Por la izquierda, de pié, José Francisco Sánchez, Alejandro Marius y Aquiles Báez.

Venezuela. Un pueblo entero en la música de Francisco

El sueño de una vida que, por necesidad y gracias a la ayuda de los amigos, se hace realidad. Superando todas las expectativas, los músicos más importantes del país se involucran en la producción de un disco y nace una profunda amistad
Monica Poletto

Francisco soñaba con dedicarse a la producción musical. Algo muy complicado en cualquier país, no digamos en Venezuela, donde hasta hacer la compra es complicado. Sin embargo él, casado y a sus casi treinta años, después de estudiar guitarra eléctrica y jazz, está acabando un máster en gestión cultural, con una tesis en producción musical, porque tenía claro que lo quería hacer. Que alrededor de un deseo pueda nacer todo lo que ha nacido a su alrededor es algo increíble. Y es una historia que merece la pena ser contada.

Todo empezó el año pasado, cuando charlando con unos amigos de Venezuela y con un grupo de italianos que están intentando ayudarles de varias maneras, se hizo evidente que no bastaba con enviar una ayuda económica para que pudieran "llegar a fin de mes". El dinero ayuda a comer –y eso es fundamental– pero no te da un motivo suficiente para levantarte por la mañana y empezar un día lleno de preocupaciones pero vacío de trabajo.

«Tenemos que fomentar la creación de puestos de trabajo», decían. Pero, ¿cómo? Pidiendo a alguien que tiene un deseo, una idea, comprometerse, intentar darle forma, comprender las condiciones de su realización.



Y aquí es cuando entra en escena José Francisco Sánchez –al que todos llaman Francisco a secas–, a quien tocar por el país y dar clases de música no le permite mantener a su familia. Y su deseo de convertirse en productor. Este era el trabajo que le habría gustado hacer y para eso pedía ayuda.

Era tan difícil que no sabía ni siquiera por dónde empezar. Pero un deseo hay que tomarlo en serio siempre, y por eso nunca dejaron de hablar del tema, desafiando a las inestables conexiones a internet y a los apagones, y fueron empezando a concretar. Así maduró la idea: para aprender a hacer algo, hay que ponerse a hacerlo. Por tanto, decidieron producir un disco.

Alejandro Marius, emprendedor social, recordó que este año se celebraba el décimo aniversario de Trabajo y Persona, la asociación que fundó para ayudar a la gente a amar el trabajo, aprenderlo y generarlo. El disco podría servir para acompañar esta ocasión y tener como tema el trabajo. Y con las entradas se podrían financiar oportunidades de formación y trabajo en Venezuela. Para que la gente se pueda quedar y para que el país no pierda su principal riqueza, su gente.

También hacía falta un editor dispuesto a lanzar su corazón más allá del obstáculo, y en el Meeting de Rímini del año pasado a un equipo ya variado se unió Eugenio del Pane, de Itaca Edizioni, que involucró a su hija Elisa. A ellos se les ocurrió la idea de que se produjera y publicara el CD junto con un libro que contase la relación del trabajo con la belleza. Y se pusieron en marcha.

Durante la grabación del disco

De ahí el gran descubrimiento: los cantos sobre el trabajo en Venezuela son muchos y muy bonitos. Porque Venezuela no se ha desarrollado alrededor del dinero fácil del petróleo o las ayudas del gobierno. Es un pueblo al que le gusta producir, crear, construir. Y lo hace con una alegría que luego vuelca en sus cantos. Empezar a trabajar en el disco implicaba profundizar en el conocimiento de un pueblo hermoso, que canta y que trabaja. Francisco se lanzó a esta empresa y empezó a hacerlo a lo grande. A lo grandísimo, diría yo. «Tenemos que llamar a los mejores músicos del país». Entonces se le ocurrió involucrar al guitarrista más famoso de Venezuela, al que siempre había querido conocer pero no sabía cómo, fue cuestión de minutos. Ahora sabía cómo encontrarlo y tenía una propuesta que hacer a Aquiles Báez.

Francisco y Alejandro se lo contaron a Aquiles, que se entusiasmó. Su compromiso hizo posible que a la obra se sumasen otras importantes figuras de la música popular. Invitación tras invitación, llegaron a ser treinta.

Hay otro hecho que merece la pena remarcar. Venezuela es una sociedad herida, dividida. Muchos músicos pertenecen a historias y matrices culturales distintas. Algunos de ellos se habían peleado y habían dejado de verse. Sin embargo, todos han querido trabajar en el disco, descubriendo –cuenta Francisco– «que la cuestión ideológica no impide la amistad y que trabajar juntos poniendo sobre la mesa la belleza y el trabajo nos ha permitido vivir una experiencia que en este momento en nuestro país es casi imposible».

En cambio, el disco no habla de una nostalgia de los viejos tiempos. Es una memoria que da forma a un presente. Habla de gente que trabaja con alegría, no por obligación sino por un gusto. También hoy. Como Francisco, Alejandro y los miles de personas a las que cada año Trabajo y Persona enseña un empleo. Y como muchos otros venezolanos que dicen al mundo que el corazón del hombre es verdaderamente irreductible.

Para expresar la idea de este diálogo entre memoria y presente, Francisco y sus amigos músicos pensaron pedir a ciertos grupos jóvenes arreglar, o a veces componer, músicas que vuelvan a proponer los cantos tradicionales.

Francisco cuenta entusiasmado cómo ha cambiado la implicación de Aquiles en el disco. Antes estaba contento por poder hacer música, y desde luego impactado por este joven que tenía despierto el deseo de construir en un país que se está derrumbando. Pero, con el tiempo, todo el disco ha acabado siendo "suyo". Ha empezado a profundizar y amar su contenido, el mensaje que quería transmitir. Ha empezado a explicarlo y "defenderlo" con cada grupo. Y su entusiasmo se ha vuelto contagioso, hasta el punto de que también los músicos han empezado a verse arrollados a su vez por esto.

Francisco piensa en lo mucho que siempre ha deseado trabajar con Aquiles, el maestro inalcanzable. Y en cambio, durante este trabajo, se han hecho amigos y Francisco ha podido tocar con él.

El disco está listo. Un mes y medio de apagones energéticos han ralentizado, pero no impedido, la grabación. En el Meeting de Rímini, Aquiles lo presentará en concierto y Francisco en un diálogo. Presentarán un disco y un libro. Y, juntos, el alma irreductible de su pueblo.