Una sonrisa tras la mascarilla

El trabajo en urgencias en Roma. Saltan las alarmas con el primer enfermo de coronavirus y Benedetta recuerda las palabras de Carrón, ese “método” que vale para todos. «Es una presencia, no nuestras estrategias, lo que nos sostiene»

Así es la jornada de un médico de urgencias en tiempos de coronavirus. Llega el primer paciente positivo, ¿qué hacer? Aviso a todos para que se aíslen, se protejan y piensen en todos los contactos que han tenido. De repente pienso en algo que he leído hace unos días en el artículo de Carrón en elmundo.es. «¿Qué vence el miedo en un niño? La presencia de su madre. Este "método" vale para todos. Es una presencia, no nuestras estrategias, nuestra inteligencia, nuestro valor, lo que mueve y sostiene la vida de cada uno de nosotros».

Y empiezo a decir de verdad: «Yo estoy viva aquí». No por autoconvicción sino por la realidad. Y empiezas a sonreír al paciente positivo, sin tratarlo como un apestado sino como alguien que tiene la misma necesidad que los demás.

Sonrío con la mirada, porque la mascarilla me tapa el resto de la cara. Pero mi corazón está alegre porque yo nunca estoy sola. Tengo la certeza de que suceda lo que suceda, es algo pensado para mí, hecho para mí. Es una Presencia.

Eso me libera, me hace respirar porque no solo soy feliz, sino que me siento querida y preferida. Estoy segura de que suceda lo que suceda durante mi jornada, desde que me levanto por la mañana hasta que me acuesto por la noche, es para mí. Todo es para mí, y me doy cuenta en el impacto con la realidad. La respuesta que me ha devuelto el aliento hoy ha sido: «Aquí estoy».
Benedetta, Roma