Foto Unsplash/Calwaen Liew

Ucrania. «Esta noche me he encontrado con las estrellas»

Un profesor de Nápoles nos envía el mensaje que ha recibido de un antiguo alumno ucraniano que volvió a su país hace unos años

Andrei, un antiguo alumno ucraniano, desde pequeño ha tenido que sufrir el dolor de la separación de sus padres. Su madre, de origen ruso, graduada en Química, vino a trabajar a Italia como cuidadora y él se quedó con su padre en Ucrania hasta que cumplió 13 años, cuando por fin pudo reunirse con ella. Al llegar a Nápoles, Andrei empezó a ir al instituto de formación profesional donde trabajo. En quinto tuvo que enfrentarse a experiencias dolorosas, primero la enfermedad y muerte de su madre y luego, de regreso a Ucrania, la de su padre. A los 21 años era huérfano de ambos padres. A pesar de vivir unos hechos tan dramáticos, ha hecho frente a la vida apoyándose en su fe. Se ha casado, es padre y se ha construido una pequeña casa. Por fin parecía que la vida le sonreía, pero luego estalló la guerra. La ciudad donde vive está cerca de Kiev. Para intentar proteger a su familia, se refugió en Leópolis, en casa de unos amigos. A pesar de todo, hace unos días me envió este mensaje:

Profe, durante los años que fui alumno vuestro, gracias a vuestra amistad paternal, aprendí (algo que cada vez experimento más) que el mal nunca podrá vencer sobre el bien. Solo se nos pide rezar para que la esperanza siempre esté viva. Lo que siento no es algo abstracto, con el tiempo se ha convertido en una experiencia real que me da la vida. Como ejemplo de ello, me gustaría contarle una anécdota. Por las noches hay toque de queda y a las seis de la tarde, cuando apagan la iluminación pública, todo queda a oscuras y la gente vive con miedo. Mi mujer también está asustada y muy preocupada por sus padres, que viven en Mariúpol. Como no logran ponerse en contacto, ni si quiera sabemos si siguen con vida. Una noche, mi hija María, al notar un clima más triste de lo habitual, se puso a llorar porque quería su muñeca preferida, que había dejado olvidada en el coche. Así que a las diez de la noche tuve que salir de casa para recuperarla, con la esperanza de darle consuelo. En la calle todo era oscuro y de camino al coche sentí miedo y tristeza. Para no tropezar, encendí la linterna del móvil. De vuelta a casa con la muñeca, involuntariamente elevé la mirada hacia lo alto y me di cuenta de que en el cielo había miles de estrellas que brillaban más que nunca. Tuve que pararme para contemplar el espectáculo. Debo confesar que me conmoví. Al entrar en casa, mi mujer me dijo: «¿Cómo has tardado tanto? Me tenías preocupada». Luego añadió: «¡Qué raro, pareces más contento! ¿Te has encontrado con alguien?». Respondí: «Sí, tienes razón, me siento realmente feliz. Esta noche me he “encontrado” inesperadamente con las estrellas».
Leónidas, Nápoles