Durante un espectáculo en el Meeting

Meeting. El imprevisto de una belleza inesperada

La semana en Rímini empezaba con expectativas, sueños y miedos. Pero, entre amigos, exposiciones y encuentros, todo eso se va transformando en asombro y maravilla

«Un imprevisto es la única esperanza», escribió Eugenio Montale. Cada una de las ideas y suposiciones que me había hecho los días antes de partir acabó dando un vuelco revolucionario. El Meeting me ha golpeado, atravesado y vencido, como una ola que, chocando contra las rocas va cambiando su composición y erosionándolas. Tan inesperada como humanamente esencial.

Como decía Marcel Proust, «el verdadero viaje no consiste en buscar nuevos paisajes sino en mirar con nuevos ojos». Fue un imprevisto lo que me dio la oportunidad y el honor de mirar con “nuevos ojos”, con los que observar la realidad con afecto y asombro, interceptando gestos de gratuidad, ese “filo de belleza” que saca al hombre del cinismo gris en que vive inmerso a diario.

Paradójicamente, viví unos días frenéticos en los que no dejaba de vislumbrar sonrisas perennes, palabras de ánimo y de apoyo mutuo entre los voluntarios, miradas atentas a las necesidades del otro y deseosas de captar la poesía y la pasión por la vida que emanan de este lugar. Sería imposible definir este viaje como inolvidable si no hubiera tenido la ocasión de compartirlo con otros alumnos y con el equipo del Camplus Bononia, con los que han surgido preciosas relaciones de confianza y estima mutua, más allá de la amistad.

«No seríamos humanos si no cultivásemos la entereza de nuestras expresiones». Me llamó profundamente la atención esta frase que el físico Roberto Battiston pronunció en la sala de prensa. Desde mi punto de vista, logra captar la esencia del Meeting, un viaje donde cada uno puede ser él mismo, sin ser considerado una pieza más del engranaje, sino una persona única, de valor ilimitado y con mucho que ofrecer.

Allí se respira libertad de pensamiento y de palabra. Se respira respeto por el otro y entusiasmo por el diferente. Se respira paz. El Meeting es la prueba tangible de que opiniones y credos distintos pueden convivir y que los límites entre los pueblos solo deberían existir en los mapas geográficos. Por otra parte, desde el espacio las fronteras entre Estados no se ven, como señaló el astronauta Paolo Nespoli.

Emprendí este viaje llevando conmigo un equipaje de expectativas, sueños y miedos, en cambio lo he llenado de imprevistos que te salvan la vida, proyectos, deseos, entusiasmo y belleza. Una belleza desarmante, inesperada, que llega a quitarte el aliento y revolucionarte por completo. Una experiencia que me ha forjado y animado a superar mis miedos y límites, llevándome a privilegiar el asombre y la maravilla, en lugar del miedo y el peligro.

Ha sido el retrato más verídico del aforismo de Hölderlin: «Donde está el peligro, crece también lo que salva»; porque la sed del hombre por descubrir y conocer nunca se apaga, el entusiasmo ante la vida no se agota y el hombre nunca deja de desear ardientemente. «Invito a los jóvenes a soñar lo imposible, porque soñar lo posible es un sueño desperdiciado», dijo Nespoli a los micrófonos de Plus Radio.

El Meeting es ese lugar que custodia y protege un tesoro inmenso, los deseos y pasiones de cada uno. Tenemos el honor de poder beneficiarnos de cada ocasión que se presenta para ensanchar nuestras fronteras, ejercitar nuestro espíritu crítico y explorar lugares desconocidos. Y también tenemos la responsabilidad de hacer fértil el terreno para que nuestros sueños puedan germinar.

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El Meeting me ha enseñado dos cosas: el valor de ponerse constantemente en camino, en busca de rayos de luz inesperados; y la belleza de recorrer senderos inexplorados, donde todo es nuevo a mis ojos. El Meeting es una infusión de vida, un imprevisto de una belleza desarmante.
Elisabetta, Bolonia