Heridos por la belleza
¿Por qué hablar de belleza en un momento histórico como el de hoy? Tres días de diálogo, encuentros y exposiciones en la Casa de Campo de Madrid¿Por qué hablar de belleza en un momento histórico como el de hoy? Tres días de diálogo, encuentros y exposiciones en la Casa de Campo de Madrid. Seiscientos voluntarios y un público que reúne a niños y familias, obras sociales
e intelectuales, gente común y artistas. Desde la guerra en Iraq y Siria a la educación, el arte, la tecnología... Es la naturaleza misma del cristianismo. Hechos y palabras enlazados que cambian la vida
«La belleza hiere, despierta la nostalgia por lo indecible y, de esta manera, recuerda al hombre su destino último». Partíamos de esta frase que el entonces cardenal Joseph Ratzinger había pronunciado en el Meeting de Rímini de 2002. Pero no podíamos adivinar la profundidad que adquiriría nuestro entendimiento tras esta vigesimocuarta edición de EncuentroMadrid. El lema, “Heridos por la belleza”, interpelaba desde lo más profundo del corazón. Parecía un paso osado hacia el centro de la humanidad misma después de haber reflexionado, el año anterior, sobre el destino de Europa. ¿Qué tiene que ver el devenir del viejo continente con la belleza? ¿Por qué hablar de ella en un periodo convulso como el que atravesamos? La pregunta no es ni fatua ni nueva. A ella intentaba responder, en su diario, Albert Camus: «Ningún pueblo puede vivir fuera de la belleza. Puede sobrevivir durante algún tiempo, pero eso es todo. Europa se aleja cada vez más de la belleza y es por eso por lo que se convulsiona, es por eso por lo que morirá si la paz para ella no coincide con el retorno a la belleza». Lo decía también el padre Mauro Lepori, abad general de la Orden Cisterciense, momentos antes de arrojar luz sobre el lema: «Me preocupa que hoy vivamos de espaldas a esta pregunta. Pero es una tentación que ha existido siempre: cada época ha mostrado sus síntomas de deshumanización. Pero como la Belleza total e infinita que es Dios ha venido a morir por nosotros, esto vence toda experiencia de límite: allí donde la vida nos es arrebatada, en realidad se nos concede en su plenitud para siempre. Y esta sorpresa alcanza al hombre de hoy como a todo hombre en la historia». Y en EncuentroMadrid la reflexión sobre la belleza ha alcanzado también a hombres de todos los ámbitos.
Herida que no apena. Un año más, cerca de 600 voluntarios se han puesto manos a la obra, con la mirada atenta y el corazón abierto, para hacer posible este espacio de diálogo, este lugar de encuentro. Era difícil no rendirse ante la belleza al ver sus rostros mientras servían, al escuchar sus cantos mientras limpiaban o al cambiar el día de un visitante con una simple sonrisa. Y entonces recuerdo: «La belleza del mundo es hermosa por no desdeñar nada. Todo le resulta refugio, templo, escena», escribe Christian Bobin, como nos recitaron en el encuentro “Retazos de azul sobre negro”. Desde la literatura a la belleza, y viceversa: ¿cómo no encontrarse con ella de la mano de la experiencia de Fiodor Dostoievski, Flannery O’Connor y Svetlana Aleksiévich? «La belleza nos atrae y se muestra, al menos por un instante, más fuerte que la violencia y el dolor», observaba Carmen Giussani comentando estos relatos. El arte en todas sus formas es quizá el lugar privilegiado de encuentro con la belleza, y por ello su presencia en esta edición de EncuentroMadrid ha sido imponente. Desde el sobrecogedor testimonio del pintor Antonio López, que la hacía coincidir con la verdad, hasta la exposición de veinte artistas contemporáneos que la explicaban con sus palabras y con sus obras.
