Acto de clausura en el Punt Barcelona 2022

Un lugar donde volver a nacer

Después del Punt Barcelona, llega el momento de tomar conciencia de todo lo que ha sucedido y estalla el deseo de no tener que esperar al año que viene, sino poder renacer en este lugar todos los días

En la jornada de apertura de curso, Julián Carrón empezaba su intervención diciendo: «La experiencia de estos dos años [de pandemia] nos ha enseñado que nada puede impedir que, incluso con esta forma [virtualmente], pueda suceder lo que nuestro corazón espera». El sufrimiento que hemos vivido a lo largo de la pandemia ha hecho resurgir con más fuerza en cada uno de nosotros el deseo de nuestro corazón, el deseo de estar juntos de nuevo. Y la última edición del PuntBCN ha sido una muestra de ello.

En la explicación del lema del Punt de este año, “Vivir es comenzar, siempre, a cada instante”, se nos interpelaba, tanto a los ponentes como a los participantes, a dar respuesta a las siguientes preguntas: ¿en qué consiste este comenzar?, ¿es posible volver a empezar?, ¿de dónde saca uno las energías para volver a levantarse siempre, a cada instante?, ¿de qué vivencia habla Pavese? Todas ellas se condensan en la pregunta planteada en el comunicado final: ¿se puede nacer de nuevo?

Después de lo vivido, puedo afirmar que toda la realidad del PuntBCN me responde a las preguntas planteadas, ya que el Punt es uno de esos “lugares” que le permiten a uno entender la concreción del otro. Un “lugar” donde poder comprender que uno crece haciendo juntos. Es por eso por lo que a la hora de explicar qué ha significado el Punt para mí, me gustaría definirlo como un “lugar”, donde junto a una compañía y una amistad, he podido volver a nacer.

Para mí, esta compañía, esta amistad, empezó nada más aterrizar en mi nueva parroquia. Un domingo a la salida de misa escuché a unas amigas, maestras de escuela, que hablaban de la posibilidad de acompañarse en el día a día de su profesión a la hora de afrontar las dificultades que se estaban encontrando con sus alumnos a la vuelta del confinamiento. Así fue como empecé a participar de estos encuentros virtuales, pues en aquel entonces todavía no podíamos encontrarnos de manera presencial. Descubrí un “lugar” donde poder experimentar el encuentro entre dos miradas.

Al inicio del presente curso decidimos retomar los encuentros, pero ahora ya presencialmente. Para ello pedimos a dos buenos amigos, ambos directores de escuela, que nos acompañasen en el trabajo que estábamos realizando. Fue a raíz de dicho trabajo que se planteó la posibilidad de organizar un acto sobre educación para la edición del Punt de este año. Nuestra preocupación era la dificultad con la que nos encontrábamos a la hora de despertar el deseo de nuestros alumnos, nuestra incapacidad para ayudarles a nacer de nuevo. Por eso decidimos invitar a Daniele Mencarelli, padre, escritor y poeta. En sus libros él narra cómo volvió a nacer, así que decidimos pedirle prestada su mirada y sus palabras para poder responder a la pregunta: ¿qué hace falta para nacer de nuevo?

En el diálogo que mantuvimos, Daniele nos recordaba cómo siempre ha anhelado hermanos que buscasen lo mismo que él, que tuvieran las mismas ganas de compartir su experiencia sobre estas preguntas fundamentales. De esta búsqueda propia del corazón del hombre nacen realidades como la del Punt, «una maravillosa hermandad» –de las que hablaba Mencarelli– donde poder afrontar juntos los «temas por los que vale la pena vivir».

Pero también nos recordaba que todo esto no es posible sin una mirada, pues la mirada es la antesala del encuentro. Que este encuentro es posibilidad de salvación para mi vida, ya que me permite descubrir aquella presencia que nos está salvando en todo momento de la forma más imprevista posible. Es decir, que nos permite nacer de nuevo.
Así lo hemos podido experimentar este fin de semana, concretamente cada vez que fijábamos la mirada en los rostros de cualquiera de los participantes, pero de manera especial en los de los voluntarios. Me era imposible no sorprenderme con la entrega de los voluntarios en acción, que habían decidido invertir su tiempo libre en la preparación del PuntBCN, veía en esto un compromiso precioso con la construcción de la Iglesia.

Pero ¿qué hay detrás de todos estos rostros cambiados? El encuentro con una mirada que a uno le hace ganar en libertad. La misma mirada con la que se encontró Nicodemo hace más de veinte siglos, la única mirada que puede realmente transformar el corazón de cada hombre. Solo el encuentro con esta mirada nos permite vivirlo todo de una manera nueva: las circunstancias políticas y sociales del momento, la tarea de educar a los hijos, los retos a afrontar en nuestros trabajos, incluso el sufrimiento provocado tanto por una guerra como por una enfermedad terminal.

Por todo esto considero que sería un error pensar que el Punt empieza y termina con todo lo vivido a lo largo de este fin de semana, y que tendremos que esperar al año que viene para volverlo a vivir. Pudiendo experimentar de cerca el PuntBCN he visto que es el resultado de una forma de estar abierto al mundo y dialogar con él que me es atractiva. Como decía al principio, el Punt es un “lugar” donde junto a una compañía y una amistad, uno puede volver a nacer. Pero no solo un fin de semana al año, sino siempre, a cada instante.
Pep, Barcelona