La recogida de alimentos de los amigos de Giotto en Padua

«Uno de esos días que te hacen feliz»

La recogida de alimentos entre los barrotes de la cárcel de Padua, pero también fuera, en un supermercado de la ciudad con grupo de presos acompañados por varios amigos. Así lo vivieron

Era el año 2011 cuando en el centro penitenciario Due Palazzi de Padua, siguiendo una propuesta de la cooperativa Giotto, presente en la cárcel desde 1991, tomaba cuerpo por primera vez la Recogida de alimentos. Para los presos, ver en la prensa y en la televisión que esa iniciativa en la que participaban desde su celda movilizaba ese mismo día desde hacía años a muchos supermercados de todo el país, con decenas de miles de voluntarios, era realmente emocionante y daba a lo que hacían un significado muy especial.

En estos más de diez años ha habido momentos más sencillos y otros menos. El periodo Covid fue sin duda el más difícil. Pasaron de más de 800 kilos a unas pocas decenas. A veces los presos no recibían la información con suficiente antelación (hacer la compra desde la cárcel no es tan fácil, lleva su tiempo) y debían conformarse con dar lo que tuvieran en ese momento. Se ha hecho famosa la vez que uno donó una chocolatina, todo lo que tenía en ese momento en su celda.

Desde hace unos años se han involucrado todas las asociaciones y cooperativas presentes en la prisión y este año, aparte de la habitual recogida interna que se realiza durante tres días (de viernes a domingo), cinco presos tienen permiso para salir y participar con el resto de voluntarios en la recogida en un hipermercado de la ciudad. A los que se añaden otros cinco que tienen tercer grado por motivos de trabajo y se incorporan al final del turno aprovechando que el súper les pilla de camino de regreso a la cárcel.

Giuseppe, que ha hecho la recogida desde la cárcel, le comentaba a un amigo: «Ha sido muy bonito y reconfortante poder ayudar a gente que lo necesita. La jornada de recogida de alimentos es uno de esos días que te hacen feliz. Saber que has contribuido con tu pequeñez para conseguir algo bueno te llena de alegría. Momentos así nos hacen sentir unidos en un objetivo común». Otros que estaban en el supermercado decían: «Quiero dar las gracias por este día que hemos pasado juntos. Ha sido una ocasión y una oportunidad realmente importante, tanto por el motivo como por el tiempo que hemos pasado juntos. Gracias a todos los voluntarios».

Andrea, Nicola y Roberto escribieron algo juntos. «La recogida de alimentos no es solo una forma útil de recoger algo de comida para los que lo necesitan, sino que tiene otra finalidad importantísima en la que no solemos fijarnos: dar a conocer a los que no lo necesitan que hay muchísima gente que dedica parte de su tiempo a ayudar a otros, aunque no los conozcan y nunca vayan a darles las gracias. Vivimos en la era de la competición, de un extremo individualismo, egoísmo y búsqueda del bienestar personal, muchas veces evitamos cruzar la mirada con los que tienen necesidad porque nos da vergüenza o, peor aún, por desprecio. Estamos muy contentos por haber participado en este acto benéfico tanto por el resultado conseguido como, sobre todo, por las personas que hemos conocido o que ya conocíamos pero a las que nunca habíamos visto y valorado como voluntarios. De nuevo gracias a todos por su espíritu altruista y por las sonrisas que dispensáis gratuitamente todos los días. Gracias de corazón».

Benedetto también envió una aportación. «Lamentablemente, los presos no tenemos la posibilidad de ayudar a la gente de fuera, así que siempre que surge la ocasión es un placer. Me gustaría dar mucho más, me gustaría poder regalar mi tiempo de penitencia a los pobres ancianos abandonados en sus casas. Cuando llaman a la centralita en la que muchos de nosotros trabajamos desde la cárcel para pedir cita médica, vemos que muchos de ellos están desorientados ante un millón de problemas que para mí sería facilísimo resolver, pero por desgracia no puedo hacer nada, solo constatar que en este mundo que ya no me pertenece no hay tiempo para los que no son indispensables. Personalmente, creo que ayudar al prójimo es algo que reconforta más a quien lo hace que a quien lo recibe».

Volviendo a la jornada en el supermercado, las personas que aceptaban colaborar eran la mayoría, pero también había gente que rechazaba nuestra invitación, a veces con malas maneras. Vivir este rechazo también supone una ocasión educativa que nos obliga a reflexionar y a preguntarnos, y que nos hace estar agradecidos por todo lo bueno que hemos recibido en la vida.
Nicola y los amigos de Giotto, Padua