¿Tiene la belleza la facultad de despertar y avivar en nosotros el deseo de lo indecible, de recordarnos la dimensión inagotable de un destino de felicidad que inexorablemente perseguimos? ¿Tiene la belleza la capacidad de herirnos para acrecentar en nosotros la nostalgia de lo verdadero, la sed de lo más íntimo y honradamente humano? La poetisa Carmen Palomo la definía así: «Es a la vez despojamiento y prensa de plenitud, salida de sí y recibimiento de lo otro. Es herida, sí, pero herida que no apena». Acercamientos al pulchrum desde la arquitectura, la pintura, la escultura, la música y la poesía, pero también desde la fotografía. «La belleza nos muestra nuestra auténtica estatura. La vida nos hiere de mil formas, en la belleza se muestra un inicio de respuesta», exponía Guadalupe de la Vallina en un diálogo con el poeta Davide Rondoni. En este sentido, la belleza se vuelve para ella algo esencial para afrontar cada momento del día: «Vuelve a poner delante de mí una esperanza y me pone en movimiento».
Mil destellos vivos. La belleza en los niños que contemplaban, admirados, los cuadros vivientes de Sorolla y Velázquez de la exposición AsombrARTE. La belleza de la sonrisa de María de Villota, la piloto de Fórmula 1 que perdió la vida a causa de un accidente y cuyo padre, Emilio, nos recordó de nuevo que la vida no es menos porque sea fugaz. La belleza de la música, tanto en un grupo de «amigos que son hermanos», como Siempre Así, que amenizaron la primera noche de EncuentroMadrid fascinados por la alegría de un público entregado, como en los versos de Antonio Vega, «aquel que amó la eternidad», cuyas canciones cantaban «al infinito y a la nostalgia, a sus más profundos deseos y a la impotencia que todos hemos sentido alguna vez ante nuestro abismo interior, a ese grito que nacía de lo más hondo de su ser, esas notas únicas e irrepetibles que, como un pedal de bajo en ostinato, sonaban de manera constante en su corazón», narraba, emocionado, Ignacio Cabello, el joven que ha puesto voz y acordes y ha coordinado el concierto homenaje a esta figura de la música española.
También la belleza en las preguntas que nos invaden hoy, como el interrogante acerca de la tecnología y su impacto en la vida y el trabajo, sobre la revolución digital, sobre los cambios sociales que traerá asociados. «¿Quién puede vivir sin belleza?», se preguntaba Ettore Pezzuto, presidente de la asociación Compañía de las Obras en España. Y en todas partes, como respuesta, un optimismo que no es voluntarista, sino fruto de una experiencia, de un encuentro que permite asegurar, en pie, que «solo la belleza del amor es capaz de salvar al hombre», como nos recordaba Valdeci Antonio Ferreira, el presidente ejecutivo de las cárceles autogestionadas de APAC, en Brasil, uno de los impactos más potentes de esta edición de EncuentroMadrid.
¿Quién espera encontrar belleza entre los condenados, entre la considerada como escoria de la sociedad, entre los castigados y abandonados de las cárceles? “Del amor nadie huye” era el título de la exposición –y de la conferencia que la presentó– que trataba de acercarnos precisamente a esa experiencia: la de un amor que sana incluso las heridas más profundas. El método APAC (Asociación de Protección y Asistencia de los Condenados) nace como respuesta a la situación de abandono, corrupción y violencia que asola la mayoría de cárceles en Brasil, ofreciendo un tratamiento personalizado al recuperando por parte de funcionarios y voluntarios conscientes de que solo el amor es capaz de romper el círculo del mal. Un expresidiario, un magistrado, una fiscal, una abogada y el fundador del sistema así lo atestiguaron.
Un rostro, en los que sufren. En las cárceles, como en las situaciones de martirio o en mitad de la guerra, es difícil sorprender esta belleza que nos pone en camino. O quizá, como destaca el padre Lepori, es donde más nos salta a la vista, porque más necesitados estamos de ella. La exposición de Ayuda a la Iglesia Necesitada, “La belleza del martirio”, hacía hincapié precisamente en esto: en la belleza del perdón, de la esperanza y de la comunión. «La situación que vivimos en Siria nos ha hecho descubrir la belleza de la comunión de la Iglesia», expresaba, llorando de agradecimiento, el padre Ibrahim Alsabagh, párroco en la iglesia de San Francisco de Asís y responsable de la comunidad latina en Alepo, una de las ciudades más martirizadas por la guerra siria. Junto al padre Behnam Benoka, sacerdote iraquí que organizó la salida de cristianos de Mosul hacia el Kurdistán, dio su testimonio en el acto “Una belleza que construye historia. Crónicas de guerra y esperanza desde Siria e Iraq”. «Encontramos consuelo en el abandono y en la contemplación de la belleza de Jesucristo; una belleza que vemos en los rostros de todos los que sufren», narraban recién llegados de Oriente Próximo. Es la «belleza herida que brota del costado abierto de Cristo» de la que nos hablaba monseñor Juan Antonio Martínez Camino, obispo auxiliar de Madrid, en la eucaristía celebrada con los voluntarios, «la belleza del rostro de Jesucristo que nos fascina tanto más cuanto menos la podemos aferrar», como entonaba el padre Lepori.
