Veinte minutos de conmoción
Una mujer rusa que conoce el Meeting desde hace tiempo se acerca a la presentación del libro de Navalny. Gracias a un móvil prestado puede seguir el encuentro, hasta las lágrimas: «Aquí habláis de mi país»Sábado 24 de agosto, Meeting de Rimini. En el BookCorner de la Asociación Italiana de Centros Culturales está a punto de empezar la presentación de libro de Aleksei Navalny. Como siempre en este tipo de actos, antes de empezar se dan las instrucciones para poder seguir las intervenciones y traducciones. Se me acerca una mujer muy amable que, en un italiano perfecto acompasado por un acento del este, me pide ayuda para conectar su dispositivo. Pero veo que algo no funciona. Los caracteres de su móvil están en cirílico, y enseguida me lo aclara: «Soy rusa, tengo bloqueado el acceso a este video». Así que le ofrezco mi teléfono para conectarse al encuentro. Después la veo sentada en primera fila, con un cuaderno de notas en el que escribe veloz, seria, atenta y concentrada. Se nota que esos breves 20 minutos, casi “ocultos” entre la inmensidad del programa del Meeting, para ella tienen una importancia especial.
Me impresiona la escena y cuando vuelve para devolverme el móvil le pregunto cómo es que está aquí. «Vivo en Italia desde hace años. Desde aquí vivo el drama de mi país. Hace tiempo que conozco el Meeting y sé que aquí se cuentan muchas cosas de mi país. Cuando vi en el programa la presentación del libro de Navalny pensé que no podía perdérmelo, porque Navalny es algo mío, es mío…». Se conmueve y ya no es capaz de terminar la frase.
Todo el Meeting, con su increíble enormidad, puede valer la conmoción de uno solo porque la mirada de Cristo es personal, totalmente tuya. En este episodio he podido revivir el ejemplo del Gius, cuando habla de aquel misionero que baja solo en barca por el río Amazonas para adentrarse en la selva, caminando durante días para ir a visitar ¡a “uno solo”…! Gracias.
Mateo