Lorenzo Berra, en el Harvard Faculty Club de Boston

Boston. Esto es lo que he aprendido

Homenaje a un amigo en Harvard. Al principio, en un contexto tan prestigioso, Monica se sentía fuera de lugar. Pero algo cambió, y se abrió paso en ella un nuevo pensamiento que le hizo caer en la cuenta de lo verdaderamente importante

En noviembre, nos invitaron a mi marido y a mí a participar en una ceremonia en el Harvard Faculty Club de Boston en honor a nuestro amigo Lorenzo Berra para celebrar su nueva cátedra de Anestesia en Harvard. La invitación ya me conmovió y no dejaba de preguntarme: ¿por qué a nosotros?, ¿por qué a mí?

El día de la ceremonia, al llegar a lo alto de la gran escalinata del Club, mi marido y yo nos encontramos de pronto cara a cara con el cardenal Sean O’Malley, arzobispo de Boston. Empezamos a charlar y le conté que me sentía un poco fuera de lugar, pues no pertenezco al ámbito médico ni de investigación en Harvard, y el cardenal me respondió con una sonrisa, como diciendo que le pasaba lo mismo. «¿Cómo es posible que nuestro amigo haya recibido un título tan importante?», dije. Un amigo de Lorenzo que estaba a nuestro lado respondió: «Lorenzo es increíble, y yo sé por qué. Está enamorado de Jesús». Poco después nos llamaron para ocupar nuestro sitio en la cena y la ceremonia comenzó oficialmente.

La velada se abrió con un discurso de Lorenzo, que saludó a los presentes y describió su trayectoria científica y humana. Mientras hablaba de las dos grandes investigaciones en las que está implicado actualmente, no pude evitar echar una ojeada a la preciosa sala, elegantemente decorada, y pensar: «Gracias, Señor, ¿quién soy yo para que me permitas estar aquí para verte en acción?». Luego, un antiguo alumno contó cómo Lorenzo le había contratado para su laboratorio y cómo compartía con él la pasión por la medicina, por la vida, por el cuidado a otros y por la fe.

Escuchándolo, mi corazón se volvió a conmover porque pensaba en todos los amigos que me cuidan, que comparten conmigo esta pasión por la vida, que están atentos a los detalles y que aman la vida. De pronto dejé de sentirme fuera de lugar. No importaba si yo no era médico ni publicaba investigaciones científicas. Lo que importa en la vida es decir “sí”, igual que hace Lorenzo delante de lo que se le da, ¡la realidad! Las personas y la realidad: eso es todo lo que necesitamos. Y naturalmente nuestro corazón, la necesidad de verdad que Lorenzo tiene y descubre diariamente en su trabajo como investigador. He entendido algo que don Giussani dijo una vez a un grupo de amigos que le preguntaron: «¿Cómo podemos ser como tú? Queremos vivir como tú, ¿cómo haces para ser así, tan diferente?». A lo que él respondió: «La única diferencia entre vosotros y yo es mi sí».
Monica, Boston (Massachusetts)