Las vacaciones de la comunidad ugandesa

Uganda. «Mis perfectas imperfecciones»

¿Pasar la tarde en el hotel adelantando trabajo o tomar en serio la propuesta de las vacaciones, empezando por jugar juntos unas horas? Esta era la alternativa de Mauro, y esto es lo que pasó

Acabo de volver de pasar unas vacaciones de fin de semana con mis amigos de la comunidad de Entebbe, cerca de Kampala. Debo decir que las vacaciones no empezaron de la mejor manera posible. Me fastidiaba un poco la idea de pasar toda la tarde del sábado jugando. Habría preferido quedarme en el hotel y adelantar con algunos correos electrónicos de trabajo atrasado… Tuve que hacer un “acto de fe” y fiarme de la propuesta. Jugamos durante dos o tres horas, todos juntos como niños pero con la pasión de unos adolescentes entusiasmados. Y fue una sorpresa. Era como si todo estuviera pensado para cada uno de nosotros, para mí. El anciano, la mujer con un niño pequeño, el niño de diez años, el cura, el médico lesionado… Todos podían participar y nadie se sentía excluido, fuera de lugar o aburrido. Percibí una unidad que me correspondía tanto que me sentí desarmado, totalmente preferido.

Mis vacaciones comenzaron en ese momento, en que redescubrí todo lo que había leído y escuchado durante los últimos meses. Dios se ha hecho carne: la carne de mis amigos que han preparado este don para mí y mi carne, tan indigno como soy. Las palabras de Rose en la introducción de la mañana empezaron a cobrar sentido: «No se ha avergonzado de nuestra pobre naturaleza, Él ya conocía nuestros límites y aun así ha querido fundirse con nosotros».

Así pasó con la cena, y después con el itinerario musical propuesto por la noche. La canción de Pink Floyd que grita «wish you were here» (quisiera que estuvieras aquí) era real para mí, era como si la humanidad entera coincidiera con la mía. Empecé a recordar a todos los amigos que hemos perdido en estos años y en los que sencillamente se han ido pero sus rostros están en mi corazón. Luego cantaron Mi sei scoppiato dentro al cuore (Me has estallado dentro del corazón), de Mina. Fue como si se me estuvieran devolviendo mi primer encuentro con Cristo, con toda su plenitud inconfundible. «Has llegado, me has mirado, y entonces todo ha cambiado para mí… De repente me siento tuya».

El domingo, nuestro amigo Stefano dio su testimonio. Lo conozco desde hace años y en nuestra pequeña comunidad somos bastante conscientes de los méritos y límites de cada uno de nosotros. Pero me sorprendí comprendiendo lo que significaba para él seguir sorprendiéndose a raíz de una vez que iba al trabajo en coche y mirando la colina de Kireka la sintió como un regalo. Kireka es un barrio de chabolas, no es precisamente la vista más fascinante de Kampala. Pero se veía hermosa porque es el lugar donde viven nuestros amigos que ahora se han convertido en compañeros de camino, en la caricia del Misterio a nuestra vida, incluso con los desafíos, a veces complicados, del trabajo. Terminó citando la canción All of Me de John Legend: «He empezado a amar mis perfectas imperfecciones». Hasta mis imperfecciones pueden acabar siendo atractivas. Si Él las prefiere, ¿por qué no debería hacerlo yo también?
Mauro, Kampala (Uganda)