Ady, Carlos y Mayumi.

«Mayumi tenía la misión de cambiarnos del corazón»

Ady Palma

Ady y su marido se convierten en padres de una niña. Después de unos meses, llega el diagnóstico de una grave enfermedad genética. El inicio de un camino de meses de terapia intensiva lleno de rostros amigos y desconocidos que les acompañan a cada instante

Hace aproximadamente un año y nueve meses recibimos la noticia más maravillosa del mundo: seríamos padres. Desde entonces entregamos todo en mano de Dios. En el segundo mes todo estaba perfecto, avanzaba y parecía un embarazo normal; al cuarto mes recibimos la noticia de que sería una hermosa niña y en ese momento decidimos llamarla Mayumi, nombre japonés que significa “belleza verdadera”. Al pasar los meses, justo en el sexto mes, el ginecólogo diagnostica en Mayumi una acondroplasia, algo que para nosotros no era novedad pues nosotros somos acondroplásicos.

Al octavo mes viajamos a casa de mi familia en Tabasco, estado vecino de Campeche, para poder estar mejor cuidadas cuando ella naciera. El 27 de marzo de 2012 a las 6:39pm vi por primera vez esos ojos grandes y hermosos que me hicieron ser desde ese momento la mujer más feliz del mundo. Carlos, papá de Mayumi, recibía la noticia en Campeche y desesperado buscaba el medio más rápido que le hiciera llegar a Tabasco y ver por primera vez a nuestra hermosa princesa. Al día siguiente, al amanecer, la vio, era el hombre más feliz, se la comía a besos, le cantaba, le leía y juntos agradecíamos a Dios por la vida de la hermosa Mayumi, que llegó a cautivar y unir a su familia materna: sus abuelitos Agenor y Mercedes, abuelos por primera vez, las tías, los primos, los bisabuelos eran felices. Las bendiciones fueron llegando en un abrir y cerrar de ojos, los regalitos y detalles llovían del cielo.

A los 15 días de nacida viajamos para estar, como familia que éramos, en Campeche. Todo parecía normal, Carlos trabajaba y yo cuidaba de Mayumi en aquel cuarto que con tanto amor habíamos acondicionado para ella. Justo cumplíamos una semana de haber llegado a Campeche cuando al llegar Carlos de trabajar nuestra princesa empieza a presentar cianosis muy marcada (escasez de oxígeno en la sangre), nos afligimos, sentíamos que la vida se nos iba en ese instante. Carlos llama a su amiga y jefa, la doctora Yamile, quien sin pensarlo nos lleva al Hospital de Especialidades en Campeche. Nuestros corazones estaban aturdidos ante esto, ya había un mundo de gente pidiendo por nosotros, allí nos dicen que Mayumi nació con un tórax restrictivo, con una acondroplasia severa y un reflujo gástrico de tercer grado, debido a esto ella presentaba una neumonía, necesitaba de un casco conectado a una manguera de oxígeno y un sinfín de medicamentos para salir adelante.
Estuvo 15 días en la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos (UCIP). Dios envió a un ángel, la doctora Diana Gómez, pediatra neumóloga, que hizo lo imposible para que mi hija no fuera entubada ni le hicieran la gastrostomía. Todo este tiempo estuvieron con nosotros mis padres, mi hermano, la familia de Carlos, la familia Edimar (colaboradores y familias del Centro de apoyo escolar en Campeche) y un sinfín de personas que incluso sin conocernos, con sus oraciones y aportaciones económicas, nos ayudaron a salir adelante. Comenzaron las iniciativas y eventos para recaudar fondos. Por fin llegó el día en que Mayumi regresaría a casa bajo cuidados rigurosos y estrictos, todo era alegría a pesar de la prueba tan grande y el dolor de ver a nuestra princesa con una cánula en su nariz para recibir oxígeno. Mi madre regresó a Tabasco para llevar noticias a la familia.

