He querido hacer una donación extraordinaria al Fondo común de la Fraternidad con la misma cantidad que me habría costado participar en los Ejercicios espirituales de abril en Rímini. Aunque los Ejercicios es como si los estuviéramos celebrando igualmente porque, gracias a la guía de Julián, todos los días puedo caer en la cuenta de lo que estoy viviendo, especialmente en estos tiempos de coronavirus.
La conmoción y el llanto de mi corazón, que me sorprenden a veces estos días tan duros, nacen de una historia hecha de rostros que continuamente acuden a rescatarme, aunque estén lejos.
Gracias, porque el silencio, al que el movimiento me reclama tantas veces, me está ayudando a mirar a mi alrededor, tanto en familia como trabajando.
Rosalba
#Coronavirus