Fue el abad cisterciense el que narró, desde su experiencia personal, la herida enorme que sufrió cuando sintió, a los 17 años, la llamada de su vocación. «He aprendido que la belleza hiere porque no se puede abrazar sin morir a uno mismo. Pero en Cristo el rostro del Misterio se ha ofrecido completamente a nuestra mirada. Ya podemos mirarlo a la cara, hoy, ahora: no tenemos que esperar el momento de la muerte. Solo morir a nosotros mismos para vivir en Dios, para ver su rostro: esta es la herida mortal de la belleza. Una muerte de amor, maravillada. Esta es la belleza que salvará al mundo».
EL FUTURO DEL TRABAJO
El mundo del trabajo cambia rápidamente. Necesitamos estar abiertos ante el imprevisto, abrir la razón y el corazón ante la nueva realidad que se impone
Ettore Pezzuto*
La Compañía de las Obras quiso abordar el impacto de la tecnología en el mundo del trabajo mediante un encuentro a cargo de Francisco Ruiz, director de relaciones institucionales para España y Portugal de Google España; Stefano Fratta, legal director del Grupo Telefónica, y Bernard Scholz, presidente de CdO Italia.
¿Qué futuro nos espera en nuestro trabajo? ¿De qué manera el desarrollo de las nuevas tecnologías cambiará el ámbito del trabajo? ¿Cómo cambiarán ciertas profesiones? ¿Desaparecerán algunas y aparecerán otras nuevas?
En esta cuarta revolución industrial, el debate gira en torno a tecnología y trabajo, y no resulta ajeno preguntarse: ¿se puede trabajar sin la belleza?
Francisco Ruiz nos sintonizó con el presente: «En este mismo instante 3.200 millones de personas están conectadas a internet, existen 6.000 millones de móviles en todo el mundo, 60.000 millones de páginas web». Estamos en l a era de la conectividad omnipresente, de la tecnología universal, del big data, de la inteligencia artificial y de la robótica. Y todo esto tiene sus consecuencias en el mundo del trabajo.
Stefano Fratta indicó algunas de las áreas que se verán más afectadas por esta revolución acelerada. «Los trabajos que se verán sustituidos por máquinas comparten algunas características: se trata de trabajos mecánicos, no intelectuales, repetitivos, no creativos, y su suplantación con algoritmos y/o robots supondrá un ahorro importante de costes para la sociedad». Estos son algunos trabajos que peligran: taxistas, banqueros, abogados, agentes de seguros. Pero nunca se podrán sustituir las relaciones humanas, la creatividad y la pasión.
Bernard Scholz, por su parte, abrió su intervención con esta observación: «Nadie puede quedarse ajeno al cambio. El problema es que se está produciendo de manera muy acelerada. El 49% de los trabajos actuales dejará de existir en cinco años y el 65% de los niños nacidos en estos años trabajarán en un ámbito que hoy no existe». Por eso, Scholz ha lanzado un desafío: «No podemos dejar de participar en este cambio, tenemos que afrontarlo como sujetos activos».
Forma parte de este protagonismo lo que Fratta señaló: «Hoy vivimos con la idea moderna de que el puesto de trabajo que ocupas te define como hombre y que nuestra personalidad depende de la profesión que se ejerce. En cambio, por mi experiencia, puedo decir que solo eres libre cuando aceptas que tu vida depende de Otro. Cada uno tiene que profundizar en su pertenencia laboral, porque el peligro hoy es que un simple algoritmo puede suplantar nuestra profesión. ¿Y qué quedaría entonces?».
