Un grito al que solo Uno puede responder

Trabaja en Urgencias, y ahora le toca la zona de infecciosos. A veces le dan ganas de gritar y salir corriendo. Otras veces le sorprende cómo le rescata algo que sucede, tan sencillo como el mensaje de una compañera

Trabajo en Urgencias desde hace muchos años, he visto de todo pero siempre he ido contento al hospital. Hace unos días, sin embargo, consciente de que tendría que hacer mi turno en la zona de urgencias infecciosas, donde gestionamos los casos sospechosos y probables de Covid19, iba literalmente angustiado.

En el momento de preparar todos los dispositivos de protección individual necesarios, sentía que me ahogaba (realmente cuesta respirar ahí dentro…), me daban ganas de gritar y salir corriendo, hasta el punto de que varias veces me quité la mascarilla e intenté marcharme. Un compañero, el sentido de la responsabilidad y la falta de alternativas hicieron que lograra superar el bache y me adentrara en el túnel.

Anoche, en cambio, me tocaba guardia y después de un breve descanso vespertino encendí el teléfono. Entre muchos mensajes, había uno de la compañera con la que iba a compartir el turno. «Antes de empezar la noche me gustaría que rezáramos juntos». Increíble, ¡eres Tú, Señor! Con esta certeza me dirigí al hospital.

Esta epidemia nos ha dejado a todos al desnudo, somos unos pobrecillos, pero qué acontecimiento encontrar a alguien que quiera compartir contigo el grito que llevas dentro, ese grito al que solo Uno puede responder. «Cristo mendigo del corazón del hombre, y el corazón del hombre mendigo de Cristo».
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