La exposición de don Giussani en el Meeting de Bruselas

Bruselas. Algo valioso para todos

Embajada Meeting. O bien la posibilidad de llevar lo que sucede en Rímini al mundo entero. Hasta Bélgica, como sucedió hace unos días

Hace unos meses, un grupo de amigos que estudian y trabajan en Bruselas empezamos a pensar cómo sumarnos a la propuesta del Meeting de Rímini para llevar a diversas ciudades sus encuentros y dar a conocer un gesto tan ligado a nuestra historia y nuestro carisma. Todos se pusieron en marcha, cada uno con sus propias razones e intereses, pero el primer paso lo dio nuestra amiga francesa Marine, que nos conoció hace poco pero que, al oír hablar tanto del Meeting, le dio tanta curiosidad que hasta nos invitó a participar en el encuentro online con los voluntarios de todo el mundo.

Allí intervino una gran amiga nuestra, universitaria en Portugal, que contó que el año anterior había propuesto el Meeting en su ciudad y que había sido una gran ocasión de encuentro y un gran bien para toda la comunidad. Yo ya la había escuchado, pero volver a hacerlo despertó también en mí el deseo de proponer algo parecido aquí, en Bruselas.

Deseaba especialmente esa “ocasión de encuentro” de la que ella hablaba, pues durante ese año el pequeño grupo de universitarios y jóvenes trabajadores habíamos empezado a juntarnos en una de las pocas bibliotecas que no cerró por la pandemia, en el colegio de los jesuitas, una institución muy importante en la ciudad.

Cuando íbamos a la cafetería, la mezcla de edades, procedencias y ocupaciones no pasaba desapercibida, hasta el punto de que la gente empezaba a preguntarnos quiénes éramos, qué teníamos en común, qué era CL… Ha habido conversaciones muy interesantes y con algunos de ellos ha nacido una verdadera amistad. De modo que cuando surgió la propuesta de la “Embajada Meeting”, no podía dejar de pensar en aquellos rostros.

Empezamos a trabajar sobre aquella idea para ver si sería posible pedir al colegio que acogiera nuestra propuesta. Se sumaron más personas y al final nació la propuesta de hacer tres días de Meeting en septiembre, después de las vacaciones, acogidos por los jesuitas.

Durante el verano nos pusimos a trabajar, sobre todo con el deseo de poder generar un espacio de encuentro con personalidades interesantes. La idea era proyectar los encuentros del Meeting que más nos habían gustado, traducidos al francés, y acompañarlos con la exposición sobre la vida de don Giussani “De mi vida a la vuestra”. Además, surgieron tres iniciativas originales, tres contribuciones “locales” de personalidades que viven en Bélgica, aparte de una velada de cantos relacionados con el lema del Meeting y algunos momentos de convivencia.

Paso a paso, nos fuimos dando cuenta de que no estábamos juntos para organizar el Meeting para otros sino ante todo para nosotros mismos. Ver que la propuesta crecía e iba tomando forma, con los talentos e ideas de cada uno, nos iba haciendo estar aún más intensamente dispuestos para que aquellos días fueran algo bueno.

Los días del Meeting fueron una sorpresa, empezando por el encuentro con Manuel Barrios Prieto, secretario general de la Comisión de Conferencias episcopales de la Comunidad Europea (Comece), hablando del diálogo interreligioso y de la Fratelli tutti. Nos recordó que una relación de fraternidad solo es posible si nos reconocemos hijos, y que una filiación es algo que solo se puede reconocer y comprobar en la experiencia. En muchos surgió el deseo de volver a encontrarse con él. Y es que estos días han hecho posibles nuevas relaciones, de las que hay dos que se me han quedado especialmente grabadas. Una es con Benedicte, profesora de Filosofía en un instituto, que se quedó impactada con la exposición de don Giussani, por su intuición de que una fe fundada solo en la tradición pero que no tocase la vida no habría podido resistir el desafío de la secularización. Decía que ella se encuentra ante este desafío todos los días en clase, y que sus alumnos musulmanes a veces están más abiertos que los demás. También pienso en Karen, que acaba de terminar la carrera. Recibió la invitación por mail y sin conocer a nadie se presentó en la misa y en la proyección de las entrevistas a Edith Bruck y Frére David (esta última la hicimos nosotros), monje de Valonia. Al término del encuentro nos dijo que no esperaba encontrar gente tan joven. Durante la presentación de la exposición de don Giussani, citando justamente una frase de Frére David, Karen me hizo darme cuenta de una cosa: el monje contaba que, después de un accidente muy grave, se había dado cuenta, al pasar «de la cabeza al corazón», de que Dios le amaba, a través de sus hermanos y de su familia, que todos los días iban a visitarle. Pero Karen percibió este detalle durante la exposición: la fe corresponde a las «exigencias fundamentales y originales» del corazón humano, y por eso es razonable. «De la cabeza al corazón», repitió.

Una querida amiga que conocí en la biblioteca, Marie Hélène, se pasó el viernes por la noche para saludarnos y curiosear, a pesar de que tenía otro compromiso. El padre Claude, que nos conoce desde hace bastante tiempo, les contó durante el desayuno a sus hermanos jesuitas la exposición y les invitó a visitarla. Hasta el director de la biblioteca estaba entusiasmado por lo que veía: «Tenéis que repetirlo el año que viene».

Me impresionó ver a tantos amigos “voluntarios” moviéndose gratuitamente, sin tener especiales dotes o experiencias organizativas, algunos llevaban poco tiempo en Bélgica o en la comunidad, y sin embargo han acompañado nuestro deseo de compartir el carisma, el instrumento fundamental para vivir mi fe, porque me hace consciente de que es para todos, una propuesta válida para todos. He podido volver a reconocer claramente a Alguien más grande tras esta amistad, que va más allá de cierta afinidad por carácter, proximidad o necesidad organizativa.

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Pensando en estos momentos, en la atención a que todo pudiera ser útil en nuestro camino, me digo que ha valido la pena moverse así. Se me ha puesto delante un claro ejemplo de lo que dice la exposición sobre la vida de don Giussani: un interés básico por la «generación de un sujeto, una revolución de uno mismo», que va antes que la «empresa social» de cualquier propuesta. Lo que necesito, como dice la exposición, es descubrir «esa Presencia en nuestra carne y nuestros huesos, sumergirnos con todo nuestro ser en su Presencia».
Emanuele, Bruselas