El director de Google invitó a “subirse a la ola” y no oponer resistencia ante el progreso y el cambio. «La tecnología es una chispa de Dios en el hombre», y Scholz precisó: «La tecnología no es una destinación final, es un viaje».
El trabajo ya no coincide con tener un puesto fijo sino con un recorrido a través de situaciones impredecibles. Necesitamos estar abiertos ante el imprevisto, abrir la razón y el corazón ante la nueva realidad que se impone, ser curiosos, mantener viva la tensión para no ser superados por el escepticismo.
*Presidente CDO España
VIVIR Y MORIR POR CRISTO
Rostros de cristianos contemporáneos en Kenia, India, Nigeria, China, Pakistan… Las razones por las que, ante la persecución, se puede llegar a confesar la fe aunque cueste la vida
Juan Carlos Hernández
«La belleza, cuando aparece, nos apasiona y despierta las preguntas más importantes de la vida, saca a la luz lo humano que hay en cada uno y nos abre de par en par a los otros», decía el texto de presentación de este reciente EncuentroMadrid. Ha supuesto una verdadera provocación en este sentido poder visitar la exposición La belleza del martirio organizada y patrocinada por Ayuda a la Iglesia Necesitada, que muestra la realidad del martirio de miles de cristianos en el mundo, así como la proyección de los documentales One y Aleluya del periodista Fernando de Haro, el primero centrado en la realidad de los cristianos en la India y el segundo en Nigeria.
Tanto la exposición como los documentales no ofrecen simplemente la denuncia de hechos graves e injustos o documentos que nos ayudan a entender realidades que en Occidente nos resultan lejanas. Sino que muestran, por contraste, el testimonio luminoso de la belleza de ser cristiano aun en circunstancias de dolor y persecución. Así dice una víctima nigeriana: «Tras el atentado, he aprendido que los cristianos tenemos que permanecer fieles a Cristo incluso ante la muerte».
¿Cuál es la provocación que suponen para nosotros? Un joven católico paquistaní que perdió dos de sus mejores amigos en el atentado del Parque Gulshan Iqbal en 2015, llamado Anosh, nos interpela: «Quisiera pedir a mis hermanos de Europa que dejen a un lado las actividades y preocupaciones innecesarias y entreguen su tiempo a Dios y así vivirán una vida más feliz y con más paz».
¿Por qué sigue habiendo persecución? Porque la verdad es siempre perseguida. El fruto más milagroso de esta pasión en la que participan tantos hermanos perseguidos es el perdón. Brilla en sus rostros el rostro de la misericordia. Por eso, entre otras cosas, es tan necesaria la presencia de los cristianos en la sociedad, ya que es la única posibilidad de superar la ley del talión.
Tanto la exposición como los documentales se hacen eco de las palabras del Papa Francisco: «Los mártires nos invitan a poner a Cristo por encima de todo y a ver todo lo demás en relación con Él. Nos hace preguntarnos si hay algo por lo que estaríamos dispuestos a morir».
LA GENTE SUELE RECORDAR MEJOR LA BELLEZA QUE EL DOLOR
“Retazos de azul sobre fondo negro” propuso tres relatos de Dostoievski, O’Connor y Alexiévich, aunados por una tarea común, la de escribir el mundo como es: terriblemente oscuro en la superficie, milagrosamente puro por debajo
Rocío Andreo de la Vega
Es difícil despertarte y darte cuenta de que la herida que ardía la noche anterior no ha desaparecido. Se levanta contigo y va a donde tú vas. Llegas a un pabellón lleno de gente y te descubres sonriendo cuando te encuentras a alguien conocido y te pregunta: «¿Qué tal?». Respondes que estás bien con tu mejor sonrisa, pero por dentro el corazón llora. Miras a tu alrededor y ves una belleza que se refleja en mil detalles: chavales fascinados por una noche de cantos después de una tarde de trabajo, la sonrisa de un padre franciscano que vive entre las bombas de Alepo, amigos verdaderos que te recuerdan quién eres. Nada de lo que ves te distrae de lo que tienes en el corazón, sino todo lo contrario: te hace vivirlo más intensamente, te hace buscar el aire para respirar. Es una belleza que hiere. Entonces entras en uno de los encuentros, uno sobre literatura. Sé que las personas que lo han preparado van a hablarme de la belleza, no puedo perdérmelo. Por ello son mis amigos.
