Encuentro Quito.

Ecuador. La última palabra sobre la realidad y la vida

Encuentro Quito 2023, un “mini-meeting” dedicado a la paz en un país sacudido por la violencia de los últimos meses y sumido en un clima de inseguridad

Cuando el pasado 15 de octubre en la plaza de San Pedro el Papa nos invitó a acompañarle en la profecía por la paz no entendía mucho cómo nosotros acá en Ecuador, que en aquel entonces sentíamos muy lejana la guerra en Ucrania, hubiéramos podido hacerlo. Conservé adentro de mí esta inquietud, un deseo grande de aprender qué era el juicio comunional del que tanto nos habla Prosperi. Mientras tanto había explotado en mi país y de una forma muy rápida una situación general de inseguridad y violencia que antes nunca se había dado. Así que escribimos juntos el manifiesto “¿Quién nos permite vivir sin miedo y en paz?”.
De allí tomamos en serio la idea que había surgido unos meses antes entre algunos de nosotros, en un restaurante y casi bromeando, de dar vida a un mini-Meeting que luego tomó el nombre de Encuentro Quito, enfocándolo en el tema de la paz, pues en abril los obispos del Ecuador escribieron una carta al país solicitando «iniciativas de la sociedad civil para construir puentes de reconciliación y de paz entre los ecuatorianos».

Fueron seis meses de preparación donde estuvimos identificando los temas que nos interesaba discutir y las personas que nos interesaba encontrar. La sorpresa más grande fue que empezando a encontrarnos poco a poco iban surgiendo siempre más temas que queríamos afrontar, gente que queríamos involucrar, detalles que queríamos incluir. Era como la explosión de una vida que había estado cultivándose y que, pensándolo ahora, había estado como un poco adormecida o escondida. Unas semanas antes del evento me di cuenta de que todo el mal y la violencia que en los últimos tiempos se estaban respirando ya no eran la última palabra sobre la realidad y la vida. He encontrado en estos meses y gracias al Encuentro Quito mucha gente buena que quiere construir, trabajar, que sabe muchas cosas, que ama su país y no lo quiere dejar, a diferencia de miles de ecuatorianos que estos meses se han marchado. Esto me dio esperanza y hasta físicamente sentí que poco a poco se me quitaba el miedo que se había apoderado de mí después de que mataran a un candidato a la presidencia a pocas cuadras de nuestra casa. ¡De verdad, cuando uno está lleno del Bien que es Cristo presente en la realidad y en la historia, es toda otra historia!

Los días del evento fueron un verdadero acontecimiento. Vicente Albornoz, uno de los economistas más reconocidos en el país, dijo que hacía muchos años que no asistía a un evento de este tipo, en donde lo que prevalecía era querer dialogar en un clima constructivo y no destructivo. El periodista Francisco Rocha, que intervino presentando El sentido religioso, contó que leyendo el libro había vuelto al sentido del “nosotros” de su juventud, que había perdido por varias cosas de la vida. Durante una cena nos confesó además que el libro le había devuelto la nostalgia de Dios y de lo religioso y nos preguntaba casi llorando: «¿por qué la vida nos lleva a perder las cosas importantes?». Lo más espectacular para mí ha sido también ver involucrados en el Encuentro a muchos de los jóvenes y madres de la obra educativa en la que trabajo. Gente humilde y con pocas oportunidades de salir de su barrio, estaban en una de las universidades más modernas y prestigiosas de Quito, los jóvenes ayudando con el servicio de orden, relacionándose con ministros y embajadores. Y con XXL 593, un cantante de rap famoso en Quito, invitado a dialogar con los jóvenes acerca de la vida. En Quito la sociedad está muy divida y muy marcadas las clases sociales. En Encuentro Quito éramos todos uno, no había diferencias, al contrario, había unidad, familiaridad, fraternidad por el deseo común de vivir y construir, deseo que en muchos momentos durante los dos días (para quien pudo estar más atento o más investido de la gracia de la fe) era evidente que solo Cristo presente en una compañía y en la historia podía llenar y cumplir.

Ahora estoy a la espera de lo que el Señor querrá donarnos después de haber experimentado la alegría de comunicar a todos lo que hemos encontrado, la plenitud de abrirnos como juicio a todo lo que compone la vida y el gozo de construir juntos, con nuestra pequeña comunidad dispersa en todo el Ecuador, un gesto tan grande quizás no tanto como número, pero sí como significado.
Stefi, Quito (Ecuador)