Carlos y yo fuimos siempre consientes de la presencia de Dios en todo esto. Mayumi recibía tratamiento en casa y también chequeos que no tenían ningún coste para nosotros por parte de la neumóloga, quien nos confesaba que Mayumi despertaba muchos sentimientos en ella y en su vocación, decía que sin ser nada de ella sentía un cariño especial por la bebé, esto no era más que Dios presente en la vida de mi hija. En una de las últimas consultas con la doctora Diana, nos dice que le escucha un ruidito en su corazón y nos recomienda llevarla a un pediatra cardiólogo en Mérida, ciudad cercana, y es ella misma quien contacta con el cardiólogo y nos da fecha para la cita. La maestra Lupita, compañera en el Centro Edimar, se ofrece a llevarnos a Mérida a la Clínica Starmédica.
Justo antes de irnos, Mayumi se nos había puesto mal y habíamos decidido no ir pero luego dijimos: que sea Tu voluntad, Señor. La pequeña, por gracias y bendición de Dios, se estabilizó y en un par de horas estábamos en la clínica. Allí el doctor Cauich descarta todo soplo en el corazón y dice que el ruido lo ocasiona el que ella tenga el tórax restrictivo. La maestra Lupita compartió con nosotros esta felicidad tan grande, ya íbamos de regreso a Campeche cuando a Mayumi le da otro ataque de cianosis y por más que le subíamos el oxígeno ella no reaccionaba. Por providencia unos oficiales nos brindan ayuda y nos llevan al hospital O’Horán en Mérida. Aún no logro entender de dónde salieron esos oficiales y la valentía que tuvo Lupita, siendo tan nerviosa, para acelerar y seguir a la patrulla a gran velocidad para poder llegar al hospital.
Al llegar, una enfermera nos abre paso y atienden a la bebé. Recuerdo que desde una rendija veía cómo le metían un tubo en su boca mientras que otras enfermeras le cortaban su ropita para canalizarla lo más rápido posible, el tiempo para nosotros era eterno, lloraba, aún no creía que estaba en ese hospital donde había pacientes hasta en el pasillo, recuerdo que le hablé a mi madre y me dijo que saldría a Mérida tan pronto le otorgaran el permiso en su trabajo, de pronto salió una doctora y nos dijo que era casi imposible que mi hija aguantara esa noche, que estaba muy grave y que Mayumi sólo respiraba por esa máquina. También nos dijo que no podíamos estar ahí, que esperáramos en la sala de espera, que alguien saldría para darnos noticias. Sentí morirme, no concebía dejar a mi pequeña y frágil princesa solita y junto a esas máquinas. Recuerdo que hicimos lo imposible para que nos dejaran verla un momento y poder darle un beso y entregarla de nuevo en manos de Dios, recuerdo la sala de espera de ese hospital, no había dónde sentarse. Carlos llamó a Eira y Alfonso, unos amigos que conoció en el movimiento de CL. Este matrimonio acudió con una manta, un par de almohadas y cena. Desde esa noche se hicieron parte importante de nuestra vida, así como Eli y Sebastián, Anita, Conde y muchos más que jamás logramos conocer en persona, que incluso desde las redes sociales en diferentes ciudades y países se unían a vivir esta situación con nosotros. El domingo las esperanzas y situación de Mayumi era la misma, el pasar de las horas era eterno, sólo pudimos ver en tres ocasiones a nuestra princesa. El lunes nos presentaron a la doctora Silvina, genetista, quien ya tenía un diagnóstico: nos dijo que Mayumi tenía Acondroplasia Homocigota, algo que para nosotros era nuevo. Este síndrome es letal a las 12 semanas de vida; Mayumi ya tenía 8 semanas. Todo se paralizó al escuchar esto, estábamos muy afligidos, tristes por esta noticia pero ante todo pidiendo a Dios su santa voluntad.

A los 5 días extuban a Mayumi y nos dan la oportunidad de poder cuidarla en planta. Allí teníamos la oportunidad de estar con ella pero la angustia permanecía porque según el diagnóstico los días estaban contados. Mis padres llegaron y empezaron a vivir esta aflicción con nosotros pero siempre guardando una gran esperanza y pidiendo a Dios si era posible un milagro y si no, pues aceptábamos su santa voluntad pero que fuera Él mismo quien nos diera lo que nuestros corazones necesitaban. Pasamos seis semanas más en el hospital. En este tiempo pudimos sentir y ver la Presencia real de nuestro Dios principalmente en la vida de Mayumi y en la nuestra. Eira y Alfonso fueron como unos hermanos, y más que eso, tanto carnales como espirituales, mi madre siempre a mi lado y los médicos y enfermeras que ante esta circunstancia demostraban estar con nosotros, y otros nuevos amigos que formaron parte de nuestra historia. Recuerdo muy bien cuando Eli, esposa de Sebastián, me regaló aquella estampita del Divino Niño, que aún conservo. En esos momentos, esa pequeña estampita era mi refugio, le rezaba una y otra vez
Sentíamos que nuestro mundo se caía poco a poco en pedacitos, los días no tenían horario para terminar, había semanas en que Mayumi estaba en planta y allí podíamos estar con ella más tiempo, pero las últimas dos semanas las pasó en la UCIP. La genetista nos comentaba que le impresionaba ver cómo ante esta circunstancia permanecíamos unidos ya que muchos padres, al recibir una noticia como esta, se separaban y sólo uno se hacía cargo o ninguno. Era Dios presente a quien nosotros respondíamos.
El 12 de julio a las 21:30h, después de rezar el Ángelus con los amigos en la sala de espera, nos llamaron y dieron la lamentable noticia de que nuestra bebé de 15 semanas había fallecido. El dolor era inmenso pero a pesar del mismo estábamos agradecidos a Dios por su muestra de Amor a través de Mayumi, que subía al cielo después de haber cumplido su misión de hacer cambiar tantos corazones, empezando por los nuestros, y como papás darnos la dicha de darle lo mejor y gozar de ella a cada instante.
Han pasado ya nueve meses y sigo agradeciendo a Dios por habernos permitido vivir esta experiencia, estoy segura de que mi princesa es uno de los más bellos ángeles que existen en el cielo. Mayumi debió cumplir un año de vida el 27 de marzo de este año, justo ocho días antes de esa fecha nos enteramos de que Dios nos regala nuevamente la bendición de ser padres por segunda vez. Creo que Él nos da esta bendición nuevamente para disfrutarla tanto y más como la gracia que nos dio de ser padres de Mayumi Kristhel Núñez Palma, con todo lo que por nuestra condición física y pronóstico genético implican los embarazos.