Atenas (Unsplash/Topsphere Media)

Un “pedazo de cielo” en Atenas

Los ejercicios de la Fraternidad con la pequeña comunidad griega, invitando a amigos de otros movimientos. Un acontecimiento de gracia, de unidad y de profunda comunión

El sábado 15 de junio nos acogió calurosamente nuestro amigo el padre Raffi en una pequeña parroquia de Atenas para vivir juntos el gesto de los ejercicios espirituales con amigos de otros movimientos, como los focolares y las asociaciones Papa Juan XXIII y Punto Corazón. Ha sido todo un acontecimiento de gracia, renovada y cada vez más viva, de unidad y profunda comunión.

Una comunión que llevó a Patrizia, de los focolares, a decir que era «una comunión no solo material sino más bien espiritual. Vuestro carisma me ayuda a recuperar el mío. Es un encuentro entre carismas que ilumina mi vocación. Vivir la pobreza y la humildad como se describe aquí, en su verdadera esencia, puede ser un don para todos los que nos encontremos».

Después escribió a una amiga nuestra para decirle que «soy yo quien agradece esta oportunidad de vivir una verdadera, sincera y profunda experiencia de comunión, que solo es posible cuando vivimos esa pobreza de la que nos hablaban hoy. Una pobreza que se abre espacio en los corazones y nos permite acogernos mutuamente. Vuelvo cargada de su Presencia entre nosotros, con una alegría que me impulsa a desear entregarme. Cuento con vuestra unidad y oración y te aseguro la mía. Os miro y os veo como miembros de mi familia. ¡Demos gracias a Dios por permitirnos vivir momentos celestiales! Unidas en la petición mutua».

También estuvo Mariella, de los focolares, después de vivir una temporada en Pakistán: «Solo podemos testimoniar nuestra comunión Monseñor Giovanni decía que intentemos vivir así. Es una gracia para toda la Iglesia, sin ninguna pretensión de resultados, basta con pertenecer a este pueblo».

Fabiola, de la Papa Juan XXIII: «Me he dado cuenta de que la primera pobreza que tengo que reconocer y acoger es la mía, mi propia persona. Hoy decían que pobre es aquel que tiende sus manos sin pretender nada. Cuántas veces creo que el problema es encontrar a toda costa soluciones para las necesidades que veo. Y esa preocupación no me deja dormir. Sin embargo, dentro de esta comunión vivida veo que la cuestión es otra: ofrecer nuestra impotencia totalmente llena de su Presencia».

Paolo, de la comunidad de CL en Atenas: «Cada vez tengo más claro que sin vosotros sería imposible experimentar esa plenitud. Esta comunión que vivimos hace posible volver a empezar todos los días». Por último, Filippo, de la Papa Juan XXIII: «He visto que el mayor límite es sentirnos dueños de lo que hemos recibido gratis, nuestro carisma. En cambio, la comunión experimentada me hace salir de mi zona de confort».

Estamos apegados unos a otros porque estamos apegados a Jesús. Esa experiencia de un “pedazo de cielo”, esta comunión vivida que vuelve a suceder es lo que nos permite anhelar que esto suceda con todos y en la Iglesia entera.
Los amigos de CL en Grecia