Reggio Emilia. Descubrirse «ebrio de vida»

La fiesta por los 50 años de presencia de CL en la ciudad. Una exposición, el testimonio de Giancarlo Cesana y una velada de cantos. Jóvenes y no tan jóvenes se miden con el origen de su historia, que vuelve a suceder hoy igual que al principio

«Me siento ebrio de vida. Esta es la sensación que he sentido y todavía siento ante la excepcionalidad que ha supuesto la preparación de la fiesta de los 50 años de Comunión y Liberación en Reggio Emilia», contaba Massimo. «Un shock, una frustración que me sacó del eje en el que me estaba moviendo desde hacía tiempo, pero también una caricia del Señor que a través de esta ocasión me ha abierto mente y corazón. No es fácil para uno que ha conocido el movimiento en 1969 volver a asombrarse por lo que sucede. Cuando me preguntaron si quería colaborar en la preparación de la exposición que contaba la historia del movimiento en la ciudad, acepté casi por obligación. Luego me puse a trabajar y regresé con mi corazón a la belleza del encuentro que tuve hace tanto tiempo, hasta el punto de revivirlo aún vivo y auténtico».

La fiesta llevaba por título “Es hermoso el camino para quien lo recorre” y empezó el sábado 29 de junio frente a la iglesia de San Francisco, en el corazón de Reggio. Decoración de la plaza, exposición de las diversas obras educativas, sociales y culturales, rezo del Angelus, reparto de manifiestos con el programa e invitaciones para la exposición, que ya llevaba una semana instalada dentro de la iglesia.
«Un cordial saludo a los que aún se acuerdan de mí», «Paso a paso, aquí estoy», «Muy agradecido a la casa que me ha dado la vida»… Estos fueron algunos comentarios que dejaron a la salida de la exposición algunos de los muchos visitantes que salían conmovidos y agradecidos por lo que habían visto. En el recorrido habían contado con la compañía de los guías, muchos de ellos jóvenes que conocen poco de la historia pasada pero que hablaban de una experiencia que, teniendo su origen en ese pasado, reviste ahora su vida actual.
La exposición empezaba con una pregunta muy concreta: «¿Qué buscáis?». Luego, el video con algunas entrevistas donde se narraba el encuentro con Cristo a través del movimiento como respuesta al deseo del corazón. El recorrido continuaba por los paneles en tres secciones que narraban el desarrollo del movimiento en la ciudad, según las dimensiones del acontecimiento cristiano: cultura, caridad y misión.



Por la tarde, testimonio con Giancarlo Cesana, el momento central de la fiesta. Con sencillez y vivacidad, narró su encuentro con don Giussani, sus inicios en el movimiento y el don que el fundador de CL fue para la Iglesia entera. Pero subrayó que la experiencia cristiana debe ser continuamente un descubrimiento presente. Y eso es lo que testimonia Massimo después de la fiesta. «En el trabajo previo a la exposición me he encontrado de nuevo con el movimiento. Estos 50 años que han pasado no han restado nada a la fascinación de mi primer encuentro. Sigue siendo puro y extraordinariamente atractivo. Solo que ya no lo recordaba. El encuentro con Cristo me ha vuelto a estallar entre las manos».

Muchos invitados se quedaron luego a cenar. Una cena sencilla, popular, al más puro estilo Emiliano: unos friendo la carne, otros cortando el salami, otros tirando cerveza. Una ocasión para estar juntos, cantar y bromear en compañía de los amigos. El domingo 30 de junio, para terminar la fiesta, una misa concelebrada por varios sacerdotes amigos. El padre Mauro habla en la homilía de la libertad de Jesús, que nace de la familiaridad con el Padre. La misma libertad y decisión que hemos visto en don Giussani y ahora en Julián Carrón: igualmente libres y decididos en la comunión vivida con Cristo, en su Espíritu, en el don del carisma.
Y nosotros, ¿que celebramos 50 años de movimiento? Lo que nos ha salvado, lo que nos sigue salvando ahora, también es la comunión vivida, buscada y amada con Cristo.



En el mensaje que nos mandó para la fiesta, Julián Carrón nos recordaba que «el camino es hermoso, pero solo para quien acepta hacer un camino… Solo quien acepta partir, secundando la intuición del inicio, puede descubrir cuánto corresponde aquello que ha seguido al deseo más profundo de su corazón. Nosotros no podemos ser fieles a un pasado ni a las palabras, por verdaderas que sean. Solo un presente es capaz de mover lo más íntimo de nuestro ser. “¡Vivo quiere decir presente!”. Esta fue la respuesta de don Giussani a la revolución del 68. Cuando todo se derrumbaba, él identificó en su experiencia qué era lo que podía resistir el embate del tiempo».

Nuestro obispo, monseñor Massimo Camisasca, nos invitó a «redescubrir en toda su entereza, profundidad y frescura el don que don Giussani ofreció a toda la Iglesia y en ella a aquellos que tuvieron la gracia de conocerlo, directa o indirectamente». Y añadió: «Sed valientes portadores de este don para los hombres del mundo que esperan conocer a Cristo».

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Para terminar, Andrea, responsable de la comunidad, señaló que esta ocasión había permitido dar un paso de conciencia de no retorno. Citando a don Giussani en “El mayor sacrificio es dar la vida por la obra de Otro”, recordó que «dar la vida por la obra de Otro es algo que, dicho de manera no abstracta, quiere decir para nosotros que todo lo que hacemos, toda nuestra vida, es para el movimiento», y que «cada uno es responsable del carisma».
Esta es la conciencia que hemos experimentado estos días. Todos estamos realmente conmovidos, agradecidos, y todavía llevamos en el corazón y en los ojos todas las cosas bonitas que han pasado en este tiempo tan intenso. Realmente el camino es hermoso para quien lo recorre.
Andrea, Reggio Emilia