Comienza el acto, y enseguida pienso que el agotamiento va a poder conmigo. Pero de pronto un canto ruso empieza a sonar e invade la sala a pesar de los ruidos que venían de fuera. Empiezo a llorar en silencio y uno de mis amigos lectores me mira con ternura desde el palco. ¡Esto es para mí! Empiezo a escuchar mientras sigo la lectura de los textos en el cuadernillo. En mi mente se crean imágenes con las escenas que están describiendo. A veces me resultan extrañas y pienso que yo nunca me habría fijado en un fragmento como ese, pero la sensibilidad de mis amigos me basta para intuir que «allí había otra cosa», como decía el texto de Dostoievski. Su relato sobre el mujik Marëi me conmovió por lo familiar que me resultaba la experiencia que describía, un amor que no puedes explicar y que misteriosamente te cambia.
Flannery O’Connor cuenta historias que me cuesta entender, pero hay algunos pasajes que podrían ser escenas que tengo grabadas en la memoria, solo que en un contexto diferente: «Los ojos de Nelson parecían implorarle que le explicara de una vez por todas el misterio de la existencia». Me vienen a la mente varios pares de ojos inquietos que me miran así todos los días en clase.
El último relato habla de la belleza y me atrapa por completo. Cuando escucho que «la gente suele recordar mejor la belleza que el dolor» pienso que me lo está diciendo a mí, y que escuchar esto es como volver a casa, a un lugar donde descansas. ¡Cuánto lo necesitaba! Termina el acto y me quedo en silencio; incluso me atrevo a dar gracias por tener en este momento un corazón herido, ya que de otro modo me habría perdido lo que acababa de suceder. Y en medio del silencio, en este corazón herido resuena una frase conocida: «¡Tenía tanta hambre de volver a verte!».
OJOS QUE VEN
Si el arte es arte debe ser un reflejo de la verdad, no se puede reducir simplemente a una representación exhaustiva de lo que se encuentra frente al lienzo, propia de un pintor realista, sino que requiere la capacidad de contar lo que no se ve a través de lo que se ve
José María Blanco
«Deslumbrado por la magia del pincel de Antonio López fui de los primeros en acercarme a su obra. ¿Para qué? ¿Y quién lo sabe? Yo buscaba algo, una muestra, una aproximación a su genio. Después aspiré a un recuerdo. En mi expectativa ávida llegué a proponerle: “Lo que tú quieras, Antonio. Una interrogación, mis iniciales firmadas por ti. Algo”». Haciéndonos eco de aquella solícita petición que Miguel Delibes hizo al maestro Antonio López, nos hemos acercado a él en el marco del EncuentroMadrid, que ha tenido lugar en la Casa de Campo bajo el lema “Heridos por la belleza”. También nosotros hemos ido a buscar esa «aproximación a su genio» que nos dejara heridos por su arte.
Como las pinceladas de sus cuadros, sus palabras revelan con franqueza una visión del mundo que trata de reflejar en su obra. Si el arte es arte debe ser un reflejo de la verdad, no se puede reducir simplemente a una representación exhaustiva de lo que se encuentra frente al lienzo, propia de un pintor realista, sino que requiere la capacidad de contar lo que no se ve a través de lo que se ve. ¡Quién podría pensar que su obra buscara la abstracción de las emociones y los valores escondidos bajo la piel de la apariencia! ¿Acaso no son ellos el sentido de trascendencia del que nos hablan las cosas con un sigiloso susurro?
En un mundo como el nuestro, los hombres somos consumidores de imágenes que nos ofrecen la falsa ilusión de estar en todos los sitios a la vez, la ingenua creencia de conocer todo lo que otros están haciendo, de creer adueñarnos de la esencia de todo lo que con nuestros móviles fotografiamos y, en cambio, nos sentimos más extraños que nunca. Miramos y no vemos porque, como decía Chillida, «el ojo ve cuando está lleno de lo que mira», y nosotros solo vemos la apariencia, no lo que se esconde en ella.
