminar la jornada, emocionada cada vez que alguien hacía una donación. Cuando llegó el camión para recoger las cajas llenas, le pedimos al conductor que pasara antes por otro supermercado y volviera media hora después, porque queríamos organizar bien los productos que aún no habíamos embalado. No queríamos hacer mal las cosas. Luego me dijeron que el año que viene también lo harán así. Puedo decirlo con certeza: he visto a Cristo acontecer de forma humana, con rostros concretos, con nombre y apellido.
Ângela Rocha, Brasilia



Este año, a través de todos los gestos para organizar la Recogida, he entendido más profundamente el valor que tiene este gesto en la experiencia de mi vida. Obedecer a las indicaciones de los organizadores, desarrollar las actividades programadas en los plazos fijados, hacer las reuniones con los coordinadores y muchísimos otros momentos de preparación han sido una oportunidad para abrirme de par en par a encontrarme con personas entusiasmadas por poder colaborar en este gran gesto de caridad. Me he dado cuenta de que cada semana, en todos los desafíos que debía afrontar, el deseo de comunicar al mundo este gesto sencillo y concreto me ha hecho mejor persona, más llena, más completa.
Hay un hecho en concreto que me ha conmovido especialmente. Alex, que trabaja para una de las entidades beneficiarias, se quedó ciego después de la Recogida del año pasado. Su deseo de participar era tan grande que quería hacerlo también este año, como pudiera. Después de varias discusiones, una de las voluntarias asumió la responsabilidad de acompañar a Alex. La simple presencia de Alex ya conmovía a la gente que pasaba por el supermercado. Para mí, esto fue un signo que indicaba la presencia de Alguien más grande, que iba más allá del gesto y que reforzaba aún más el deseo de mi corazón de hacer el bien. ¡Qué hermoso es hacer el bien!
J.R. Cosmo, Petrópolis



Participar en la Recogida de alimentos ha sido una experiencia nueva. En mi primer año como voluntaria, ya se me dio la responsabilidad de gestionar el recuento, el peso y la organización de las donaciones. Ha sido una experiencia maravillosa y, con mucha atención y apoyo, el trabajo ha ido de la mejor manera posible. La implicación de los voluntarios y la sensibilización de la gente que donaba han sido para mí el aspecto más significativo. Para el año que viene, ya he confirmado mi compromiso para volver a participar en este gesto, que me ha llenado de alegría y gratitud.
Lenita de Villa, coordinadora del supermercado de Joinville