Don Giussani y yo
La vida de un pueblo
Son muchos los que, con motivo del centenario de don Giussani, han escrito mensajes sobre su encuentro con él. Algunos lo conocieron hace muchos años, otros no lo vieron nunca. Aquí iremos publicando fragmentos de sus contribuciones«Aquellas lágrimas, detrás del telón»
A Giussani le encantaba abrir brechas en nuestra sensibilidad y en nuestra conciencia a través del arte, que le apasionaba y del que era un gran conocedor. Aquel fue el año de Dies irae de Dreyer. Superó todas sus previsiones. La distancia temporal de una película en blanco y negro, la intensidad lírica de sus escenas que, miradas con ojos superficiales, podían resultar ridículas y que al principio provocaron alguna que otra risa que luego acabaron siendo sonoras carcajadas. Hasta que en un momento dado se interrumpió la proyección y apareció don Giussani en el escenario, al principio un poco vacilante pero luego, poco a poco, más impetuoso que nunca. Recuerdo que nos dijo, más o menos: «No sabéis atravesar la apariencia y por eso ni siquiera oléis el significado de lo que tenéis delante. Para vosotros, todo se reduce a imágenes efímeras y evanescentes. Imágenes que fluyen por una pantalla y acaban en nada. No es culpa vuestra, sino de los que os han educado. Pero ahora en adelante, ahora que os lo he dicho, será culpa vuestra».
Don Giussani desapareció y la proyección continuó en el más absoluto silencio. Al terminar, Enzo Piccinini, que esos días no se separaba de don Giussani, me llamó y me llevó a la zona posterior del escenario, donde estaba don Giussani, en silencio y entre lágrimas.
Aquella escena de un hombre –¡un hombre!– llorando “por mí” perforó la costra de mi inconsciencia. Por primera vez pude percibir el pecado no como una infracción moral sino como una condición desoladora que nos hunde en la ceguera del ser, en el no ser.
Aquellas lágrimas de dolor, de compasión y misericordia, fueron tal vez el primer impacto de mi nuevo nacimiento en una percepción cristiana de la vida.
Cristina, Modena
«Como la horma de un zapato»
Pero aunque iba haciendo el paripé frecuentando los sacramentos y la comunidad punk, manteniendo una pose en ambos ámbitos, para no defraudar a todos los que me valoraban no por lo que era, sino por ser como ellos querían, la pregunta cada vez era más profunda. Desde los grupos de la Iglesia y de fuera de ella lo único que recibía eran respuestas prefabricadas que yo, escuchando música y leyendo libros de justicia social, no pensaba seguir, ya que la respuesta tiene que estar en mí, como expresa Greg Graffin, de Bad Religion, en "The answer":
"Don't tell me about the answer
'Cause then another one will come along soon.
I don't believe you have the answer,
I've got ideas too."
Pero el corazón está bien hecho y en la misma canción el autor reconoce que esta pregunta es eterna hasta que se encuentra una respuesta:
"Everyone's begging for an answer,
Without regard to validity.
The searching never ends,
It goes on and on and on for eternity."
Hasta que un día conocí a una persona que en vez de intentar responder a la pregunta me dijo: ven conmigo, a mí me interesa quién eres tú. Me enseñó a darme cuenta de que yo soy, de que yo puedo ser querido por existir, con todo lo que me gusta y mis miserias. Nunca me habían tratado así, solo esta persona usando la definición de don Gius de autoconciencia: “existe algo en mí que es más grande que este cataclismo. Se reconoce y se ama la propia identidad amando a otro, reconociendo y amando a otro”. Es decir, que yo tenía un valor no por lo que podía dar, sino por lo que era y es para el mundo. Esta persona no tenía una respuesta, solo quería que la siguiese para buscar la respuesta juntos.
Se me abrió el cielo, porque me indicó una dirección donde, en vez de querer eliminar mi punk, mis libros, mis coches, mis ordenadores... me decía que mirase todo eso desde esta experiencia que había hecho. Abrazaba completamente y todo se volvía sagrado. Como dice Ben Weasel en su opera punk “Baby Fat”: "It´s like the skies had opened up, what could we do, we never knew. And we belong to the angels now." Esta es la misma experiencia que expresa Dustin Kensrue de Thrice en “Stare at the sun”, que escribió cuando se convirtió al cristianismo retomando esta autoconciencia.
Igual que él, yo no entendía nada, pero sí podía afirmar que “soy debido a un milagro”, de modo que “me quedo mirando al sol hasta que entienda o me quede ciego...” y haciendo el camino las piezas iban encajando como la horma y el zapato, TODAS las piezas, no unas pocas, no tengo que renunciar a nada, como otras realidades pretendían sobre mí.
Santiago, Madrid
«Nunca volví a perderme nada»
Natalia, Pesaro
«Me acompaña para ser esposa, madre y profesora»
Cinzia, Palermo
«No solo inspiración, sino huella»
Angelo, Rímini
«El camino de una alegría plena en presencia de Cristo»
Nicoletta, Seborga (Imperia)
«Ha mantenido con vida mi corazón»
Stefano, Pesaro
«Un carisma que hizo hermosa la vida de muchos»
Gaetano, Palermo
«Se sabía amado»
Vanessa, Aulla (Massa-Carrara)
«Cuando me topé con aquella mirada...»
Gennaro, Pagani (Salerno)
«El mejor descubrimiento de mí mismo»
Ezio, Cuneo
«No hay instante que no esté lleno de Cristo»
Giuseppina, Milán
«Nada se perderá»
Emma, Leiden (Países Bajos)
«La forma de mi vida»
Barbara, Ascoli Piceno
«Alguien que hablaba de lo que verdaderamente importa»
Paola, Milán
«La posibilidad de seguir a Cristo»
Tobías Martín, Huánuco (Perú)
«Una vida de trabajo»
Enrico, Seregno
«Para ver al Señor que pasa»
Marta, Lugo di Ravenna
«Esa promesa que siempre se mantiene»
Con los años, hasta hoy que tengo más de sesenta, esa promesa de totalidad nunca me ha defraudado. Es más, cada vez que vuelvo a oír hablar a don Giussani, aunque sea a través de sus textos, siempre me saca de mis inevitables “reducciones” y me devuelve a este nivel que no censura nada y vuelve a abrirlo todo.
Francesca, Chieti
«Jesús era el protagonista de lo que decía»
Mariantonietta, Busto Arsizio
«Sus regalos para mi vida»
Sor Cecilia, Monasterio Nuestra Señora de las Nieves y Santa Teresita, Bariloche (Argentina)
«Nos indicó un método: mirar la realidad»
Cinzia, Salvador de Bahía (Brasil)
«Mis preguntas eran legítimas y esenciales»
Flaviana, Taranto
«De él aprendí a “poner el corazón” en cada cosa»
Paola, Milán
«La nostra strada bella»
Cinzia y Marco, Milán
«Un “trabajo de verificación” continua»
Cristina, Bergamo
«Su paternidad y mi matrimonio»
Massimo, Reggio Emilia
«Más que un amigo, más que un padre»
Hoy Giussani es para mí un amigo, más que un padre, es como si fuera yo mismo.
Silvio, Carate Brianza
«Uno que me quería»
Mario, Legnano
«Cuánta vida dentro de esta vida»
Mariapaola, Milán
«Un modo de anunciar el Evangelio que me atrae»
Dino, París