Rosetta Brambilla (@Obras Educativas Padre Giussani)

Belo Horizonte. Un nombre y una historia

En el corazón de Brasil desde 1967, Rosetta Brambilla repasa lo que ha vivido desde sus primeros años de misión: las guarderías, los centros educativos, el trabajo con las familias. Obras que «no existirían si no hubiera conocido a don Giussani»

Lo que aprendí de joven en la caritativa con don Giussani –compartir la vida, entregarme, reconocer a Cristo en la realidad– es lo mismo que vivo ahora. La caridad sirve para enseñarnos a entender cómo Dios comparte nuestras necesidades. No es para resolver los problemas de la gente, sino para compartir la vida.

¡Lo que vivo ahora ya estaba presente entonces! ¡Lo que hago ahora ya existía! No tengo formación de educadora, pero cuando llegué al barrio Primeiro de Maio, a casa del padre Pigi Bernareggi, me impliqué en la comunidad e iba a visitar a las familias. Estando allí, vi que los niños iban directamente al colegio sin pasar por la guardería porque no había guarderías en la comunidad. Así que le pregunté a mi amiga Helena si quería participar en esta aventura de empezar una pequeña escuela materna. No nos frenó el hecho de no contar con una formación pedagógica. Respondimos a la realidad en la situación en la que estábamos. Llamamos a un educador y a una colaboradora, y empezamos a trabajar.

Con el tiempo, las guarderías fueron creciendo y en pocos años había cuatro, una casa de acogida, más los centros educativos y un polideportivo. Nuestro carisma, nuestra historia, nuestro trabajo con las familias y los niños… La obra nació para comunicar esa mirada que ya estaba dentro de mí, que me constituye y que deseo compartir. Por eso nuestro nombre es “Obras Educativas Padre Giussani”, en referencia a nuestro origen, a nuestra historia y nuestro rostro.

Estas obras no existirían si no hubiera conocido a don Giussani. No habríamos podido elegir otro nombre. Una vez le enseñé una foto de dos jóvenes pintando la puerta de la guardería y le dije: «Estos son hijos tuyos…». Detrás de la foto, escribió: «Verdaderamente sois hijos míos en la historia del Señor». Igual que su presencia ha sostenido mi “sí” todos estos años, su testimonio nos sostiene a cada uno de nosotros, hijos suyos en el Señor. El nombre de la obra es mucho más que un homenaje. Es el reconocimiento de la paternidad de don Giussani y de la presencia de otro mundo en este mundo.
Rosetta, Belo Horizonte (Brasil)