Los ojos de Antonio López ven como los del escultor donostiarra. Por eso no tiene prisa por pasar a otra escena diferente; la que pinta merece toda su dedicación titánica, ni siquiera tiene miedo a repetir, volver hacia atrás, retomar todos los días la fatiga del trabajo y de la vida… porque, como él apuntaba en el encuentro, «todo hombre que busca expresarse hasta el límite de sus posibilidades tiene que corregirse continuamente». Qué paradoja cuando la belleza –que es reflejo de la verdad– nos hiere, nos hace estar más vivos de lo que estábamos antes.
YO LO HE VISTO
Como comisario de la exposición “Del amor nadie huye”, mi papel ha sido el de ser un transmisor fiel de lo que he visto y comprendido. Quiero pensar que soy un observador leal con lo que ha visto y que he dejado constancia de una realidad verdaderamente sorprendente
Javier Restán
Esta propuesta es también, y de modo muy esencial, una exposición de fotografía. Las fotografías de Marina Lorusso y Antonello Veneri son una fuente de sugerencia, la clave para que podamos ver, imaginar, para que percibamos la belleza humana que se ve y se toca en estos centros de APAC. ¿Cómo es posible que en el lugar donde de alguna manera se “concentra” el mal humano, en el lugar creado para la privación de la libertad de aquellos que han cometido un mal, a veces muy grave, se pueda captar tanta belleza? Este contraste es esencial para comprender el fenómeno APAC. Ahora bien, de las cosas verdaderas, bellas, no puedes mantenerte lejos, porque te atraen, te arrastran hacia ellas... Esta característica de las cosas bellas siempre me ha sorprendido. La experiencia de APAC me ha seducido, me ha arrastrado hacia ella. No solo eso, me ha llenado de preguntas: algo que solo consigue aquello que es verdadero. Es la verdad y la belleza lo que abre el corazón y despierta nuestras preguntas.
Hoy APAC es una red de cárceles, dentro del sistema público de prisiones brasileño, que trabajan en las mismas condiciones legales que el resto de prisiones, pero con una metodología propia. Actualmente hay alrededor de 4.000 presos distribuidos en varias decenas de centros de reclusión.
En algún libro del fundador de APAC, el abogado brasileño Mario Ottoboni, he leído una frase que me llamó mucho la atención: «Reformar el presidio es fácil, lo difícil es cambiar el corazón del hombre...». Lo cierto es que a mí me sigue pareciendo que reformar un presidio es algo bien difícil: que se respeten los derechos de cada persona, que las condiciones externas, materiales, físicas, donde se cumplen las penas sean adecuadas y el comportamiento de quienes cuidan de los presos sea respetuoso... Pero si esto es difícil, «cambiar el corazón del hombre», como dice Ottoboni, sencillamente parece una pretensión desmesurada. Es difícil siquiera intentarlo, incluso pensarlo.
En realidad lo que es difícil es ponerse delante de la humanidad de estas personas, tomarlas en consideración hasta el fondo y confiar en ellas, como se hace en APAC. Confiar en personas que han conocido el mal en su propia persona y que han hecho un mal a veces gravísimo. Imposible.
Pues bien, en APAC los responsables de estas cárceles, y los voluntarios que pasan tanto tiempo dentro de esos muros, se ponen frente a estas personas, les miran en profundidad, más allá de los hechos que han cometido, y les tienden una mano: se ofrecen a caminar con ellos para que puedan recuperar su verdadera estatura humana.
Lo que vi cuando estuve en las 6 cárceles de APAC que visité en Brasil fueron hombres y mujeres que vivían con dignidad su tiempo de reclusión, a veces decenas de años. Y esto es posible porque hay muchos hombres y mujeres que, literalmente, entregan su vida para que aquellos presos puedan volver a tomar las riendas de su propia vida, puedan volver a confiar en su capacidad de ser hombres, de amar, de construir, de hacer felices a otros. Es algo de otro mundo en este mundo. Imposible, pero verdadero. Yo lo he visto.