El centenario de don Giussani en Alejandría de Egipto.

Egipto. Redescubrir hoy el don de Giussani

En Alejandría, la pequeña comunidad del movimiento recuerda el centenario del nacimiento del fundador de CL. En el corazón de Oriente Medio, el testimonio de una «continua historia de amor»

Hace unas semanas, en la sede de la Vicaría Apostólica en Alejandría de Egipto, monseñor Claudio Lurati, vicario apostólico para los latinos en Egipto, inauguró la celebración del Centenario del nacimiento de don Giussani con un saludo a todos los presentes, sacerdotes, monjas y amigos de la comunidad local de CL. Rosette, una joven madre, hizo una presentación de don Giussani repasando las etapas de su vida y deteniéndose en la pregunta que tantas veces planteó Giussani sobre qué es el cristianismo: «Un acontecimiento, un encuentro, una continua historia de amor», explicó Rosette, recordando también las palabras que san Juan Pablo II dirigió a don Giussani y a la Fraternidad respecto a la tarea del movimiento en la vida y el corazón de la Iglesia. Los textos de don Giussani se han traducido a muchas lenguas y tiene cuatro libros publicados en árabe.



Luego tuvo lugar el testimonio de sor Noha, que contó su encuentro con el movimiento. «La diversidad de personas y un clima familiar y fraterno llamó mi atención en los encuentros que celebraban en mi parroquia. Además, por primera vez me llamó la atención sobre la pregunta que Jesús dirige a Juan y Andrés: “¿Qué buscáis?”. Aquello tocó mi corazón, me hizo pensar en mi vida y en su significado, en la experiencia del darse y en la gratuidad, que he podido vivir profundamente, sobre todo cuando fui al Meeting de Rímini».



Luego, una de nuestras amigas de Belén, Heba, contó en conexión por video que «lo que más atraía de este grupo de amigos fue que compartían su vida con nosotros. Nos transmitían su experiencia, de su corazón al nuestro. Todo eso cambió mi vida en mi familia, con mis hijos y en el trabajo».



Antes de celebrar la misa y luego una fiesta con todos los presentes, Riccardo Ardito, responsable del movimiento en Oriente Medio, concluyó diciendo que don Giussani fue un hombre atravesado por el Espíritu que supo proponer a los jóvenes y a generaciones enteras a Cristo como centro unificador de la realidad entera y como respuesta a todos los interrogantes humanos. «Después de su muerte, seguimos descubriendo como un don la fuerza de todo lo que generó su existencia, que ha llegado hasta nosotros».
Said, Alejandría de Egipto