(Foto Unsplash/Adi Goldstein)

América Latina. Cuando la cuarentena "suena" mejor

Desde siete países, conectados por WhatsApp y por Zoom. Lo que une a este grupo de universitarios es su gran pasión por la música. Y una nueva amistad inesperada que nace de una pregunta: "¿Para Quién lo hacemos?"

Este año, debido a la pandemia, tuvimos la posibilidad de participar en varios encuentros de universitarios de toda Latinoamérica. Uno de ellos consistió en una peña que nos permitió compartir la pasión que muchos tenemos por la música. Al ver esto, quedé tan conmovido que al día siguiente empecé a proponerles a estos nuevos amigos hacer un tema juntos: “Canción con todos”.

En el fondo, quería compartirles lo que aprendí en uno de los encuentros que tuvimos en Chile, a tocar y cantar teniéndolo a Él como horizonte, es decir, siempre con la pregunta “¿para quién lo hacemos?”. En un principio tuve miedo de que nadie responda, pero de a poco muchos empezaron a dar su “sí” con una disponibilidad que no deja de sorprenderme.

El primero en responder fue Alejandro de Paraguay, a quien no conocía. Sin embargo, luego de varias conversaciones sobre la música, empezamos a compartir mucho más de lo que esperábamos. Así también, mis amigos Benjamín y Alejandra de Chile me sorprendieron ayudándome a pensar los arreglos, las partituras y todos los detalles necesarios para que los demás puedan grabarse. Todo se iba encaminando. Se conformó un grupo de WhatsApp con un coordinador de cada uno de los siete países que adhirieron a la propuesta. La diferencia de idiomas no generó impedimentos. Mi asombro crecía cada vez más.



En varios encuentros que tuvimos por Zoom era impresionante la disponibilidad y el protagonismo que asumían estos nuevos amigos. En especial, Cecilia de Argentina nos sorprendió con sus ideas para las imágenes del video, quien quiso mostrar de una forma más original nuestra experiencia en el movimiento y ante esta propuesta. También los arreglos instrumentales fueron tomando forma a partir de las ideas que cada uno comentaba en estos diálogos. No nos quedamos en una idea, sino que se fue construyendo entre todos a partir de lo que teníamos delante, y yo me fiaba de eso. De esta manera, la belleza del resultado fue inesperadamente mayor a la que habíamos imaginado.

Durante dos meses nos encontramos casi todas las noches a editar juntos el audio, uno de los mayores regalos. Con Cecilia de Argentina, Alejandro y Joaquín de Paraguay empezamos a compartir mucho más que nuestro gusto por la música. Compartíamos sobre los amigos, la facultad, las familias, las parejas y hasta todos nuestros dramas o dolores. Resultaba imposible quedarse con esta amistad sólo para nosotros, entonces comenzamos a invitar a otros amigos a vivir esto juntos.

Para la edición del video nos empezamos a relacionar con Maximiliano, quien desde Paraguay se hizo cargo de cada mínimo detalle y, al final, quedó tan enamorado de esta amistad como nosotros. Hicimos juntos un gran camino que nadie se imaginó que podría pasar antes de la pandemia. Lo que más nos unía era nuestro deseo por entregarle todo a Él, a quien le cantábamos el Non Nobis todas las noches.

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Pusimos todos nuestros talentos en Sus manos para que Él fuese el "director" de la canción, y así sacó lo mejor de cada uno de nosotros. La cuarentena se transformó entonces en una ocasión para que se despierte nuestro más profundo deseo de vivir. El haber descubierto que se puede vivir así, con tanta intensidad, nos impulsa a pedir que Él esté en todas las cosas que hacemos, no sólo en las que nos apasionan, sino incluso en las que nos cuestan.
Harry, Santiago de Chile.