Argentina. Un abrazo que construye toda la novedad

El ámbito laboral provoca a menudo que ciertas relaciones se “acaloren” más de la cuenta. ¿Cómo construir algo nuevo allí donde pasamos tantas horas cada jornada? Con esta pregunta, Guillermo fue a las vacaciones del movimiento..

La amistad es interesante para la generación de un emprendimiento como lo es también para la vida misma. Esto movió a uno de mis amigos a pedirme que comenzáramos a trabajar juntos hace unos 13 años atrás. Compartiendo tiempo –en acción, dice don Giussani– surgen con claridad todos los factores de la persona; todas sus virtudes junto a sus defectos. Así sucede particularmente en el trabajo, donde compartimos la mayor parte de la jornada. Ahora bien, resulta que la creatividad divina pone juntas a personas cuyas virtudes y defectos son bien diferentes. De esta manera, con cada uno libre para expresarse –y bien diferente del otro– y dentro del contexto dinámico de la Argentina, con continua necesidad de toma de decisiones cambiantes, el ambiente laboral se caldea muchas veces.

Particularmente este año han sucedido varios hechos en mi vida laboral que me están obligando a reconocer mi más auténtico deseo de construir, es decir, de no dejar nada fuera, ni siquiera lo que sucede en las relaciones que se dan dentro del trabajo, aunque en un principio no todas tengan relación directa con la actividad económica que desarrollamos. Frente a la maravilla de observar ciertas situaciones –que normalmente no llegan a madurar en los trabajos porque se descartan prematuramente–, me pregunto qué querrá construir de novedoso el Misterio en nuestra empresa.

Este verano fui junto con algunos de estos compañeros de trabajo a las vacaciones de adultos de CL en Argentina que se desarrollaron en Cortaderas, San Luis, del 4 al 8 de enero. Las vacaciones se proponen a la comunidad de adultos que deseen compartir el tiempo de descanso con una propuesta de amistad. En un determinado momento de esos días, al finalizar un juego en la pileta, digamos que la cosa estaba bastante caldeada, tanto que una amiga me dijo: «no te había visto nunca así de acalorado»; a lo que respondí: «es porque nunca me viste trabajando». Así, con la sangre caliente, muy parecido a ciertos momentos de discusión dentro del trabajo, uno del equipo contrario y compañero de trabajo me viene a dar un abrazo «para cerrar la grieta». En ese momento percibí una gran alegría.

A los dos días, debido a la provocación de un amigo, me puse a buscar hechos que hubieran marcado los días de vacaciones juntos y encontré varios rápidamente. Por encima de todos, apareció ese abrazo y se me hizo patente la potencia que tuvo ese gesto (su fuerza de reclamo al Misterio que lo generó). Me di cuenta de cómo Cristo efectivamente me quiere mostrar algo nuevo en el trabajo: me quiere mostrar que él puede hacer maravillas dentro de personas llenas de límites. Esta conciencia vuelve a brotar una y otra vez de un abrazo que acoge toda mi humanidad.

Él quiere construir algo nuevo a partir de mi encuentro con Él a través de la precariedad de un rostro humano. Esta certeza resuena cada vez que lo veo acontecer. ¿Cómo declinará esta construcción? ¿Hasta dónde llegará esta novedad? No puedo saber su alcance, como le decía el cardenal Federigo al Innominado. Sí, en cambio, reconozco el ámbito de esta novedad, su telón de fondo: la construcción de mi persona.
Guillermo, Argentina


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